El nuevo desafío para la Patagonia
El territorio de la Patagonia en su historia del descubrimiento, conquista y ocupación, impuso desafíos a las ambiciones y pretensiones del hombre europeo pasando a ser durante mucho tiempo un obstáculo a la navegación debido a los tempestuosos mares del Sur. Más tarde, por motivos geopolíticos pasó a ser tierra de conquista y ocupación, seguida por exploradores y científicos atraídos por los secretos que encerraba este vasto territorio, dando lugar en los últimos 100 años a una ocupación más efectiva del espacio con la explotación de sus recursos naturales, llegando en algunos casos al límite crítico de su extracción y uso.
Hoy en día la compleja realidad de la Patagonia continúa presentando nuevos desafíos a sus pobladores, como a las políticas municipales, provinciales y nacionales, fundamentalmente porque el nuevo escenario que presenta la Patagonia al mundo es el de lugar de reserva del planeta.
Entre los recursos naturales que posee, además de los energéticos de origen fósil, los referidos a los distintos ecosistemas con su biodiversidad y recursos genéticos, las reservas de agua potable, la disponibilidad de suelos y agua no contaminados y los minerales raros, entre otros, constituyen los recursos centrales que se le reconocen como reserva del planeta.
Visto así resulta fundamental su manejo y conservación porque, además de constituir importantes recursos económicos, conforman un capital social; por lo tanto, disponer racionalmente de éstos es una necesidad imperativa como condición de sustentabilidad ante el actual deterioro del ambiente a nivel mundial.
A este extenso territorio lo podemos analizar desde tres puntos de vista. El primero es económico y está dado por la disponibilidad de sus recursos naturales como capital propio, el segundo es social y está referido a la sociedad, al hombre, a su modo de vida urbano o rural, al nivel tecnológico de que dispone en relación con las diversas actividades productivas y de servicios que realiza, y el tercero está dado por el valor subjetivo que se le da al territorio por parte de la sociedad que lo habita. Este valor se corresponde con el nivel de conocimiento que se tiene de él, y cómo la sociedad lo percibe, lo ve, lo siente, comprende e interpreta guarda relación directa con los aspectos culturales de esa sociedad.
Esta subjetividad que tienen las sociedades o comunidades de su territorio se manifiesta en la relación que establecen con él dándole un valor determinado. Este último aspecto es muy importante, dado que esta subjetividad no debe dar lugar al uso irracional de los recursos naturales, destruyendo las cualidades y fragilidad de los distintos ambientes que presenta la naturaleza en la Patagonia. En este caso, a manera de ejemplo se puede citar la desertificación de los suelos como un proceso de degradación del ambiente por el mal manejo de los pastizales naturales, con sus implicancias negativas en lo productivo, económico y social.
Al territorio no se lo debe reconocer solamente como un dato físico de la naturaleza sino más bien como una dimensión cultural donde el hombre interactúa con el medio, como una necesidad, como ser que evolucionó con el desarrollo de la vida en la Tierra, por su condición humana reflexiva y racional que va más allá de extraer los recursos del suelo solamente para el sustento de su vida.
¿Cómo lograr la conservación y preservación de los recursos naturales en este inmenso territorio por las particularidades que presenta y los servicios ambientales que brinda?
Considero que es posible modificando los patrones culturales de la sociedad a través del conocimiento y la toma de conciencia para poder hacer uso racional de los recursos. De esta manera, las modificaciones que se hagan en un espacio o territorio deben integrarse al mismo en armonía con un ambiente culturalmente modificado.
El conocimiento y la toma de conciencia actuarán como mediadores entre las exigencias sociales y económicas de una sociedad y la conservación del medio ambiente, estableciendo armonía en la relación entre el hombre y su territorio.
Este equilibrio y armonía que tiene el medio natural de la Patagonia debe conservarse como un imperativo ante las crecientes necesidades sociales.
En la Patagonia los lugares son cada vez más alterados y modificados por las actividades del hombre, por eso necesita de una sociedad y de inversiones económicas que tengan en consideración la sustentabilidad del medio, para que no se destruya el equilibrio natural del lugar.
La tecnología que ha generado el hombre debe ser compatible con la naturaleza y que estos dos aspectos puedan integrarse y potenciarse dependerá de los patrones culturales de la sociedad y así poder alcanzar el desarrollo; de lo contrario, se corre el riesgo de perder los recursos naturales que tiene la Patagonia por el avance del crecimiento poblacional y de las actividades en general.
La visión que se tiene de la Patagonia como territorio de reserva debe ser acompañada por una visión fundamentalmente cultural surgida de sus propios habitantes, que por su riqueza cultural constituyen el mayor capital social de que dispone la región.
Para esto se hace necesario generar un nuevo pensamiento que abarque todos los aspectos que hacen a la vida de las personas, desde los materiales hasta los espirituales, que pueda plantear un desarrollo del hombre en armonía con su medio natural.
Este nuevo pensamiento debería rescatar e introducir en la sociedad actual la visión, la cultura y el arte de todos los pueblos que poblaron la Patagonia, desde la prehistoria hasta la actualidad. Este nuevo pensamiento debe contener a toda la Patagonia desde su pasado hasta el presente y proyectarla hacia el futuro, y el concepto de desarrollo debe adquirir valores referidos a ética y moral.
¿Podemos pensar en un ideal de Patagonia? Creo que sí; es más, es una obligación preguntarnos qué Patagonia queremos hoy y en el futuro y necesario compartir con todos ideas para construir un pensamiento ideológico sobre la base de esas ideas y trabajar por aproximación en la construcción de un ideal de Patagonia.
Es imposible implementar un trabajo viable y sostenido en el tiempo que produzca cambios en la Patagonia para conservarla si no consideramos los aspectos culturales como tema central a trabajar de modo de ir resolviendo las problemáticas sociales con sus implicancias económicas.
Repensar nuestra Patagonia nos exige también una mirada hacia los pueblos antiguos, aquellos que supieron convivir con el medio natural en armonía, y considerar su cosmovisión de la naturaleza en la búsqueda de un equilibrio de la vida.
En este sentido es importante mencionar un aspecto de la cultura mapuche, en la cual se puede apreciar una visión del hombre en relación con la naturaleza o bien se podría decir a su naturaleza, condición humana ésta que ha sido opacada y hasta a veces olvidada por una nueva forma de pensar y entender qué nos trajo la forma de vida moderna.
«…el Wiñoy Xipantu es una celebración mapuche que considera el inicio del invierno una etapa en la cual se renueva el ciclo de todos los elementos de la naturaleza y el Che (persona), como parte del Ixofij Mogen (biodiversidad), también renueva y fortalece su existencia, comprometiéndose a ser el sostenedor del equilibrio natural y fiel guardián del Wallmapu (territorio) que habita… (extraído del diario «Río Negro»).
La cultura de los pueblos transformada en arte garantizará la supervivencia de la humanidad.
Estos comentarios y anotaciones de viaje pretenden ampliar las cortas pero profundas charlas mantenidas con determinadas personas, con la sola intención de no olvidar los temas planteados, por lo que significaron para mí y para poder transmitir en lo posible algunas ideas a aquellas personas que están en esta línea de pensamiento, como un aporte más al desarrollo de un ideal de Patagonia.
MARIO MARTíNEZ LúQUEZ (*) Especial para «Río Negro»
(*) Geógrafo
mluquez_mario@hotmail.com
MARIO MARTíNEZ LúQUEZ
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