ENTREVISTA A EDUARDO FIDANZA, SOCIOLOGO, DIRECTOR DE POLIARQUIA: «Muchos intelectuales no descifran la realidad en que vivimos»

Fidanza está convencido de que resta trabajar mucho en el campo del pensamiento, para poder ayudar a la sociedad a reinterpretar las razones de los problemas que sobrelleva.

Días atrás, una nota suya en «La Nación» …

Sí, sí… las camas de Procusto…

Generó debates y quizá escozor en algunos casos, en medios académicos, politólogos, sociólogos, analistas políticos, todo un plano intelectual que a la hora de mirar la política suele asumirse como portavoz de «principio único, contenido único, única verdad», como definía Russell a ese tipo de intelectos. Usted los critica…

Yo diría que reflexiono. Reflexiono sobre cómo elaboran sus conclusiones.

Usted habla de la dicotomía que se da entre las teorías compactas, o sea las estructuradas en duros principios que se presentan casi como cerrando todo, dan respuesta a todo, pero se estrellan contra la realidad. ¿Argentina es un paradigma en este tipo de práctica intelectual?

Digo que en Argentina la realidad suele atropellar a la razón… Max Weber en aquello que al racionalismo no siempre le salen bien las cuentas. Así, en Argentina, cuando uno reflexiona la realidad desde dictados muy compactos, inmunes a la misma experiencia que se tiene al alcance de la mano, bueno, colisiona con costumbres, realidades, situaciones que muchas veces se invalidan con soberbia, desdén… Es decir, las mudanzas culturales, la velocidad con que se consumen hoy las generaciones, etc, etc, ponen bajo prueba, en tensión, a la teoría con la realidad… Esta mutación se demuestra en la cotidianeidad misma de la vida de nuestro país. No hay que ir muy lejos en el pensamiento para palparla, descifrarla. Hay colisión así lo escribí yo, entre lo que la razón ordena y quiere y lo que la historia, desde la autonomía de sus propias reglas, deshace y reconstruye a su manera. Muchos intelectuales sucumben…

¿Muy programados para reflexionar en una única dirección?

Hablo más de desprevenidos, que sucumben ante los hechos.

¿Cómo sucumbir cuando lo intelectual es, como mínimo, el apasionante manejo de certidumbre, duda, oscilar en ideas antitéticas?

Primero advierto algo: este proceso no atañe sólo a los intelectuales, alcanza también a no pocos políticos… ¿Por qué sucumben? Creo que no descifran, no desmenuzan la cultura en que vivimos. La asumen para dar cuenta puntual de lo que esa cultura genera, pero no hablan del por qué de esa cultura. Y lo hacen con soberbia o desde la desesperanza. Sentencian sin matices. Apostrofan… desde ya: bajan línea permanentemente. Yo escribí que: «repiten lo aprendido, evitan lo nuevo».

¿Por qué tendrían que aceptarlo si en todo caso, lo nuevo puede implicar algo negativo?

No se trata de que lo acepten o no, la cuestión pasa por otra clave: pasa por no pontificar, por entender más que dictaminar… reflexionar sin prejuicios, no anclar en afirmaciones genéricas, aceptar que la racionalidad propia no monopoliza la racionalidad, puede ser sólo una parte de ella… Asumir todo esto para llegar mejor a la gente… Argentina no es sólo como pregonan muchos intelectuales seducción de la barbarie. Mucho menos y esto es quizá lo que posiblemente generó resistencias a mi artículo: 'El paraíso del Estado de Derecho'… un paraíso que habríamos perdido. Intelectuales que siempre buscan ejemplos en otros países, que los tienen por supuesto, pero a los que les ocultan las cosas oscuras, muy oscuras que tienen esos países… Hablan de la «anomia de hoy» en la vida argentina, como si anomia fuera hija de la transición…Y que no se infiera que hay de mí

parte una actitud de resignación: «Somos así y qué le vamos a hacer». No, de ninguna manera. Digo simplemente que los intelectuales y muchos políticos tendrían que redefinir qué se espera de ellos: no ayudar desde el «pensamiento correcto», sino desde otros planos complejos de descodificar, pero se puede hacer y ayudar así a definir muchas realidades.

Me niego a creer por así decir, que hay un problema de formación en nuestros intelectuales

No, no lo hay. Se trata de que en vez de pontificar ayuden a interpretar y traducir, para comprender con mejor calidad de argumentos, mucho de lo que nos sucede…

Hablando de Carlos Nino formidable pensador hace 40 años atrás Carlos Sánchez Viamonte decía en sus clases que la historia argentina no analizaba aún muy bien la proyección negativa en la conducta de la política argentina, la decisión de la Corte Suprema de avalar desde lo jurídico – constitucional, el golpe del '30. Muchos años después, en los '80, Nino escribió que esa decisión retroalimentó la anomia y la impunidad definitivamente entre los argentinos. ¿Qué opina de esto?

Como usted sabrá, no soy hombre de determinismos. Pero sin duda, una decisión de esa naturaleza tiene que haber calado muy hondo entre quienes ejercitan el poder en forma arbitraria.

¿Qué pasa con la interpretación que se hace del ejercicio del poder político?

Hay mucho de lo que los politólogos llaman neopatrimonialismo, con todo lo que eso implica…

¡Pero a esta altura de la noche!

Es una conducta que recorre toda nuestra historia, con mayor o menor gravitación, pero el ejercicio del gobierno desde la convicción que los bienes públicos pierden esa calidad a la hora de usar el poder y son computados como bienes privados, es una práctica de larga data en nuestra vida institucional… ¡Huelgan los ejemplos!… Claro está que este sistema no lo inventamos los argentinos. Pero aquí el sistema, más o menos atenuado en cuanto a cómo se expresa, va y viene. Y por supuesto, afincado en ese convencimiento, el poder o el señor en el poder busca establecer con el gobernado una relación de siervo, de súbdito.

¿Merituada desde estas prácticas, la democracia argentina está fracasando?

No, no. Aún desde todos los déficit que la definen, también la definen logros. Pero se tiene que consolidar en el marco de una cultura de ejercicio del poder muy dictada por la historia. Algo que por sí sola la democracia no puede desarticular de un plumazo. No es fácil instalar en la cabeza de muchos de nuestros líderes la idea que el Estado no les pertenece, que su pertenencia es plural. Tampoco lo es lograr que el clientelismo instrumento fundamental de este tipo de ejercicio de poder desaparezca. ¡Son culturas!

¿Facundo?… ¿El «Facundo» de Sarmiento?…

No se repite fácilmente un Sarmiento, en Mitre… hablo desde el perfil intelectual, la apetencia de cultura, de formación que tuvieron. La idea, su mundo fue la idea, el manejo de ideas…

El decía que uno de los dramas políticos de Argentina de su época era que se gobernaba «sin las formalidades de discusión» y que el caudillo, Facundo para Sarmiento, ve al Estado como una «tabla rasa en que él va a escribir una cosa nueva, original» ¿Vivimos hoy con ese lastre?

Bueno, ese es un buen ejemplo de parte del lastre que aún sobrellevamos como sistema político, mudar culturas requiere práctica, participación. La gente elige gobernantes y así les otorga legitimidad de poder. Pero en los hechos, en un punto dado, el régimen de gobierno se desvirtúa y se cae en prácticas que a su vez, desvirtúan el ejercicio de la democracia.

¿Cómo encuadra Santa Cruz vista desde aquellas esta dialéctica?

Como expresión de estos tipos de visiones de lo que es la política y el ejercicio del poder que venimos comentando… De ahí también Santa Cruz.

 

Perfil

Eduardo Fidanza tiene 55 años y dos hijos.

Y lleva una vida explicando que no es nada de Amilcar Fidanza, un nombre con impronta propia en la historia de las alas más nacionalistas del peronismo. Hoy muerto, Amilcar Fidanza fue en los inicios de los '60, militante de Tacuara.

-Me acuerdo en el '71, en pleno proceso de internas en Filosofía y Letras, entró Galimberti… engominado como siempre, cara de sobrador… Me miró, me palmeó un brazo y me dijo:

Dale saludos a Amilcar…

No soy nada de Amilcar – le dije. Pegó media vuelta y se fue.

Sociólogo, Eduardo Fidanza es hoy director de la Consultora Poliarquía, tarea que comparte con la cátedra en la UBA, entre ellas es titular de la de Pensamiento Sociológico de Max Weber.

¿Cómo está en las encuestas el matrimonio Kirchner?

El tiene más de 50 % y ella se ubica entre 8 a 10 puntos por debajo.

¿Si es ella, ganaría en la primera vuelta?

Me parece que sí…está por encima de sus rivales, Lavagna y Carrió, por una cantidad importante de votos, cerca del 30 %.

¿Santa Cruz lo desgastó a él?

Seguramente, pero llegar al cuarto año de ejercicio de poder teniendo más del 50 % de respaldo en votos, no es poco en esta Argentina.

¿El o ella?

Hablo de lo que dicen los consultados: 7 de cada 10 dicen que debe ser él.

 

 

CARLOS TORRENGO

ctorrengo15@yahoo.com


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