El “gesto” de la pesificación presidencial

Redacción

Por Redacción

ANÁLISIS

Al informarnos la presidenta Cristina Fernández que decidió pesificar sus ahorros en dólares ratificó que, por muchos años y hasta ahora, ella misma ha venido pensando en dólares, idéntico “pecado” cometido por los argentinos a los que va dirigida la “gran batalla cultural” de desdolarización del gobierno. La única razón por la cual la mandataria, su vice Amado Boudou y gran parte de su gabinete mantenían plazos fijos en divisa extranjera sólo puede explicarse por la falta de confianza en la seguridad del peso. ¿Qué señal se le emite entonces a un país cuya presidenta demuestra tan poca fe en la moneda nacional? Si fuera cierto que –como aseguró Cristina– “objetivamente es más rentable tener depósitos en pesos”, no hubiera mantenido ninguna reserva en moneda extranjera durante los nueve años de gobierno kirchnerista. Mucho menos, tres millones de dólares. La desconfianza de Cristina no difiere de la manifestada por ciudadanos que no ven razonable permanecer en pesos que pierden paulatinamente su valor por un nivel de inflación visible en las góndolas, pero negado desde 2006 por el propio gobierno. Y sencillamente también porque otras opciones de resguardo del dinero resultan hoy menos sostenibles. De modo que si la conducción del gobierno no logró transmitir confianza por casi una década, resulta incongruente y poco practicable ahora una exhortación a la población a imitarla. Sobre todo cuando las señales dadas en estos meses fueron temerarias: • la evidencia de que a los ciudadanos se les coartó la libertad para adquirir dólares en el mercado oficial y se los hostigó con uniformados y perros cuando buscaron la vía “blue” para hacerse de ellos; • cuando a muchos se les presentó un corralito de hecho con sus depósitos en divisa que no podían ser retirados al vencimiento; • y cuando –en especial– productores, empresarios e inversores vienen padeciendo arbitrarios cambios de reglas de juego con mayores regulaciones y restricciones. Todo esto ocurría mientras se conocía los ahorros en dólares de los funcionarios, sazonado con las manifestaciones desopilantes de Aníbal Fernández, con la revelación de pedidos de Guillermo Moreno a “cueveros” (un aval a la marginalidad) y con señales contradictorias de pesificación desde el propio gobierno. ¿Qué otro valor que no sea el propagandístico puede tener el gesto presidencial de una pesificación personal compelida por todas estas circunstancias? A no ser que se trate del preámbulo de una pesificación forzosa, que aún se niega pero que tiene embrionarias manifestaciones en el proyecto del diputado kirchnerista Edgardo Depetri, en anticipos de la propia prensa oficialista como Miradas al Sur o en acciones atribuidas por El Cronista Comercial al viceministro Axel Kicillof pero enfáticamente negadas por éste. Al fin y al cabo, nadie como Cristina (por su facultad de decidir qué, cómo y cuándo) tiene por sobre los ciudadanos la ventaja del conocimiento y el poder anticipatorio para delinear las circunstancias económicas por venir. Así, un gesto presidencial como el anunciado adquiere valor cero.

ÍTALO PISANI ipisani@rionegro.com.ar


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