“El problema antropológico de la política”

Si la antropología es la ciencia que estudia, entre otras cosas, la otredad cultural, al otro desde el nosotros pero tomando distancia, comprendiendo cada elemento en sus propios términos, entonces la política argentina es la ciencia de destruir esa distancia, menospreciar la otredad y valorar al otro sólo en los términos del nosotros. Como ciencia, al mismo tiempo, es muy particular, ya que no contiene conocimiento sistemático ni leyes universales e inmutables: quizá el buen político sea más científico en este sentido, pero de seguro no será el ganador. En el caos político, los representantes de las ideas más opuestas se pueden aliar, incluso si antes no podían ni verse, en una suerte de matrimonio medieval que se terminará tan pronto como uno de los dos no pueda proporcionarle al otro el hijo de la victoria. A veces las alianzas son genuinas, con verdaderas ideas en común pero, en un escenario en el que la hegemonía del FpV es casi absoluta, más vale aliarse y después ver qué se hace, en lugar de hacerlo en sentido inverso. Mauricio Macri, el más puro de los opositores, se está dando cuenta de esto. Lo que sí parece impensable es una alianza (al menos pública, porque de los arreglos por debajo de la mesa no nos enteramos nunca) entre el oficialismo y la oposición. Desde el discurso oficial, es el nosotros del buen camino, el proyecto de los derechos humanos, la asignación universal y el matrimonio igualitario; es el otro de los 90, de los golpistas, de la corpo, de Clarín y de la clase media. Desde el discurso opositor, es el nosotros del cambio, del diálogo y el consenso, de la verdadera República; es el otro antidemocrático, del odio y la división, el eterno subsidio y la militancia choripanera. Éste no es un problema, evidentemente, que se le pueda adjudicar solamente a la política en general ni al gobierno de turno, pero sí se los puede culpar de no hacer nada para reducir la brecha. Ni de un lado ni del otro: que el oficialismo utilice el dinero de todos para promocionarse es completamente condenable, pero no por ello exime a los medios privados de la obligación ética de su profesión de ser objetivos. En el medio de esta guerra antropológica estamos nosotros… ¿o no? Asumamos (sólo para el análisis) que la política (a nivel deportivo-institucional) fue la responsable del ataque a los jugadores de River en el último superclásico. ¿Es la política la responsable de todas las declaraciones posteriores? Hinchas de Boca defendiendo lo sucedido y culpando a River de otros males; hinchas y dirigentes de River súbitamente moralistas que olvidaron la muerte de un hincha en su propia platea. También hubo bosteros que pidieron perdón y reconocieron la vergüenza y gallinas que alejaron el debate de lo deportivo-subjetivo, porque el ataque no tenía nada de deportivo. Aunque no nos demos cuenta, la división antropológica se da en la política porque se da en todas las esferas. El cambio, entonces, está en todos nosotros. Pero, si le podemos pedir algo a la clase dirigente, es que no hable de verdadero consenso hasta que Cristina y Macri puedan coincidir en el mismo acto. Carlos A. Labate DNI 39.881.321 Neuquén

Carlos A. Labate DNI 39.881.321 Neuquén


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