«El español se consolida porque es una lengua impura»
BUENOS AIRES (Télam, por Julieta Grosso).- El escritor mexicano Carlos Fuentes, que llegó a la Argentina para participar del acto inaugural del III Congreso de la Lengua, aseguró que «el español es una lengua impura y que en su impureza reside su renovación».
El autor de «La muerte de Artemio Cruz» y «La región más transparente» tendrá a su cargo en Rosario uno de los discursos de apertura del Congreso, que fiel a su costumbre redactó de puño y letra hace algunos días. «Para mí el contacto con la pluma y el papel es muy importante y lo seguirá haciendo hasta que me muera», aseguró a Télam en un entrevista exclusiva.
Afable y con un aspecto que camufla misteriosamente los 76 años que cumplió justo ayer, Fuentes opinó sobre los beneficios del mestizaje del español, que entre otras cosas «afianzó al idioma fuera de Latinoamérica y rompió con tantas décadas de demonización».
– ¿Qué opina acerca de la paradoja de que, por un lado se afianza cada vez más el español a nivel internacional y que por el otro se podrían disolver las identidades lingüísticas propias de cada región?
– Creo que a mayor contacto, mayor contagio y mayor riqueza. Dicho de otro modo: las lenguas no se dan en pureza. Una lengua se va enriqueciendo a partir de la comunicación y contaminación con otras lenguas. El inglés, por ejemplo, es una lengua que en un 60 por ciento deriva de otras, como el francés, el normando y otras lenguas germánicas y escandinavas. Es una de las lenguas que más ha absorbido, tomado e imitado de otras, lo que la convirtió en una de las más poderosas. Particularmente, no creo en la pureza sino en la impureza de las lenguas. De hecho, con el español está ocurriendo algo similar al inglés. Incluso, la Academia Real Española presentará en el marco del Congreso de la Lengua un diccionario que refleja cómo se han ido incorporando un montón de términos nuevos por región.
– ¿Es posible que en el futuro se acelere el proceso de mixturización de lenguas, como el spanglish? ¿Este fenómeno puede llevar a una mayor atomización del lenguaje?
– No lo creo. Las lenguas se defienden particularmente a partir de su mestizaje. Las lenguas puras se terminan transformando en lenguas muertas, como ocurrió con el latín y el griego antiguo. Se podría pensar que la torre de Babel fue una bendición porque enriqueció el habla del hombre. Me parece que si hubiera una sola lengua en todo el mundo sería una condena… sólo Dios habla una sola lengua. Los demás tenemos la obligación de ser multilingües.
– ¿Cómo impacta en la literatura la existencia de tantas lenguas? ¿Una obra literaria puede verse enriquecida en la transición de una lengua a otra?
– Por un lado, es difícil ver un beneficio en la traducción, porque por muy buena que sea le va a dar a una obra un ritmo, el acento, el sabor y el tono del original. A veces, sin embargo, se gana: Edgar Allan Poe no era muy buen poeta en inglés, pero lo tradujo Edward Lear y lo convirtió en un gran poeta de la lengua francesa. Por el contrario, cuando el poeta nortemaericano Robert Lowell tradujo los poemas de (Charles) Baudelaire al inglés lo hizo tan mal que consiguió arruinar tanto la obra original como la obra traducida. Es muy difícil establecer una regla para la traducción que sea absolutamente fiel en todo. Peor hay excepciones: acaba de salir una gran traducción al inglés del «Quijote» de Cervantes realizada por Edith Grossman, que ha logrado una cosa estupenda, porque frente a versiones anteriores que eran muy arcaizantes ella mantuvo el vocabulario épico y altisonante. Lo demás lo tradujo a un inglés completamente llano y moderno, con lo cual terminó resaltando la locura del Quijote y su carácter singular y épico.
– Hace un tiempo usted declaró que el español era una lengua de «andariegos e inmigrantes» ¿Cómo repercuten los nuevos desplazamientos migratorios en la consolidación y circulación del idioma?
– En Estados Unidos hay actualmente 35 millones de hispanoparlantes, una porción muy alta de la población norteamericana. Eso llevó a que el español ya no fuera demonizado como antes. Cuando era niño, en cambio, hablar español era un signo de inferioridad racial, cultural y política. Una vez, en los 70, fui a dar una conferencia a una ciudad californiana y recuerdo que ninguno de los presentes quería hablar en español. Cuando les pregunté por qué, una chica levantó la mano y me dijo: «Porque es un idioma de esclavos». Hoy, en cambio, hasta los recientes candidatos a la presidencia se desvivieron por hablar en español para conquistar el voto latino. De manera que el español se ha convertido en un factor cultural y político.
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