El Piñón Fijo de las calles de Roca: “Siempre hay tiempo para una sonrisa”

“El baño de mi casa es cinco estrellas. Cuando entras de noche se pueden ver”, dice despertando la risa de quienes pasan a saludarlo en la esquina de Tucumán y Sarmiento. “Hoy la gente anda loca con la crisis y la sonrisa es el mejor calmante”, comenta mientras hace un parate para charlar con “Río Negro”.


Con un desgastado vestuario rojo, amarillo y azul, el “Piñón Fijo” roquense regala su sonrisa a niños, niñas y grandes, para luego ofrecer un globo con distintas formas a cambio de lo que la persona quiera aportar.
A pesar de su maquillaje, no son pocos lo que lo saludan por su nombre real, Gabriel Parra.
Gabriel tiene 57 años y vive en barrio Quinta 25.
“Yo veo que la gente camina por las calles de Roca, haciendo trámites o con preocupaciones y ahí aparezco yo con una sonrisa y un globo. Si ellos tienen algo para darme lo hacen, sino está todo bien”, asegura.

Fotos: Gonzalo Maldonado


Mientras habla, llegan tres adolescentes que salen del colegio. “¿Puedo tener un globo?”, pregunta una de ellas, y de inmediato “Piñón” saca de su bolso algunos globos alargados y forma un corazón y con otra forma un perro salchicha. Ellas juntan unos billetes y se van contentas con sus globos.


“Esto es lo que quiero lograr: siempre hay tiempo para un sonrisa”, afirma mientras saluda a todos los que pasan cerca de su colorida presencia.
Gabriel cuenta que vino de Chile junto a su mamá y cinco hermanos en épocas del dictador Augusto Pinochet. “Yo soy el menor de los cinco, pero quedamos cuatro. A una de mis hermanas la mataron en Ushuaia por cuestiones políticas”, relata, sin dar más detalles.


En cuanto a trabajo dice que ha realizado changas de todo tipo: jardinería, panadería y como antenista. Fue en este último trabajo donde sufrió un accidente mientras cambiaba una antena de comunicaciones.
“Caí de tres metros de altura y me fracturé la columna. Estuve muy mal, pero creo que Dios hizo un milagro y pude evitar una operación que andá a saber cómo iba a quedar”.


Los dolores de espalda le suelen recordar esa caída y es por ello que no puede realizar trabajos pesados. “Cuando hace frío me duele de la punta del pie hasta la punta de la cabeza, pero me tengo que aguantar. No me queda otra”, dice.
La venta de globos no suele generar suficiente dinero para comprar los alimentos de su hijo de siete años, que padece celiaquía. “La gente es muy buena y siempre me ayuda. Con mi esposa hacemos empanadas los fines de semana para juntar el dinero para la leche, que es muy cara u otros alimentos especiales para él. Este Piñón Fijo vive el día a día, pero siempre trato de estar sonriente a pesar de los problemas”, considera.

Fotos: Gonzalo Maldonado


Cuando se le pregunta por qué eligió la imagen del conocido Piñón Fijo, responde: “nunca me gustó eso del payaso que anda a los cachetazos con otros para hacer reír. En cambio Piñón hace cosas sanas y por eso trato de imitarlo, incluso hasta en la tonada cordobesa”, refiere, mientras busca en su bolsillo sin fondo un largo globo que infla sin esfuerzo dibujando la sonrisa de una niña y su mamá.


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