El papel rupturista de la mujer en la danza moderna

Por María Laura Balmaceda

Fines de siglo XIX y comienzos del XX, mujeres artistas en una época opaca para el género, que las condenaba a un ostracismo hogareño y sus quehaceres, vedadas a intromisiones de la vida social o cultural. Valientes, creativas, revolucionarias, marcaron un hito en la historia y sus nombres convocantes actualizan su presencia. El Expresionismo surge en Alemania, en medio del proceso de modernización, abarcando todas las expresiones artísticas. La industrialización, los avances científicos, tecnológicos y un período de entre guerras preparan un cambio en el pensamiento. Einstein con su teoría de la Relatividad, Freud y el Psicoanálisis, Nietzsche y su declaración: “Dios ha muerto”, señalan el comienzo de un nuevo ciclo. La visión expresionista propone un pensamiento más abstracto, intuitivo al interior del individuo para ampliar la cosmovisión del mundo y sus objetivos entran en coincidencia con los de la mujer y la necesidad de romper con un silencio histórico.

A mediados del siglo XIX, período crítico del Ballet, se asentarán las bases para un cambio radical en la Danza con F. Delsarte ( 1811-1871) y sus estudios sobre la gestualidad y su significado, allanará el terreno para el surgimiento de la Danza Moderna enunciando una transposición en los conceptos de la D. Académica desde un sentido técnico, estético y filosófico. Tiempo de reverberancias femeninas que se apropian de la escena, para quedarse. Loie Fuller (1862-1928) triunfa en Europa revolucionando la escena con su teatralidad, la danza intervenida por las luces y los efectos visuales como las telas que vestía, provocaron cierto ilusionismo en los espectadores.
La llegada de Isadora Duncan (1877-1927) podría considerarse el punto de partida de la danza moderna y su propuesta de una danza libre, antiacadémica, sustentada bajo los principios de la improvisación y la expresión del cuerpo a través de sus emociones y sensaciones. Inspirada en el espíritu de la Grecia Antigua. Ypara pensar:“Isadora no innova tan sólo en su manera de ser y de bailar. Al inventar una nueva mujer y una nueva forma de amar, ataca al más sagrado de los tabúes”. (M. Lever. 1995)


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