Psicopedagogía: El mundo nos necesita unidos

Los festejos de Argentina nos confirmaron, una vez más, que cuando dejamos la grieta de lado podemos ser una potencia.

Diciembre de festejos. Navidad y un Año Nuevo que es opacado, afortunadamente, con una fiesta nacional. Salimos de nuestros límites y contagiamos nuestra felicidad a otros países, que brillaron con nuestra luz, bailaron y cantaron nuestras canciones populares, admirándonos más allá de todo. Nos quieren imitar, a nosotros, que nos criticamos en forma constante, que siempre queremos imitar a otros.


¡Qué belleza! En el alma, en lo vivido, en el sufrimiento que atravesamos en esos minutos eternos. En el corazón estallado de felicidad, en las ganas de compartirlo. Si es argentino es suficiente. Sin edad, ni frontera. Logramos un equipo para sufrir, acompañar y afortunadamente, festejar.

Tener la tercera Copa es una alegría muy intensa y no termina ahí, continúan las bondades que nos ofreció este tiempo mundialista.

Antes de continuar comento una vez más que tengo cero potrero futbolero, sin embargo, la celeste y blanca la tengo tatuada en todo mi ser. El mundial es para mi la imagen de mi país, aunque tienen que andar traduciéndome los partidos. No hablo de fútbol ni de futbolistas porque hago papelones, pero para defender y tirar buenas ondas, soy lo más.

Hacía referencia a la lista y me enorgullece relatarla. Tengo el deseo que todo lo que está sucediendo implique un movimiento social, tal vez no esté lejos de la realidad, pero por las dudas lo voy a poner con energías en mis intenciones para el nuevo año.


Lo que nos dejó el mundial, desde mi perspectiva, fue el encuentro de países, compartiendo espacio en común. Conociendo culturas, reconociéndonos humanos más allá de las diferencias. Lo que nos dejó la Selección. ¡Eso sí que es una maestría!

Trabajo en equipo, con disciplina. Personas capaces que se vieron alimentadas con el otro. Un líder positivo y un objetivo en común. Se manifestaron como equipo unido, se apoyaron en público.

Mantuvieron el encuadre deportivo. Reconocieron las virtudes de sus rivales. Mostraron alegría, compañerismo, sencillez.

Nos comparten sus valores humanos. La relación con sus esposas, padres, hermanos. Los hijos pateando la pelota en la cancha, festejando juntos, como en cualquier esquina de barrio.


Valoraron los procesos, más allá del resultado. Dieron espacio a sus mujeres y familias, reconociéndolas en sus logros.

Estamos en estado de euforia y hasta que salgamos de esta ensoñación podemos disfrutar así, a pleno. Me permito hacer una reflexión en este encuadre de Navidad, que implica “lo nuevo”.

Lo que mostró nuestra Selección es solo una expresión de algo hermoso, o quizás podemos atrevernos a decir que también es una manifestación social.

Así como sabemos que los representantes políticos son frutos nuestros, claro, por votación algunos, pero no todos, ¿será que nuestra Selección de futbol también lo es?

El «Dibu» Martínez, uno de los héroes de Qatar. Foto: Instagram


Nuestros deportistas suelen ser representantes de lujo para todos, sabemos también que el futbol es masivo en nuestro país y el deporte más representativo.

Fue bello ver la cantidad de gente que quiso acercarse a los jugadores en Buenos Aires, millones de personas intentando verlos. ¿Solo por la Copa? ¿O también es una expresión de reconocimiento a todos los valores que mostraron? ¿Será que también somos todo esto? Un país que lucha por estar mejor, día a día cada uno desde su lugar. Con familias que quieren estar cerca, valorando compartir, un logro, sufrimiento, alegría, todo. Respetándose y respetando.

Me sorprende ver las millones de personas fuera de nuestro país que deseaban que ganemos la Copa. Nuestra estrella Messi es una gran insignia y también está nuestra cultura que no vemos. La alegría y desfachatez que nos caracteriza, con nuestra manera espontánea de encarar las instancias de la vida. La conciencia de estar vivos.

Quien sabe. Tal vez el mundo nos necesita más de lo que creemos. A estos millones que el domingo estallaron de felicidad y salimos a festejar con los mismos colores, sin grietas, fundidos en las canciones, si hasta les cantamos a los pibes de Malvinas.


Sin saber nada de futbol sé que cuando la pelota rueda, rodamos todos. La pelota une más que cualquier fecha patria. Somos así.

Alzo alto la copa, para que cuando salgamos de este ensueño, vemos esta faceta nuestra, sea nuestro estandarte y veamos que podemos, así como la Selección, armando equipo. Que también miremos nuestras virtudes, las fortalezas. Todos somos importantes. Somos un gran país.

Por Laura Collavini, Psicopedagoga (laucollavini@gmail.com).


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