Unidos por la música: la historia de Luis y Cristina

Se conocieron de jóvenes gracias a una peña folclórica, donde cantaron juntos. Tras varias décadas alejados, la vida los reencontró y hoy apuestan por la pareja; siempre con la música como protagonista.

Dicen que el destino de cada persona está escrito. Después de varios años de amistad y compartiendo maravillosas experiencias en escenarios, con grandes profesionales del tango y folklore, sin dudas aquellas notas musicales envolvieron el camino de amor y la pasión por la música entre Cristina Oliveros (77) y Luis Muñoz (85). Hoy, la pareja -en la vida real- forma el “Dúo Mayor”: él, acompañado por su guitarra y ella, absoluta dueña de una voz única. Así, ambos escriben su verdadera historia de amor.


A sus 85 años, Luis Muñoz apuesta por la música brindando su espectáculo e incluyendo la voz femenina de Cristina Oliveros. Formó parte de grandes bandas de la historia en la región, como Delta 99, Fisque Menuco (con Chiqui Pereyra, en aquel entonces), también el Dúo Americanto, con Luis Sepúlveda, y otras muchas veces como solista.

“Con Cristina, hace 40 años que nos conocemos por la música, en las peñas. Ella canta vals, tangos y melódico”, cuenta Muñoz. Desde hace año y medio decidieron formar un dúo. “Cambió en mí las ganas de incorporar una voz femenina en mi historia, con una persona positiva. Además del folclore y tango, también hacemos vals, melódicos y cerramos con música movida centroamericana”, comenta.

“Mi papá, Santos Muñoz amaba la música y me crié escuchándolo cantar tangos mientras trabajaba – relata el hombre- . A mi mamá, Micaela Giles, le gustaba la música, pero no era de compartir.

Luis Muñoz nació en Roca y se define como arraigado a su tierra y a su familia. Tiene cinco hijas y cuatro nietos y se emociona cuando habla de sus “cachorras”, así las nombra: Alicia, Rosana, Anahí, Irupé y Natalia. Dos se encuentran muy lejos, dice. Se refiere a Anahí, que vive en Madrid (España) desde hace unos años y a Natalia, que está en Frankfurt (Alemania). “Aunque las extraño mucho, apoyé su decisión; no soy quién para cortarle las alas porque las amo”, comenta Luis a RÍO NEGRO, emocionado. “Son todo para mí, son mis cachorras, junto con mis nietos”.

Tras 52 años de casada, Cristina quedó viuda hace tiempo. Y hace un año y medio se reencontró con Luis, aquel compañero de juventud. Hoy son pareja.


Luis tenía apenas 12 años cuando empezó a incursionar en el mundo de la música y fue gracias a su padre que, según cuenta el protagonista, cantaba tangos desde muy temprano, apenas amanecía, mientras cosechaba y trabajaba en la chacra. “Yo debía ayudar a papá con las tareas. En mis tiempos solo había radio y en aquellos años, los ídolos que sonaban eran nombres tan gloriosos como históricos: “Nelly Omar”, “Julio Sosa”, “Alberto Castillo”, recuerda.

“En una oportunidad, un señor visitó mi casa. Era Antonio Tormo, un famoso cantante mendocino de folclore y querían hacer una gira por Centroamérica, pero mi padre no lo permitió”, cuenta Luis. “Con el tiempo me fui perfeccionando y estudié con un profesor del estilo de música funcional. Yo no entraba en el profesionalismo, era amateur, porque lo mío era más familiar, pero me gustaba y yo iba con mucho entusiasmo, porque sentía la música en mi alma”, comenta.

Luis también recuerda que en aquellos tiempos, un músico se formaba gracias a la experiencia en los escenarios de peñas folklóricas y bares de tango. Por aquel entonces, en Roca había una “boite” llamada “Mogambo” a la que llegaban artistas de Buenos Aires que brillaban en la noche porteña. Con 14 años, con el permiso de su padre y autorizado por la policía, Luis recorría oportunamente la noche para tocar su guitarra.

“Fue así como una vez, una cantante muy famosa dijo: pibe, ¿me puede acompañar?. Mi papá debió ir a la policía, con un certificado para poder asistir como amateur en peñas y demás lugares donde se reunían los músicos”, recuerda. En la música, según comenta Muñoz, se dice que Dios está en Buenos Aires y también Rosario, Córdoba, Mendoza, es decir para un músico, estas son las estaciones grandes para llegar. “Pero nunca pude ir porque era menor, además tenía que ayudar con las tareas en la chacra a mi papá y cuando fui mayor de edad, tenía mi familia”, agrega el músico.

La música sigue siendo un eje de la relación, como hace décadas.


Allá por 1996, Luis Muñoz se dio cuenta de que la música era su vida, un camino que inició como amateur y luego se formó estudiando, dejó atrás su trabajo como mecánico. Desde entonces tiene su taller musical, donde da clases y está abierto a todos los interesados, a partir de los 12 años y sin límites de edad.

“En aquel momento me ayudaron muchos, entre ellos, el director de la banda Delta 99, mi yerno, el Pato Franck y pude hacer el quiebre en mi vida, para decidir este camino”, comenta. Luis recuerda que muchos le manifestaban su descontento. “Te vas a morir de hambre”, me decían, pero siempre dije nunca se muere de hambre cuando se ama lo que hace”.

La trayectoria de Luis como músico es muy amplia. Fue integrante del primer grupo de cantantes de Fiske Menuco junto a “Chiqui” Pereyra, “Sapo” Benítez y Hugo Villegas. También fue parte por varios años de la reconocida banda “Grupo Delta 99”. Más adelante, en su desempeño como solista, fue revelación del Festival del Puestero en la provincia del Neuquén, en el año 2001. Además participó en diferentes festivales como el del Poncho en Catamarca y Pico Truncado, Cosquín o la Fiesta de la Manzana, entre otros. Muñoz grabó 2 discos de música folklórica y latinoamericana. Por su trayectoria y apoyo a la cultura nacional, recibió en 2015 el reconocimiento del Senado de la Nación, con el Diploma de Honor.

Luis cierra asegurando que “hoy tengo muchos alumnos jubilados y han pasado más de 500 en los últimos años, de los cuales varios salen cantando”.


Cristina Oliveros vino desde muy pequeña a Roca. Su particular voz fue el eje que la destacó y la acompañó a lo largo de toda su vida.

Ella nació en Lomas de Zamora, en la Provincia de Buenos Aires. Hija de ferroviario , Cristina llegó a Roca cuando a su padre lo trasladaron, algo común durante aquella época. En primera instancia, fueron a Guerrico, y luego a Roca. Su madre, por su parte, era maestra rural y amaba la poesía.

“Mi mamá escribía poemas y también obras teatrales, que las hacía interpretar por sus alumnos”, cuenta su hija; y recuerda que al llegar a la zona, también atendía el telégrafo de la estación y además daba clases particulares. “Mi madre vivió hasta los 91 años y, hasta sus últimos días, dedicó su tiempo a la escritura”, cuenta.

En el colegio, según relata Cristina, era la elegida para cantar por su voz. Estudió canto y es profesora de piano, pero siempre se inclinó por el canto. Ella tiene dos hijos Débora y Sebastián y cinco nietos.


Hace algunos años que, después de 52 años de casada, Cristina quedó viuda. Y hace un año y medio que se reencontró con Luis para apostar un dúo, ya que el músico quería incorporar una voz femenina en su puesta musical. Así se formó el Dúo Mayor, pero además, ambos decidieron apostar al amor y se convirtieron en pareja en su vida personal.

“Conocí a Luis, una amistad de mucho tiempo, porque tenía una peña folclórica llamada ‘Boca de Hornos’ ubicada en el lado norte de Roca”, comenta Cristina, “en donde se cantaba folklore y yo acompañaba en el escenario a Luis interpretando tangos”.

Ahora, el dúoofrece espectáculos en los casinos de la zona y en diferentes lugares nocturnos. Sin ir más lejos, esta noche estaráne n la Casa de la Cultura, por ejemplo; y así siguen girando y apostando a la música juntos. Y esta vez, la compañía no solo viene por una cuestión musical: ahora también se trata de amor.


Dicen que el destino de cada persona está escrito. Después de varios años de amistad y compartiendo maravillosas experiencias en escenarios, con grandes profesionales del tango y folklore, sin dudas aquellas notas musicales envolvieron el camino de amor y la pasión por la música entre Cristina Oliveros (77) y Luis Muñoz (85). Hoy, la pareja -en la vida real- forma el “Dúo Mayor”: él, acompañado por su guitarra y ella, absoluta dueña de una voz única. Así, ambos escriben su verdadera historia de amor.

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