¿Por qué ya no se le dice «mascotas» a los animales domésticos?

Numerosas agrupaciones proteccionistas comenzaron una campaña para dejar de utilizar el término “mascotas” para referirnos a los animales domésticos que forman parte de la familia. ¿Cuál es el objetivo? ¿Cómo surgió el término? Hablan las protagonistas.

Más allá del título que le pongamos, el vínculo que se genera entre los animales y las personas es de lo más asombroso. Pero así como se dan esos vínculos afectivos y fuertes, también continúa existiendo el maltrato hacia los animales.


En los últimos años se ha generado un gran movimiento en defensa de los derechos “hacia y por los animales no humanos”, y dentro de esos reclamos sociales, también se pone bajo el foco la forma de nombrarlos. En una apuesta por la utilización de términos respetuosos, se plantea por ejemplo dejar de llamarlos “mascotas”.

Si bien existen varias teorías sobre el origen de esa palabra, una de las más firmes es la que proviene del término francés “mascotte”, cuyo significado es amuleto. Pero, ¿cómo surge ese término? Mascotte aparece en la lengua francesa en 1867, en la obra “Les Mystères de Marseille” (Los Misterios de Marsella), ubicada en una ciudad y puerto en la región de Provenza -al sur de Francia-, y escrita por el novelista Émile Édouard Charles Antoine Zola (1840-1902). Tal obra atribuye cualidades de buena o mala suerte a sus protagonistas.

Esta palabra se introdujo en el idioma francés coloquial luego de que la obra cosechara un gran éxito, a tal punto que luego se representó en España allá por 1882. Fue así como comenzaron a nombrar “mascotte”, pero solo a los animales de compañía en la vida cotidiana, desestimando al resto de los animales utilizados para el trabajo y obviamente a los destinados a ser sacrificados.

En 1917 aparece el vocablo “mascota” en español, en el diccionario de Elías Zerolo, que dice textualmente: “Mascota, del francés mascotte; persona o cosa que, según creencia vulgar, da la suerte a otra.” Hasta su actualización correspondiente al año 2021, según el diccionario de la Real Academia Española, la palabra mascota figura su descripción significativa en 3 formas de usos: Persona, animal o cosa que sirve de talismán, que trae buena suerte; animal de compañía; y sombrero flexible.

Los perros, así como tantos otros animales, son cada vez más parte de la familia y eso busca reivindicar esta cruzada.


Pero de aquellos años a hoy, pasó mucha agua por debajo del puente. Los movimientos en defensa por los derechos de los animales fueron imponiendo sus reclamos respecto a diversos temas, y cada vez se abren más paso a través de sus luchas por concientizar sobre la protección, responsabilidad y cuidados; y por supuesto, en contra del maltrato animal y los actos de crueldad. Se ha demostrado que todo ser animal es “sintiente a las emociones y al dolor”, y por esa razón se integran al reparto de la madre naturaleza como “animales no humanos”, a diferencia del animal humano. Según la agrupación de Personas por el Trato Ético de los Animales (PETA), la palabra mascota es considerada ofensiva y piden no emplearla de ahora en adelante, basándose en que “la forma en la que nos referimos a las cosas muestra cómo pensamos sobre ellas”.

RÍO NEGRO habló con Julia Busqueta, abogada y activista por los derechos de los animales; e integrante de “Sin Cadenas” y “Justicia Animal Antiespecista” de Neuquén. Allí, expresó que “el lenguaje crea realidades y por ello es importante evolucionar y adecuarlo, para modificar la realidad de los demás animales. Algunos términos o la sustitución, puede resultar un cambio superficial, pero si entendemos que el lenguaje es una herramienta que en el tiempo ha generado cambios culturales y sociales significativos, debemos aplicar los mismos. Es fundamental el lenguaje antiespecista para evolucionar y deconstruir un sistema antropocéntrico”.

En Roca, una de las agrupaciones de proteccionistas más activas -y pionera en cambiar su nombre- fue “Sin Maltrato Animal RANNHU” (refiriéndose a las tareas que realizan sobre Rescate Animal No Humano). Ana María Fernández, de la ciudad, afirmó que “nunca tomé dimensión del significado de la palabra ‘mascota’. No sé si atribuirles virtudes para alejar desgracias o atraer buena suerte, pero sí puedo decir que los perros que conviven con nosotros son parte de la familia. Son compañía, protección para el hogar y las personas, diversión, y también la responsabilidad que implica tenerlos en la familia”. Adriana Iribarne, otra ciudadana roquense, acotó que “jamás se me ocurre llamar ‘mascotas’ a mis perros y gatos. Lo importante es darle todo lo que ellos necesiten, con mucho amor y calidad de vida”. Por su parte, el educador canino roquense Javier Campbell dijo que “es un término naturalizado por los humanos y genérico, pero en realidad debemos llamarlo compañero/a, por qué son animales de compañía”.

Para María Acosta, de Cipolletti, arquitecta y reconocida proteccionista, “estos términos desactualizados cosifican y van en contra de la lucha diaria para que los animales sean reconocidos como sujetos de derecho”. Acosta fue más allá de la simple definición del sentido de una u otra palabra y mencionó que, según la abogada Graciela Fayt, “no es lo mismo decir que un animal es sujeto de derecho a decir que tiene derechos. Sujeto de derecho es una categoría jurídica que los saca del lugar de objeto. Hablar de derecho de los animales no los saca del lugar de objeto, porque puede ser derecho a una jaula más grande o a que le den un vaso de agua antes del shock eléctrico. Son dos cosas completamente distintas”.


En Allen, un nuevo proyecto llamado “Bien de Perro” integrado por los educadores caninos Luis Ayala y Carla Barrionuevo; y la veterinaria holística María de los Ángeles Pirola, ofrece talleres y charlas gratuitas con el fin de instalar conciencia colectiva sobre el cuidado y la responsabilidad de los animales en los hogares, integrando a las familias multiespecie. La tarea del grupo consiste también en difundir la importancia de actualizar algunos conceptos socialmente aceptados. “Invitamos a gestionar y disfrutar del bienestar en la vida cotidiana de los perros que conviven con vos”, afirman. No solo desestiman la palabra mascota sino también el uso de “tenencia”, cambiándola por la de bienestar y/o convivencia. Según los profesionales “bienestar animal” se refiere a aquel estado -caracterizado por la armonía y el equilibrio- que logra un animal cuando sus necesidades biológicas, sociales, emocionales y cognitivas están satisfechas y el entorno lo contiene, lo estimula y propicia el desarrollo de su potencial individual. Humano o tutor a cargo, lo refieren a aquella persona que se ocupa consciente y activamente de satisfacer las necesidades de sus animales de compañía. Es quien le da la bienvenida al “bienestar” y permite que se instale en su familia como un modo de vida, manteniendo el “amor y el respeto” como fundamentos esenciales. También actúa como multiplicador de consciencia compartiendo su experiencia con el resto del mundo.

“A diferencia del concepto de tenencia responsable, preferimos decir convivencia responsable basados en una convivencia respetuosa. Dicha convivencia debe construirse a partir del día en que pensamos o decidimos convivir con un animal, incluso antes de adoptarlo”, comentaron desde el grupo. “Debemos prepararnos para la llegada de un nuevo integrante al seno familiar. Es importante poder evaluar, a conciencia, las prioridades de la familia y saber si realmente este nuevo cachorro será bien recibido, o si será un problema”, agregaron.

Además, explicaron que “no se recomienda utilizar el concepto de mascota porque nos ubica en un lugar de lejanía, y no se los incluye dentro del entorno familiar humano. Así se lo considera como un objeto, un bien, no un ser vivo complejo y completo como tal”; y resaltaron la importancia de “poder anticipar qué necesita mi perro, según su lenguaje y sus manifestaciones, para poder satisfacer sus necesidades particulares e individuales”. En definitiva, el bienestar animal es un estado complejo e integral. Esto quiere decir que concebimos al perro como un ser atravesado por tres áreas (emocional, social y física). Para que un perro esté bien, no solamente se debe satisfacer sus necesidades físicas -como alimentación, actividad, descanso, cuidados médicos-, sino también poder desarrollar sus capacidades cognitivas, estar atentos a sus estados emocionales y también responder a sus necesidades sociales.


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