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Es necesario hablar de sexualidad

No hablar de la sexualidad es como no hablar de nuestro nombre o nuestras raíces, propone la psicopedagoga Collavini.

Redacción

Por Redacción

Por Laura Collavini

(laucollavini@gmail.com)

Hablar de sexualidad siempre fue un tema tabú. Hace unas décadas atrás era esperable debido a la forma de vida. El secreto era parte de la vida social. Hijos adoptados que jamás se enteraban, relaciones extra familiares que se mantenían durante toda la vida, hijos no reconocidos. Mandatos que se debían cumplir en forma obligada hipotecando cualquier elección personal y tantas otras cosas que se recuerdan como “en aquella época…”
En el año 2022, donde todo se manifiesta, matrimonios igualitarios hace ya mucho tiempo, ley de aborto instalada, pero sin hablar de sexualidad. Suena contradictorio.
Se pretende modificar el lenguaje como modalidad de incluir algo que aun no se habla con franqueza ni se comprende.


Considero que sería oportuno comenzar desde el principio para ver qué se hace al final. Claro que para eso deberíamos primero trabajar acerca de nuestros prejuicios, madre de muchos males. Los mismos que defendemos como un valor moral, en muchos casos no son más que disfraces que ocultan la propia debilidad. Desde nuestro temor a encontrarnos con esos fantasmas que suponemos no poder dominar, nos aliamos con esos prejuicios y negamos o juzgamos otra realidad.


No hablar de la sexualidad es como no hablar de nuestro nombre o nuestras raíces.
Confundimos sexo con sexualidad. Disfrutamos denigrar nuestro cuerpo y su forma de expresión.
Reducimos la sexualidad a la genitalidad. Eso ya está mal. No es un regular ni un poco satisfactorio. Está mal.


Somos seres sexuales que percibimos y respondemos a estímulos. Desde el contacto con la piel. Todo comenzó cuando nos tomaron en brazos de recién nacidos y nos acariciaron. Nos fueron dando mensajes con cada caricia y cada alimento. Nos fueron estimulando, con cada modalidad, dando paso a conformar nuestra sexualidad que es parte de nuestra existencia.


El desarrollo de la personalidad cuenta con un proceso con muchas variables. No es lineal. Se va conformando a través de nuestra genética, nuestro cuerpo, las experiencias, nuestro entorno, la edad. Vamos demostrando nuestras emociones de una manera diferente y todo aquello que se nos presenta nos provoca reacciones que debemos decodificar. Este es el punto central.
Comprendernos, escucharnos, darnos permiso para conocernos es la parte más difícil en una actualidad que llama a hacer sin pensar.


Pero si no nos escuchamos, cómo podemos saber qué nos gusta y qué no. Qué mirada nos contiene y cuál nos causa rechazo. ¿Cuántas situaciones desagradables podríamos evitar si solo percibiéramos el peligro? Para eso, al igual que el aprendizaje de cualquier instancia, se entrena.

Atravesamos un momento, entre los niños pre adolescentes, que muchos se perciben diferentes, no hombres, no mujeres o no saben qué les gusta. Se suelen sentir confundidos y lo comienzan a expresar en casa o en el colegio. Escuchándolos, pueden tener ciertas percepciones, pero claro, también a esa edad son confusas. ¿Cómo pueden manejar todo ese conjunto de sensaciones sin sentirse abrumados, confundidos y a veces hasta solos o denigrados?


La pre adolescencia, la que se presenta cada vez en más temprana edad, es un tiempo de despertar. Para llegar a ese momento tan intenso es necesario comenzar a hablar desde pequeños, pero no desde el prejuicio, sino desde la valoración de cada uno y la importancia del respeto por la vida propia y la del otro. “Eso no significa cada cual con lo suyo”. Por el contrario, es una invitación a la empatía, poder ponerse en el lugar del otro. Para llegar ahí debo conocer cuál es mi lugar.


Cuando se habla de cómo colocar un preservativo es la parte final del libro. No el comienzo. Cuando se promulga el aborto legal como una declamación de libertad individual, se habla de otra cosa, no del desarrollo de la persona y el respeto por uno mismo y por su entorno.


La sexualidad no es con quién me acosté ni cuáles son los gustos íntimos. No es sólo genitalidad. Es sólo algo más. Es conocer la modalidad propia, la forma de interaccionar con el Universo y con cada parte.
Tal vez, por esta dificultad en la comprensión del término, tengamos tanta dificultad en hablarlo en casa, en los colegios, limitándolo tristemente a secretos y banalidades denigrantes.


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