El Fortín Valcheta

Por Jorge Castañeda

El 5 de octubre la localidad de Valcheta conmemoró un nuevo aniversario de la llegada, en el año 1833, del sargento mayor Leandro Ibáñez, quien libró batalla contra los bravos del cacique Cayupán (seis leones) que se encontraban acampados en las márgenes del arroyo homónimo.

Al respecto, la licenciada Beatriz del Valle Moldes cita que «en 1833, en ocasión de la campaña realizada por una avanzada del ejército de Rosas, al mando de Leandro Ibáñez, quedó documentada la presencia de ganado. Precisamente en aquella oportunidad, la población indígena asentada en el estratégico valle de «Balchitas» sufrió la incursión de las tropas nacionales. El cacique Cayupán, que andaba boleando por la zona, poseía caballos, ovejas y vacunos. Cayupán estaba unido mediante redes sociales a Chocorí (padre de Sayhueque), principal cacique de la época que alegaba tener derechos territoriales sobre el valle del río Negro hasta Las Manzanas». Según reza el diario de marchas de don Angel Pacheco, «Cayupán tenía en ese momento 80 caballos, 25 ovejas, 4 vacas y 2 terneros».

Es así como en el año 1857 se firma un tratado de paz con el cacique Yanquetruz estableciendo en su artículo 7º que «el comandante Llanquitruz vendrá a establecer y fijar su residencia en el paso de Balchetai, como cincuenta y cinco leguas afuera de Patagones, y aunque él declara que puede disponer de más de mil hombres de armas, con todo, deseando no ser muy gravoso al gobierno, sólo vendrá con una fuerza de ochenta hombres y ocho caciques». Al respecto, es oportuno señalar que para Rodolfo Casamiquela el cacique Pichalao fue sucesor de Yanquetruz.

Según don Juan Mario Raone, en su estudio «Fortines Rionegrinos», «durante la marcha desde Choele Choel hasta el lago Nahuel Huapi, de la Tercera Brigada, con la cual iba el propio general Conrado E. Villegas, se dejaron algunos puestos para servir de enlace de las comunicaciones, siendo el más importante el de Valcheta, a cargo de un oficial». Y más adelante agrega que «cuando ya la campaña tocaba a su fin y el segundo gobernador de la Patagonia, general Lorenzo Vintter, daba como comandante de la Línea del Río Negro y Neuquén las últimas instrucciones a sus tropas para erradicar el problema de los aborígenes no sometidos, el teniente coronel don Lino Oris de Roa funda el Fortín Valcheta en marzo de 1884».

La historia de Río Negro explicita «que Lino Oris de Roa, el 21 de noviembre, partió de Valcheta al mando de un centenar de soldados y luego de casi cuatro meses -el 1 de marzo de 1884- regresó al punto de partida habiendo recorrido más de 2.000 kilómetros». Y luego el dato importante para el desarrollo de la historia regional: «Un oficial y diez soldados habían sido dejados en noviembre para la construcción de un fortín a la vera del Valcheta, que fue el origen de lo que más tarde sería un nuevo pueblo. Oris de Roa lo dio por fundado a su regreso».

La anteriormente citada Beatriz del Valle Moldes expresa que «en 1884 se establecieron en el Fuerte los caciques Pichalao y Charmata junto con sus familias y mantuvieron buenas relaciones con la tropa de línea. Cuando el salesiano Domingo Milanesio fue a misionar en Valcheta después de la rendición en 1884, encontró dos tolderías separadas: una correspondía a Pichalao y la otra a Juan Sacamata. Eran unas 180 personas, poseían bastante ganado y vivían según sus propias costumbres. Al año siguiente, según la memoria militar, el número aumenta a 77 familias, integrantes de los grupos de Charmata, Pichalao, Chiquichano y agregándoseles Cual. Todos ellos ya no dependían del Fortín, sino que la mayoría tenía sus propios medios de subsistencia, y los que no, trabajaban como «peones» en los establecimientos ganaderos que estaban surgiendo. El censo de 1886 dio 256 personas de las tribus ya citadas y para 1889 había cerca de 500 repartidas en cuatro tolderías».

Casamiquela da a conocer una carta que obraba en poder de Harrington -datada en Viedma el 31 de mayo de 1884- del comandante Lino Oris de Roa al cacique Pichalao, en términos por demás elocuentes: «Al cacique Pichalao, amigo: Deseo mucho que se halle usted bueno con toda su familia y que su tribu siga contenta en ese punto. Mucho me alegro, amigo Pichalao, que se lleve bien con Charmata y con la tropa de línea, pues hasta ahora no he tenido quejas de ustedes…».

Por otra parte, en un libro de Ezcurra, en «La travesía de Valcheta», figura un dibujo donde se visualiza el edificio del Fortín, el paso del arroyo y el toldo de Sacamata.

El mismo comandante Oris de Roa, en un informe descriptivo al general Lorenzo Vintter, le hacía notar cómo era Valcheta por aquellos años: «Una serie de mesetas entrecortadas; declives, cañadones, cañadas, grupos de sierras. Esta tierra se ha formado como una consecuencia de un fuerte levantamiento volcánico». Y detalla minuciosamente la flora del lugar y relatos contados a él por el cacique Casimiro, relacionados con el hallazgo de pepitas de oro mezcladas con cuarzo y con el que realizaban el trueque por aguardiente, yerba y otros «vicios».

Con respecto a la feracidad de las tierras del valle de Valcheta, afirmaba que «los terrenos a lo largo del arroyo ofrecen tanta abundancia de pastos dulces y fuertes, que se pueden mantener fácilmente millares de animales».

Y como un verdadero visionario, en un informe de las tierras del sur encomendado por el gobierno, enfatizó que «si la Nación no descentraliza, el atraso y estancamiento de la Patagonia seguirán».

Debe la localidad de Valcheta su reconocimiento al comandante de su histórico Fortín, hoy recordado como el «Fortín de Roa». En ese histórico lugar aledaño al edificio del museo, sobre un pedestal de árbol petrificado, cercado por la fronda al decir del poeta: «Silente desde el bronce/ mira Lino Oris de Roa».


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