El penitenciario fue ejecutado de 14 disparos

La víctima y el autor se conocían porque son de Las Lajas. Hoy es la indagatoria.

Archivo

El asesinato del jueves a la noche se suma a otros actos violentos cometidos por policías neuquinos.

NEUQUÉN (AN).- El cabo Antolín Cerda, que mató al penitenciario Lucas Ibáñez, le efectuó 14 disparos a quemarropa cuando vio que llevaba a su expareja en el auto. Hoy a las 10 será indagado por el juez Marcelo Benavides mientras que la fiscal Sandra Ruixo ya le tomó declaración testimonial a la mujer, a un taxista y a un amigo del imputado.

La autopsia realizada ayer develó que la víctima tenía 27 orificios en el cuerpo, de entrada y salida. El penitenciario, la mujer y el policía se conocían porque son oriundos de Las Lajas.

Ibáñez (32) había ingresado a la policía hacía cuatro años, y desde hacía 6 meses se desempeñaba en la Unidad de Detención 11. “Tenía muy buena predisposición al trabajo y nunca tuvo un incidente”, confió una fuente policial. Agregó que cubría adicionales en el hospital Bouquet Roldán.

El cabo era oriundo de Las Lajas y se había criado en el sector Las Buitreras junto con Cerda, el policía que lo mató la noche del jueves. El imputado se desempeñaba en el área de seguridad de la comisaría Segunda.

Ninguno de los dos estaba prestando servicios la noche del hecho.

Según se supo, Cerda estaba separado desde hacía dos meses y trataba de retomar la relación con su expareja, con quien tienen un hijo en común de 4 años. “Le había dejado a la mujer una habitación en un inquilinato de calle Pozo Hondo, ubicada a 150 metros de donde sucedió el crimen, mientras tanto él residía con unos amigos”, confió una fuente judicial.

Las fuentes revelaron que la noche del jueves Cerda “iba caminando por el centro y vio que pasó su expareja con Ibáñez en un VW Polo, por lo que de inmediato se subió a un taxi y comenzó a seguirlos”.

Durante el trayecto, Ibáñez descubrió que lo venían siguiendo pero no modificó su recorrido. Al llegar a Fotheringham al 600, donde reside una hija adolescente de la mujer, Cerda le pidió al taxista que estacione delante del Polo, le pagó el viaje y se bajó con el arma reglamentaría en la mano.

Tanto Ibáñez como la mujer permanecieron en el vehículo. El policía la sacó a ella del auto y luego se corrió para el lado donde estaba el penitenciario todavía con el vehículo en marcha.

“Con Ibáñez hubo una breve discusión hasta que el policía le vació, literalmente, el cargador del arma ejecutándole 14 disparos a quemarropa”, la mayoría en el pecho, detalló la fuente. Los peritos de Criminalística recuperaron en la escena del crimen las 14 vainas.

Una vez consumado el homicidio el policía dejó el arma en el medio de la calle sacó el celular y llamó a un amigo para avisarle lo que había hecho. Ni bien llegaron los efectivos de la comisaría Primera se entregó sin oponer resistencia.


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