Élites y representados


La previa estuvo teñida de luto por el fallecimiento del intendente Horacio Quiroga, cuya imagen estará en las boletas de Juntos por el Cambio. La apelación de Lucila Crexell recibió el apoyo de una ONG liderada por Malena Galmarini, pareja de Sergio Massa, quien tiene lazos con Rolando Figueroa.


Después de las 18 comenzará a revelarse si la Casa Rosada tendrá un nuevo gobierno o si habrá que esperar un balotaje para despejar esa duda. En cambio, en Neuquén las definiciones no pasarán de esta noche. Hoy se sabrá si el MPN puede o no mantener su histórico lugar en el Senado, algo que, a la luz de los números de las PASO, le podría ser esquivo esta vez.

No será una elección más para los neuquinos. La previa estuvo teñida de luto por el fallecimiento del intendente y candidato a senador Horacio Quiroga, cuya imagen y nombre estarán impresos hoy en las boletas distribuidas en los cuartos oscuros.

La preocupación de que el MPN pierda su representación en el Senado por primera vez en la historia parece ser más individual que colectiva.

Pero más allá del emotivo reencuentro que significará para los votantes, la lista de Juntos por el Cambio estará encabezada oficialmente por la senadora emepenista Lucila Crexell, quien apeló una decisión de la jueza Carolina Pandolfi que dejaba a Pablo Cervi como primer titular para el espacio de Cambiemos.

Nadie insinuó cuestionar que la imagen del extinto jefe comunal se mantenga en la papeleta. No era políticamente correcto. Incluso el senador Guillermo Pereyra (MPN) fue más allá y lo calificó de “homenaje”. Quedará para los analistas revisar, con más detenimiento y lejos de las susceptibilidades, la decisión, en la que intervino la política y la Justicia, para sostener la misma boleta con argumentos administrativos sobre los plazos de una reimpresión.

También quedará en el fuero interno de cada uno de los que sostuvieron el planteo los verdaderos motivos.

La decisión de la senadora Crexell, que recibió el apoyo de una ONG liderada por Malena Galmarini, pareja de Sergio Massa, quien en la provincia tiene lazos con el vicegobernador Rolando Figueroa, caldeó los contenidos ánimos dentro de Juntos por el Cambio. Su designación inicial fue aceptada con recelo y, luego de los movimientos de las últimas semanas, prefirieron no hacer comentarios públicos.

En el MPN creen que este peloteo traerá agua para su molino. Pereyra, que definió su apoyo al candidato presidencial del Frente de Todos, Alberto Fernández, dejó en claro sus diferencias con su compañera de banca, en un guiño a los votantes de Cambiemos. Entre sus colaboradores sueñan que, un corte de boleta en ambas propuestas nacionales, termine por redituar en su reelección.

En el gobierno provincial, que acompañó bajo estricto tacticísmo la campaña de Pereyra, esperan una mayor polarización que la experimentada en las PASO de agosto. Lo analizan así a la luz de las campañas de cierre y los números de las desacreditadas encuestas electorales.

Sin embargo, el estallido social en Chile abonó un nuevo elemento a la teoría de la hiperpolarización. El masivo descontento social con las políticas del gobierno chileno, que se emparentan con las aplicadas por la gestión de Mauricio Macri, agregó insumos a la diferenciación entre las propuestas electorales hacia la presidencia.

La preocupación de que el MPN pierda su representación en el Senado por primera vez en la historia parece ser más individual que colectiva. Si se repasa el trabajo de los senadores emepenistas a través de los años, se puede observar que actuaron más con independencia que con subordinación a los pedidos del Ejecutivo provincial.

Incluso suele prometerse, en la mayoría de las campañas partidarias, la defensa de los intereses provinciales, algo que, por definición, es incumplible con la representación total que tiene una provincia en el total de la Cámara Alta.

Ciertamente esa visión, localista, es la que se disuelve en un espacio legislativo como el Senado que expresa, solo nominalmente, el federalismo. Esa participación igualitaria que reciben los 72 senadores nacionales parece usarse más con la lógica de las élites, que protegen su cuota propia de poder, que con la representación de los consensos que necesita el país para unificarse.


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