Energía en la era Milei: de los tarifazos, a las exportaciones libres y el RIGI
El primer año del actual gobierno mostró un sendero concreto hacia el cobro de la energía a valores reales. Si bien no se liberaron totalmente las exportaciones, hubo claros indicios en ese camino.
El primer año de la gestión de Javier Milei tuvo una serie de hitos en el segmento de la energía que no son para nada menores ya que después de todo, se trata de un sector en donde los errores de cálculo han terminado costando en los últimos años miles de millones de dólares al Estado argentino en importaciones, especialmente de gas.
El hito más importante que logró el gobierno nacional fue el de transparentar lo más posible los precios reales de la energía eléctrica y el gas natural en las boletas de las facturas.
Traducido en términos claros, a la gestión de Milei no le tembló el pulso para dictar tarifazos que no solo se dieron un plazo más corto, sino que fueron más fuertes en términos porcentuales que los aplicados en el gobierno de Mauricio Macri, pero sin que se generara el caldo de oposición y bronca que se dio en la gestión de Cambiemos.
El contexto de un 2024 en el que todos los precios subían colaboró en la buena aceptación general de los usuarios que no estallaron en amparos colectivos ante subas en las tarifas que superaron el 1.400%.
Pero también fue un éxito la comunicación dada al respecto, dado que desde antes del primer aumento se trazó el sendero de que lo que se buscaría sería llevar las tarifas a los costos reales de provisión de los servicios, que mostraban congelamientos que ponían en jaque la prestación de los mismos o sus ampliaciones.
El segundo hito de la actual gestión es más un logro por no hacer, que por hacer. Y es que luego de largos años de intervención del Estado, costaba pensar en una liberación del precio de los combustibles, pero así se dio.
Las subas acumuladas desde el mismo inicio de la gestión, en diciembre pasado, llegan al 250%, con una rutina ya fija de incrementos mensuales (y un descenso) que permitió al gobierno también casi ponerse al día con el atraso de los impuestos a los combustibles, que llegó a tener un congelamiento de 30 meses.
Estas subas permitieron ordenar en gran medida el mercado del gas y el del petróleo en el país, y sobre todo en el último caso, favorecieron las inversiones para ampliar aún más la producción que llegó a niveles no vistos en los últimos 20 años.
Esta mayor producción de petróleo es la que impulsó algo que hace años que no se daba tampoco, y que es el superávit en la balanza comercial energética del país que en los primeros diez meses del año dejó un saldo positivo de 4.300 millones de dólares.
Este saldo verde se espera siga creciendo, no solo con las ampliaciones de las actuales redes que ya están en marcha, sino en especial con el megaproyecto del puerto petrolero en Río Negro, que podría generar por sí solo, un nivel de exportaciones anuales de hasta 20.000 millones de dólares.
Y es que el último logro de este primer año de gestión radica en haber avanzado, tal vez más lento que lo que las empresas querían pero sin traspiés, hacia un cambio copernicano en la visión de la energía, al dejar de lado la premisa histórica del autoabastecimiento para procurar la máxima renta posible.
Este cambio se plasmó en la Ley Bases aprobada a fines de julio y se ratificó en la reciente reglamentación de los cambios que esa norma introdujo en la vieja Ley de Hidrocarburos.
Las expectativas de las productoras de Vaca Muerta estaban puestas en una liberación total de las exportaciones, pero la letra final del decreto 1.057/24 marcó un camino del medio, en el que se señaló que las exportaciones serán libres, pero para lo cual el gobierno se guardó el as bajo la manga, para poder limitarlas en casos excepcionales.
Un avance fuerte dado por el gobierno nacional en materia energética es la puesta en marcha del Régimen de Incentivo a las Grandes Inversiones (RIGI) que será la clave para los proyectos que, de la mano del gas natural licuado (GNL) buscan sumar otros 15.000 millones de dólares anuales en exportaciones, llevando así a un potencial mercado exportador de los hidrocarburos del tamaño de nada menos que la Pampa Húmeda, pero claro está, que sin el impacto de las sequías.
El primer año de la gestión de Javier Milei tuvo una serie de hitos en el segmento de la energía que no son para nada menores ya que después de todo, se trata de un sector en donde los errores de cálculo han terminado costando en los últimos años miles de millones de dólares al Estado argentino en importaciones, especialmente de gas.
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