En el camino – Manejar
Preparando las vacaciones con Nacho, mi pareja, en un momento el entusiasmo quedó interrumpido por cierta angustia. Una buena parte del recorrido será en auto, y manejar me desborda. Siento que no tengo control de la situación y me parece peligroso e imprudente maniobrar una máquina que me excede.
Reflexiones, pensamientos, anécdotas y sueños sobre viajar
Por ejemplo, si el auto se muere en medio del camino, podría abrir el capot pero no sabría que más hacer. Sería como si una tarde me pusieran de titular en un equipo de fútbol. En cambio, y acá creo que empiezan mis conflictos, mi papá sí sabría y entendería qué pasa.
Estoy convencida de que en alguna vida pasada él fue camionero. Me lo imagino conduciendo los trenes de carretera, esas máquinas enormes que cruzan el desierto en Australia.
Cuando viajábamos en el cámper mi papá era capaz de devorarse 20.000 kilómetros en un verano. Y todo él solo, porque mi mamá nunca manejó pese a que tiene licencia. Ella se considera distraída y torpe, y tampoco le gusta hacerlo. Claro, no todos fuimos camioneros en otra vida.
Creo que Nacho también fue chofer en otra vida. Para mí él no manejaba camiones solitarios sino ómnibus de ruta.. Se la pasaba hablando con la gente que subía y así se enteraba de todo lo que pasaba en el mundo. No solo conocía a cada persona por su nombre y por sus historias, sino que hasta se tomaba el atrevimiento de aconsejarlas. Todo esto lo descubrí a los pocos meses de relación, cuando me fue a buscar a Ezeiza. Lo único concreto que sucedió fue que lo vi por primera vez al volante e inmediatamente tuve la sensación de poder iniciar, en ese mismo momento, un viaje hasta la Patagonia, o el fin del mundo.
Me gustaría tener ese feeling natural con un auto pero me siento muy lejos. Mientras hay gente que se ve sexy, yo pierdo mi glamour. Parezco una viejita de dibujo animado avanzando despacio y con la cara pegada al parabrisas. La cosa empeora cuando tengo que estacionar: es como si fuese una ballena que quiere ser parte de un equipo de natación sincronizada.
Una vez en Nápoles logré bloquear el tráfico en las dos direcciones. Fue un sábado en la tarde en la que atravesé el auto en un intento de entrar en un espacio pequeño. Hasta que un cuidacoches me hizo bajar, estacionó por mí y me gritó: “¿¡Quién te dio la licencia?! ¿La Playstation?”.
Así que esta vez, preparando las vacaciones en Australia, decidí que no voy a repetir la historia de mi madre. Voy a prestar atención y, en una de esas, hasta me siento segura y tomo el volante algunos kilómetros. Mi meta es que más temprano que tarde, Nacho y yo podamos manejar en las mismas condiciones. Para eso, tendré que resolver mis miedos y ahí me animaré a encarar con él la ruta hasta Ushuaia. Para dar la vuelta y apuntar a Baja California turnándonos al volante.
Irene Caselli
irenecaselli@gmail.com
Periodista italiana
@irenecaselli
Comentarios