El virus, el gasto, Arabela y la pobreza

Por ahora, los sectores más pobres de la provincia no han sido alcanzados por la amenaza de un contagio, pero será casi imposible que ello no suceda. La dispersión poblacional de la provincia ayuda pero la concentración de los grandes planes de viviendas en las ciudades más grandes es una bomba de tiempo.

Falta tanto para que termine esta emergencia sanitaria que es sumamente difícil saber cómo quedará parada Río Negro después de estas semanas de aislamiento social y parálisis. Por sus características demográficas, la provincia tiene particularidades que ayudan a amortiguar la propagación del virus, que por ahora se detecta en aquellos que viajaron al exterior o estuvieron en contacto con alguien que lo hizo, pero en el futuro es muy probable que se extienda hacia otras capas de la sociedad con menos armas y defensas (y dinero) para resistir.

No debería sorprender, en este momento de la propagación del virus, que haya tantos casos en Cipolletti. Junto con Neuquén conforma la urbe más poblada de la región, con ciudades satélites, algunas de las cuales funcionan como residencia: son las que están en la órbita más cercana.

La ciudad rionegrina se ha transformado en las últimas décadas en la alternativa de expansión de la capital neuquina. Cierta clase media que no consigue en Neuquén un lote donde construir halló en los barrios del este de Cipolletti una enorme alternativa.

Comerciantes, empresarios, ejecutivos, petroleros han cruzado el río en los últimos años con la ilusión de encontrar en Río Negro una opción de vida, sin dejar de mantener sus actividades en otra provincia.

Este grupo tiene, en reglas generales, el poder adquisitivo para viajar al exterior, que fue, como es lógico, la vía por la que el virus llegó a nuestro país.

Si la propagación se mantiene como está previsto en las comunidades, pronto llegará el virus a las clases con menos armas para sobrevivir. Será en ese momento cuando más se precise la acción del Estado.

No hay casi ciudades rionegrinas medianas y grandes que no tengan un plan de viviendas donde reina el hacinamiento. O tomas con calles de trazas apretadas y más de una familia viviendo en un pequeño lote.

Hay planes de viviendas enormes (las 1.200 de Cipolletti hablan por la cifra), pero también más pequeños (las 500 Viviendas de Roca) donde la densidad habitacional es alta. Bariloche tiene su barrio Ada María Elflein, con sus angostos pasillos, o Levalle.

Hasta allí tendrá que desviarse la atención que hoy está puesta, y es lógico, en los que llegaron del exterior contagiados y que propagaron, sin saberlo, el virus.

Las provincias y los municipios sentirán (si no lo están haciendo ya) las consecuencias del freno económico. Y del cierre de las ventanillas de cobro, dicho sea de paso. No tienen la posibilidad de emitir, como el Estado nacional, y dependen de la coparticipación de impuestos federales, de las regalías de hidrocarburos y de la recaudación de tributos propios, todos recursos que indefectiblemente irán en caída en los próximos meses.

Los comerciantes y empresarios presionan sobre el fisco para un alivio tributario. Muchos de ellos tienen una planta de personal que sostener sin que se generen ingresos.

Pero también está el sinfín de trabajadores independientes a los que desde los 90 para acá los fueron precarizando y terminaron como monotributistas, desde plomeros hasta instructores de esquí.

El último escalón apenas llega a pisarlo el que ni siquiera tiene regularizada su situación y hasta hace 10 días se ganaba la vida en la economía más informal. Acá ni siquiera se puede disponer de beneficios fiscales, sino de la más tradicional ayuda social.

Para todo es necesario dinero. El año pasado, la provincia de Río Negro tuvo ingresos corrientes por $ 64.557 millones y gastos igual de corrientes por $ 65.555 millones. Tiene obligaciones en dólares derivadas de la emisión de deuda del Plan Castello: en dos cuotas deberá pagar 23.250.000 dólares este año, unos 1.500 millones de pesos, un poco menos de lo que el año pasado le costó el subsidio a la educación privada en la provincia (1.800 millones). En tiempos de pandemias, la gobernadora Arabela Carreras tendrá ahora que ver bien adónde pone el esfuerzo.


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