Entre Trotski y Larralde
Siendo joven, Aurelio Vázquez abrazó el pensamiento de Liev Davidovich Bronstein, alias Trotski.
Hoy, aquí, sería una falla en la formación del timonero de la Unter que ignorara una de las máximas del célebre revolucionario: «Hay un momento de la lucha en que si la victoria se torna esquiva, se puede oscurecer el ánimo».
Vázquez tiene un estilo abierto. Se siente cómodo en la dialéctica de la acción. Verbo audaz y con incontinencia de ligerezas.
Y cubre déficit de creatividad de su labor gremial con trabajo y más trabajo.
En relación con Vázquez, Miguel Saiz tiene un intelecto más liso en lo que hace a especulación teórica sobre el poder.
Es un radical típico. «Se forja en el partido», diría Crisólogo Larralde. Y -a juzgar por este caudillo de Avellaneda- con eso basta para ejercer el poder.
Saiz, reservado. Desconfiado a extremos que aún sorprenden a sus amigos más directos. Y poco flexible a la hora de reflexionar sobre una decisión ya tomada.
Ante el conflicto docente, el gobernador está hoy decidido a no transigir.
Y abroquelado ahí, apostar a aquello de Trotski: que «oscurezca el ánimo» de la Unter.
Lo de Vázquez, en cambio, es más apremiante. Necesita resultados «ya» para que la advertencia de Trotski no sea realidad.
Y desde anoche Vázquez lidera un gremio algo fisurado.
¿Cómo seguirá este entrevero?
C. A. T.
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Siendo joven, Aurelio Vázquez abrazó el pensamiento de Liev Davidovich Bronstein, alias Trotski.
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