«El Eternauta»: por qué el anuncio de Netflix genera tanta expectativa

«El Eternauta», la obra emblemática de Héctor Oesterheld que continúa reeditándose en varios idiomas y que cuenta con comunidades de lectores en América latina y Europa, se convertirá en una serie que llevará adelante el realizador Bruno Stagnaro, quien deberá sortear el reto de trasladar al lenguaje audiovisual una historia que funcionó como una potente metáfora de la resistencia y otras imágenes que permitieron leer distintos períodos de la historia argentina, como la última dictadura militar.

El anuncio de la serie que concretará Netflix parece poner fin a la maldición que pesa sobre las intenciones de llevar «El Eternauta» al plano audiovisual, una idea que sobrevoló antes a realizadores como Adolfo Aristarain, Pino Solanas, Damián Szifrón o el español Alex de la Iglesia, aunque el proyecto más firme fue el que alentó la directora salteña Lucrecia Martel, aunque al igual que los otros tampoco prosperó.

«Me parece interesante esta iniciativa de convertir la obra en una serie. Por un lado, si uno lo compara con la experiencia de pasar un libro a una película, en este caso sería un poco menos complejo porque la historieta es un lenguaje más afín a lo audiovisual. Sí está el riesgo de que los personajes no terminen siendo verosímiles pero me parece interesante porque además tiene el aditamento de que como se intentó adaptar muchas veces y no se logró, tiene como una dimensión ya mítica», explica Judith Gociol, coordinadora del archivo de Historietas de la Biblioteca Nacional, que hasta fines de abril presenta la muestra «Palabra de Oesterheld».

«Esta historia tiene mucho de introspectivo pero también mucho de acción. Esto último es más fácil de reproducir así que el desafío será que también se pueda narrar la reflexión de los personajes, ese sentir que no tiene que ver solamente con cómo se mueven en esa batalla, esa nevada mortal», precisa la curadora.

El escritor y periodista Juan Sasturain, autor de «El aventurador» -un libro que recopila los artículos periodísticos y otros textos dispersos que escribió sobre Oesterheld desde mediados de los años 70 hasta la actualidad-, supone que la empresa que se propone Stagnaro es compleja porque «El Eternauta» es a su juicio «el relato más poderoso que se ha escrito en este país».

«No hay ninguna historia que tenga la capacidad de significado y resonancia que tiene ese folletín. Eso no figuraba en el universo de la cultura, el reconocimiento fue muy posterior», aseguró Sasturain a Télam, una de las voces más calificadas para caracterizar la obra del escritor y guionista.

La historia ideada por Oesterheld fue en principio un relato corto de apenas 70 cuadros transformado luego en una historieta que se publicó originalmente en fascículos de tres páginas en cada entrega con dibujos de Francisco Solano López, manteniendo al público atrapado durante los dos años en que se publicó en la revista Hora Cero, desde 1957 a 1959. «El único héroe válido es el héroe en grupo, nunca el héroe individual, el héroe solo», había escrito Oesterheld en el prólogo de la primera edición de la obra.

La trama está centrada en una invasión alienígena a la Tierra mediante una tormenta de nieve tóxica que acaba con la mayor parte de la población, motivando la resistencia de los ciudadanos de Buenos Aires. Su protagonista es Juan Salvo, el Eternauta, quien en un ejercicio de metaficción narra la historia al propio Oesterheld, al que se le aparece en su casa una noche en la que el autor imaginaba una obra.

El personaje de Salvo deberá viajar a través del tiempo para reencontrar a su familia y se convertirá en el protagonista de una resistencia que a lo largo de la historia argentina asumió un componente metafórico asociado especialmente a las formas de supervivencia que impuso la dictadura de 1976.

«Es una historieta de aventuras con una metáfora política muy fuerte. Creo que el desafío que tendrán por delante los creadores de la serie es respetar su mensaje grupal y solidario, así como las lecturas políticas que han hecho. Creo que la serie debería reflejar el ideario humanista que tiene la obra de Oesterheld -señaló Gociol-. De hecho resulta interesante imaginar cómo se verá reflejada la historia en este marco actual, muy diferente al de 1957, cuando apareció ‘El Eternauta'».

«Escuché. Todo el resto de aquella noche no hice más que escuchar y sí, cuando el Eternauta concluyó su relato ya todo estaba claro, tan claro como para llenarme de pavor, y de una enorme piedad, por él, por mí, por tí, lector. Pero no adelantaré nada… es necesario que se conozca la historia del Eternauta tal como él me la contó», se lee en el comienzo de la obra que para muchos prefigura el primer relato de ciencia ficción de la literatura argentina.

«Uno de los aciertos fue construir un tipo de héroe nuevo. El héroe de Oesterheld es el héroe que no nace tal sino que es resultado de la acción -explicó Sasturain-. Es un hombre común puesto en una situación límite ante la cual reacciona y se descubre a sí mismo como héroe. Por una cuestión también de construcción del relato, de empatía con el lector, muchas veces el héroe, el narrador incluso -que puede ser el ladero del héroe- es un hombre común que se identifica con el narrador y con el lector».

Según el actual director de la Biblioteca Nacional, en el caso de «El Eternauta» lo que hizo Oesterheld fue trasladar uno de los tópicos de la época, la invasión extraterrestre, que era lo que estaba en los diarios y sobre todo en las películas de clase B norteamericanas. El los adaptó a las circunstancias de lectura: los extraterrestres no bajaban sobre Nueva York sino a Buenos Aires y eso determinó que se produjeran cambios estructurales, ciertos cambios de sentido que operaron sobre los lectores pero también sobre el mismo autor», señaló.

Hacia 1975, el escritor inició una segunda parte de «El Eternauta», otra vez con dibujos de Solano López. Por esos años el guionista ya pertenecía a la organización Montoneros y se hacía llamar Germán, por lo que el personaje de Salvo tenía connotaciones políticas más marcadas.

Esta segunda entrega debió ser finalizada por otro guionista, ya que tras vivir meses oculto fue emboscado y secuestrado en la ciudad de La Plata el 27 de abril de 1977. Durante la dictadura militar también fueron secuestradas y desaparecidas sus cuatro hijas -Diana, Marina, Beatriz y Estela-, dos yernos del escritor, y los hijos que dos de ellas llevaban en su vientre.


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