El recuerdo al astronauta ruso
Lugar: el espacio muy externo… el cielo más allá del cielo. Día: 12 de abril de 1960. Protagonista: Yuri Gagarin, 27 años. Ruso. Profesión: astronauta. Ese día dio una vuelta alrededor del mundo a bordo de la cápsula Vostok 1, que había trepado más de 100.000 metros impulsada por un cohete disparado de un lugar secreto de la entonces Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas. Contento, a las carcajadas, Yuri volvió a la Tierra luego de 108 minutos de vuelo. En otro vuelo de siete años después –el 27 de marzo del 68– partió a la muerte. Se estrelló piloteando un MIG 15. Pero en Buenos Aires, aquel 12 de abril de 1961 quedó fijado en la memoria de León Ferrari. Y su creatividad no tardó en desplegarse. Así tomó forma “Gagarin”. Una escultura de acero inoxidable de 52 centímetros de diámetro. Abierta. Sugerente. Seductora por toda la imaginación que alienta. Y la fuerza que la define. Seguramente Yuri Gagarin no supo de este “Gagarin”. Pero quizá él esté en alguno de los cruces de ese acero inoxidable que, reunido por León Ferrari, se acaricia estéticamente en idas y vueltas. Entonces, Yuri Gagarin está en Buenos Aires. En una colección, la de Eduardo Costantini. (C. T.)
Lugar: el espacio muy externo... el cielo más allá del cielo. Día: 12 de abril de 1960. Protagonista: Yuri Gagarin, 27 años. Ruso. Profesión: astronauta. Ese día dio una vuelta alrededor del mundo a bordo de la cápsula Vostok 1, que había trepado más de 100.000 metros impulsada por un cohete disparado de un lugar secreto de la entonces Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas. Contento, a las carcajadas, Yuri volvió a la Tierra luego de 108 minutos de vuelo. En otro vuelo de siete años después –el 27 de marzo del 68– partió a la muerte. Se estrelló piloteando un MIG 15. Pero en Buenos Aires, aquel 12 de abril de 1961 quedó fijado en la memoria de León Ferrari. Y su creatividad no tardó en desplegarse. Así tomó forma “Gagarin”. Una escultura de acero inoxidable de 52 centímetros de diámetro. Abierta. Sugerente. Seductora por toda la imaginación que alienta. Y la fuerza que la define. Seguramente Yuri Gagarin no supo de este “Gagarin”. Pero quizá él esté en alguno de los cruces de ese acero inoxidable que, reunido por León Ferrari, se acaricia estéticamente en idas y vueltas. Entonces, Yuri Gagarin está en Buenos Aires. En una colección, la de Eduardo Costantini. (C. T.)
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