El futuro del trabajo

Este 1° de mayo hubo muy poco que festejar para millones de trabajadores de todo el mundo, que perdieron su empleo, vieron disminuir sus ingresos o laboran en situaciones de riesgo con escasas protecciones en medio de la pandemia del coronavirus. Las marchas se redujeron a pequeñas reuniones, mientras en las redes sociales se hizo sentir el enojo y el miedo ante el futuro.

Las cuarentenas y el cierre de fronteras han generado un parate económico global y una crisis laboral sin precedentes, acelerando tendencias y agravando problemas como la precariedad e inestabilidad, cuando muchos países retoman la actividad económica aunque la amenaza de la enfermedad siga presente.

Un estudio de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) señaló que más de la mitad de los 3.300 millones de trabajadores del mundo corren el riesgo de perder sus medios de vida por la pandemia. Millones de empresas que no tienen ingresos, ahorros ni acceso al crédito están quebrando y despidiendo gente. “Debemos pensar en el enorme sufrimiento que hay detrás de esa cifra”, señaló el titular del organismo, Guy Ryder.

El teletrabajo solo alcanza a 3 millones de trabajadores, ya que menos del 30% de los empleos puede hacerse desde el hogar.

El reclamo se extendió a los trabajadores de servicios, como salud y otros sectores esenciales, que corren enormes riesgos sin protección adecuada. “Más que elogios y aplausos, necesito trabajar segura”, señaló una enfermera neoyorquina. Falta de mascarillas, delantales, horarios extenuantes y discriminación son comunes entre quienes atienden a pacientes de coronavirus.

En nuestro país, la situación que deja la pandemia se agrava por años de crisis económicas y recesión preexistentes y un Estado sobredimensionado en algunos sectores, desfinanciado en otros y a menudo ineficiente que dificulta solucionar los problemas.

Según el Centro de Economía política Argentina (CEPA) se perdieron más de 300.000 puestos solo entre el 15 de marzo y el 15 de abril, primer mes de cuarentena, pese a los esfuerzos del gobierno por sostener el empleo. El Centro de Implementación de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento (Cippec) estima que el teletrabajo solo alcanza a 3 millones de trabajadores, ya que menos del 30% de los empleos puede hacerse desde el hogar. Con 5 millones de monotributistas y casi siete millones de informales, se entiende la explosión de pedidos que desbordó el sistema de ayuda de 10.000 pesos ofrecida por el gobierno.

También está la precarización en el sector salud y servicios: aquí la falta no es solo de ropa o mascarillas, sino de jabón, alcohol en gel o descartables. Casi el 15% del personal de salud se contagió trabajando, con cinco muertes. La mayoría de la primera línea de contención a la covid-19 son mujeres: médicas, enfermeras, asistentes, cocineras y personal de limpieza, que representan casi el 71% de los trabajadores del sector.

En Río Negro y Neuquén, los sectores turístico, petrolero, de servicios y comercio, entre otros, ya enfrentan despidos y grandes dificultades para pagar salarios.

La grave situación social obligará a grandes esfuerzos y reformas que van más allá del gobierno de un país y deberán incluir a toda la clase dirigente. En el corto plazo, direccionar eficientemente y de forma transparente las ayudas al sector productivo y contener la destrucción de puestos de trabajo. En el largo plazo, consensuar políticas de Estado para problemas históricos de nuestro mercado laboral: un alto porcentaje de asalariados informales y de trabajadores independientes, cuya precarización (mayoritariamente son mujeres y jóvenes) quedó evidenciada en la crisis.

La pandemia también acelerará procesos globales como el cambio de la demanda laboral y de habilidades en ocupaciones tradicionales, por la automatización de procesos y el avance de la Inteligencia Artificial en la producción. Allí será clave el Estado para facilitar con legislación y políticas activas la adopción de cambios tecnológicos en las empresas. E invertir en educación de calidad y capacitación, con perspectiva de género, para mejorar la inserción de los trabajadores en esta nueva realidad.


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