El más inesperado jaque a los poderosos del libre mercado

En un par de semanas, un grupo de inversores jóvenes agrupados en las redes, logró poner en jaque a los peces gordos de Wall Street. Las pérdidas multimillonarias movilizaron los pedidos de intervención, control y regulación de los mercados.

«La mayoría de los argumentos contra el libre mercado se basan en la falta de confianza en la libertad misma». La frase pertenece al célebre economista Milton Friedman, y desde hace décadas es una de las banderas de quienes reclaman menos intervención y mayor desregulación para la actividad privada. «La sociedad que antepone la igualdad a la libertad no tendrá ninguna de las dos cosas. La sociedad que antepone la libertad a la igualdad obtendrá una gran medida de ambas», es otro de los pasajes más citados del padre de la “Escuela de Chicago”.

Las palabras de Friedman resuenan hoy más que nunca, cuando un puñado de adolecentes autoconvocados en las redes sociales, hace tambalear los mercados financieros globales, y pone en jaque las ideas de los más acérrimos defensores del libre mercado. Sorprende por estos días observar a los adalides de la desregulación, clamar a gritos por la intervención del Estado para contener el efecto que un grupo de individuos ha generado simplemente volcándose a la compra de un activo, sin romper ninguna regla, y dentro de los parámetros establecidos desde hace años en los mercados financieros.

Ha quedado a la vista durante las últimas dos semanas: nada escapa a la transformación global de la mano de la tecnologización extrema, la híper conectividad y el acceso ilimitado a la información. Asistimos a la irrupción, por momentos de forma imperceptible, de un nuevo escenario. Un marco en el cual ni siquiera las libertades a las que refiere Friedman, escapan a la modificación de las reglas del juego. Un escenario en el que los históricos jugadores del mercado, incluso aquellos que se precian de innovadores, arriesgados, o agresivos, quedan descolocados ante el fluir instantáneo de operadores individuales que hoy logran acceder a la compra y venta de activos desde la comodidad de sus dispositivos móviles, sin la ayuda de intermediarios, y sin abonar comisión alguna.


El jaque menos pensado


El rol del mercado financiero es esencial en la economía capitalista, en tanto sirve para que la economía real y productiva encuentre un puente entre el ahorro de unos, y la necesidad de fondos para inversión de otros. No obstante, el tamaño que ha adquirido el sistema financiero global, hace que las inversiones financieras sean desde hace décadas un fin en sí mismas, donde el grueso de los participantes ingresa en buscando incrementar la rentabilidad y reducir el riesgo. En ese camino, existe un sin número de opciones y alternativas de inversión. La más sencilla es la compra de una acción, la cual consiste en una cuotaparte del capital de la corporación que cotiza en bolsa. El inversor paga un monto “x” por la acción al momento de comprar. Si ese precio es mayor al momento de vender, habrá obtenido una ganancia, y si es menor, habrá perdido. En ese esquema, las pérdidas son limitadas (el precio solo puede bajar hasta cero) y las ganancias pueden ser infinitas (no hay límite para la suba del precio). En teoría, el precio de la acción refleja el estado general de la empresa, su capacidad de afrontar los pasivos, su nivel de facturación, sus ratios de crecimiento. En teoría.

Entre las distintas alternativas de inversión disponibles, la que quedó en el tapete durante las últimas dos semanas se denomina “short selling” o venta en corto. Bajo esta modalidad, el inversor “alquila” una acción a un broker e inmediatamente la vende en el mercado, apostando a que el precio de la acción mostrará tendencia a la baja en un periodo corto de tiempo. Luego de un plazo determinado, el inversor recompra la acción a un precio más bajo, obteniendo así una ganancia, y devolviendo la acción al broker. El esquema solo produce ganancias si el precio de la acción baja. Si por el contrario la cotización sube, el inversor debe recomprar a un precio mayor al que vendió, y recibe pérdidas. En efecto, es un esquema donde las ganancias son limitadas (el precio solo puede bajar hasta cero) y las pérdidas pueden ser infinitas (no hay límite para la suba del precio).

El short selling es utilizado asiduamente por grandes grupos inversores que detectan la dinámica de precio de acciones pertenecientes a empresas caídas en desgracia, amasando así millonarias ganancias en cuestión de meses. No hace falta aclararlo, se trata de una operación legal pero absolutamente cuestionable desde lo ético, en tanto significa apostar a la debacle de una empresa, a fin de obtener ganancias financieras. Una lógica similar a la utilizada por los fondos buitre cuando adquieren deuda soberana de países con crisis en su balanza de pagos.

El poder de la conexión móvil, permite que por primera vez en la historia, el acceso a los mercados financieros sea igualitario, instantáneo y gratuito.

La novedad por estos días, es que un grupo de jóvenes inversores, agrupados en el foro Wall Street Bets dentro de la red social Reddit, detectaron la maniobra, y acordaron volcarse en manada a la compra de acciones de la empresa “Game Stop”, una tienda dedicada a la venta física de videojuegos y consolas, en declive debido a la proliferación de los juegos en línea y las plataformas web.

El escaso volumen de compra venta de Game Stop en los últimos años, y el crecimiento repentino de la demanda, hicieron que en pocos días, el precio de la acción trepara más del 1800%, pasando del rango de los u$s 17 por papel a los u$s 330. Los usuarios se valieron de los paneles web para advertir la tendencia del precio de Game Stop, y de una aplicación de trading libre llamada Robin Hood, la cual permite la compra de acciones sin intermediarios y sin cobrar comisión alguna. Nada más parecido a los supuestos de “información perfecta” y “libre acceso a los mercados” que propone el modelo de la competencia perfecta de la teoría económica clásica.

La abrupta suba en la cotización, hizo que grandes jugadores de Wall Street comenzaran a experimentar pérdidas multimillonarias, y que comenzaran a recomprar de apuro las accciones de Game Stop con las cuales se encontraban “calzados” en short selling, haciendo que la tendencia a la suba en el precio de la acción se afiance.


Abandonando el barco del libre mercado


Uno de los grupos inversores más afectados por la suba del precio de la acción de Game Stop fue Melvin Capital. Solo en el primer día en que comenzó a crecer el precio, el fondo de inversión, uno de los más grandes y conocidos de Wall Street, registró pérdidas por u$s 7.000 millones. El quebranto fue tal, que luego de tres días Melvin Capital llegó a anunciar que estaba a punto de caer en quiebra.

No tardaron en aparecer las voces de periodistas, empresarios, especialistas de mercado, o renombrados economistas en todo el mundo, solicitando que exista control legal para los usuarios minoristas, y que se impida o regule el libre acceso a la compra venta de acciones mediante aplicaciones móviles. En pocas palabras intervención del Estado o regulación privada de las libertades. Los voceros del reclamo hablan en nombre de los grandes jugadores del mercado financiero, habituales defensores del libre mercado, la desregulación y la no intervención del Estado en la actividad privada.

En el centro del huracán. Las acciones de Game Stop, protagonistas en Wall Street.


En apenas una semana, las aplicaciones se vieron compelidas por el poder de Wall Street a limitar el acceso a los operadores individuales, y se toparon con el poder que ostenta hoy la repercusión en las redes sociales. Wall Street Bets restringió el libre acceso y desató un escándalo tal entre los usuarios, que decidió dar marcha atrás al día siguiente. Lo mismo sucedió con la aplicación Robin Hood, que limitó el acceso a la compra de acciones de Game Stop, y tras el revuelo que se generó entre los usuarios, debió revertir la decisión. De la misma forma, la Securities and Exchange Commission (SEC) que regula la bolsa de valores en EEUU anunció el inicio de una investigación por “manipulación del precio de la acción”. Cada una de esas medidas solo tuvo por objetivo restringir y/o limitar las libertades. Aquellas libertades predicadas por Friedman y adoptadas como un dogma indeleble por una secta de fieles que desde hace años predica que la mejor asignación de recursos surge del libre juego de la oferta y la demanda.

La burbuja en el precio de Game Stop duró poco. Tras tocar los u$s 350, la acción cerró esta semana en torno a los u$s 58, aun así, un 240% por encima de los u$s 17 que registraba hace solo un par de semanas.

Pero lo que ha dejado a la vista el caso Game Stop, es que los “friedmanitas” y corporativos defensores de la libertad, velan en realidad por su propia libertad, aun si eso requiere limitar las libertades del resto. Proponen que la libertad debe alcanzarlos a todos, siempre y cuando el libre accionar de todos no afecte sus propios intereses. Si ello ocurre, no dudan en llamar a coro al Estado al que por siempre denostaron, para que intervenga en favor de la conservación de sus históricos privilegios.

La paradoja ante la que se encuentran tales actores, es la imposibilidad fáctica de controlar como antaño y de limitar el acceso a los mercados, a los que siempre proclamaron libres pero utilizaron a su favor. Las enormes barreras de entrada a los mercados, que históricamente impidieron que los individuos de a pie logren acceder a la información privilegiada con la que ellos operan y a las oportunidades de negocio a las que ellos están habituados, han quedado pulverizadas por la híper conectividad y el fluir infinito de la información. El potencial de la conexión móvil, permite que por primera vez en la historia, el acceso a los mercados financieros sea igualitario, instantáneo y gratuito, para millones de operadores individuales y minoristas, que si lo desean cuentan en un click, con la misma información que las corporaciones.

A contramano de lo que propuso Friedman, la igualdad en el acceso a la información y los mercados, hizo real la libertad para millones de inversores.

Datos

1.800%
Lo que creció la cotización de la empresa Game Stop en apenas un par de jornadas en Wall Street.
u$s 60
El valor actual de la acción de Game Stop. Era u$s17 hace tres semanas, y llegó a u$s360.

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