Feria del Libro: un planeta súper poblado por niños, jóvenes y adultos que siguen leyendo, a pesar de todo

Ni la lluvia, ni la humedad ni el calor que puede hacer en los pabellones acobardan al público que ingresa al predio de la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires. Niños, jóvenes  adultos se reencuentran en una procesión anual, siempre multitudinaria, rendida ante ese objeto primordial que son los libros.

Hace dos días que llueve en Buenos Aires, esa lluvia finita y persistente, molesta. Pero en la puertas de ingreso de la Sociedad Rural Argentina, en pleno plaza Italia, hay poca gente con paraguas y en cambio, hay mucha gente sin paraguas haciendo la cola para ingresar a la 47° Feria Internacional del Libro que se realiza hasta el 15 de mayo. El «planeta» Feria del Libro, es un cuerpo sólido, super habitado, que brilla desde el 27 de abril al 15 mayo respirando su propio aire. Un espacio en el que conviven miles de jóvenes que se dice que no leen; miles de los lectores que buscan y compran y hacen colas para seguir alimentando eso que tanto les gusta hacer; miles de personas que se sientan en salas atestadas de gente a escuchar a sus autores favoritos hablando de temas tan disímiles como los que albergan los millones de libros que llenan este espacio.

Adentro hay aún más gente que afuera. Padres e hijos que se sientan en el piso a ver obras de títeres que se ofrecen en algunos stands; padres e hijos que se sientan en las columnas de los pabellones para descansar y bajar el intenso calor que provoca la humedad y la cantidad de personas que la recorren; cientos de jóvenes que hacen fila, libro en mano, para que María Florencia Freijo les firme el ejemplar de «Decididas»; cientos de personas, adultas en su mayoría, que esperan poder ingresar a la sala José Hernández, a oir a Arturo Pérez Reverte en la presentación de su nuevo libro «Revolución»; otras cientas que escuchan atentas y risueñas la presentación de Fernando Aramburu, el autor de «Patria», ese libro ambientado en los años de violencia política en el País Vasco, su lugar de origen, y que llegó a Netflix hecho serie. Aramburu ha venido ahora a presentar su nueva novela, «Hijos de la Fabula», en una charla con la periodista cultural Hinde Pomeraniec. Todos los días son días intensos y agitados entre los pabellones de la Feria.

En una concurrida sala, el escritor español Fernando Aramburu, presentó su libro «Hijos de la Fábula, editado por Tusquets, junto a la periodista Hinde Pomeraniec.

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El ingreso se hace por el pabellón Ocre que es el lugar en el que están las provincias, la Patagonia, toda junta; Catamarca, Salta, Tucumán, Córdoba, etc. Es raro: se puede pensar que ubicar al interior al principio del recorrido es un privilegio, como encontrar en ese mismo pabellón el stand de Orgullo y Prejuicio, que es el espacio de diversidad sexual y cultura dentro de la Feria. Pero si se mira el mapa completo de la feria, este espacio queda alejado del resto de los pabellones. Para llegar a los pabellones azul, verde, amarillo, rojo y blanco, donde se concentran las actividades más convocantes, hay que hacer un trecho por afuera.

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Una parte del recorrido para llegar a los otros pabellones se hace dentro de un túnel. Un túnel que recuerda los 40 años de democracia con un seleccionado de fotos de la Asociación de Reporteros Gráficos de la Argentina (ARGRA) que repasan la historia argentina de las últimas cuatro décadas (desde Alfonsín a Messi alzando la Copa del Mundo). Las actividades centrales para reflexionar sobre esta fecha, «El valor de la democracia y qué hacemos con ella”, se desarrollará entre el 10 y el 13 de mayo, con la participación de escritores, periodistas, sociólogos, ensayistas y militantes de organizaciones de derechos humanos.


Miguel Gaya, coordinador general de esas actividades, dijo: «Hace cuarenta años concluía la más terrible dictadura cívico-militardel siglo XX en Argentina. Dejábamos atrás el terrorismo de Estado, pero nos internábamos en la democracia con todas las heridas y consecuencias de una sociedad y una economía desquiciadas. La convivencia democrática se reiniciaba con una vara autoimpuesta alta y digna: con la democracia se cura, se educa y se come; la Justicia se hará cargo de los crímenes atroces cometidos. Parecen raseros mínimos, pero eran fundacionales. Nadie entonces se hubiese atrevido a afirmar que duraría cuarenta años. Pero acá estamos. No habrá sido una democracia de cantón suizo, pero no ha podido ser más argentina. Cuarenta años de vértigo, cuarenta años interrogándola y dando respuestas. Y defendiéndola”.

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En los pabellones Azul, Verde, y Amarillo, casi no se puede caminar. La Feria ocupa 45 mil metros cuadrados, 12 salas de actividades, hay más de 500 stands y alrededor de 1500 expositores. En cada una hay cientos de personas, moviéndose, caminando, comprando, esperando la firma de un libro, mirando.

En el Stand de Libros del Fondo, por ejemplo, donde se venden las obras completas de Jane Austen en una edición florida, los jóvenes se arremolinan alrededor de la obra de la escritora británica. «Orgullo y prejuicio», su obra más comentada y conocida (la historia de amor entre Elizabeth Bennet y Mr. Darcy) se agotó en estos primeros días. No sólo se terminaron los libros en español, que cuestan 5.800 pesos, sino también su versión en inglés, que sale 6.100. Los otros libros que buscan los más jóvenes en este stand son Ana, la de tejas verdes, de Lucy Maud Montgomery, y «Mujercitas», de Louisa May Alcott.

Hay stands con más actividad que otros. Pero en todos, incluso en lo más pequeños, hay mucha gente husmeando libros, buscando novedades, dándose un gusto. Es principio de mes, y muchos expositores suponen que el cobro del sueldo, sumado al día gris y lluvioso trajo más gente que otros días a la Feria.


Apostillas: momentos y libros imperdibles en la Feria del Libro


Una música, de Hernán Ronsino, ganador del Premio de la Crítica que otorga la Fundación Feria del Libro. Escritor argentino, nacido en Chivilcoy, en este libro sigue los pasos y las derivas de un músico que ha heredado de su padre mucho más que bienes. Juan Sebastián Lebonté es músico, no por vocación sino por prepotencia paterna. En una de sus giras por pequeños pueblos de Europa del Este, recibe la noticia de que su padre ha muerto y decide regresar a Buenos Aires. Cuando llega el momento de hablar de la herencia, Juan se entera de que su padre, quien consiguió una muy buena posición económica durante los años setenta, solo le dejó un campito en el conurbano. Editado por Eterna cadencia

La paciencia del agua sobre cada piedra. Un libro maravilloso de relatos de la escritora argentina Alejandra Kamiya, editado también por Eterna cadencia.

El libro que escribió el cineasta Werner Herzog, Del caminar sobre hielo, un libro pequeñito y precioso editado por Entropia que narra la tozudez y prepotencia del realizador cinematográfico, que «salvó» a su amiga por sólo caminar hacia ella. ¿Qué cuenta?. A fines de 1974 llamaron a Herzog para decirle que la crítica Lotte Eisner estaba muy enferme en París y a punto de morir. Él tomó un abrigo, una brújula y un buen calzado para caminar los 800 kilómetros que la separaban de ella, convencido de que si hacía ese trayecto no moriría. «Nuestra Eisner no debe morir, no va a morir, yo no lo permito. No morirá, no. No ahora (…). Mis pasos son firmes. Y ahora tiembla la tierra. Cuando yo camino, camina un bisonte. Cuando descanso, reposa una montaña. Cuidado! No lo tiene permitido. No morirá», escribe.

En el stand de Riverside, han hecho algo que muestra la conexión entre el lector y esos libros que se exponen ahí. En lugar de las recomendaciones de críticos y especialistas, pegaron postits a varios de sus librois con lo que la gente, los lectores en definitiva, piensan de esos textos.

Los lectores dejan sus comentarios sobre los libros.

En una de las salas, el viernes a las 20:30, Tamara Tenembaum, filósofa, escritora, autora de ensayos como «El fin del amor» habla junto a Marina Yusczuk («La inocencia»), Gael Pérez Rossi («Machito») y Gabriela Saidon («Cartas Quemadas») en una mesa titulada «La educación sentimental. Amor, sexo y diversidad». Hay gente, jóvenes sobre todo, que llenan la sala. Hay gente sentada en el piso, muchos filmando secuencias enteras del diálogo entre los autores. Una hora se hace corta para el título largo que los convoca. Pero Tenembaum anuncia algo que espera el público-fan que llegó hasta allí. La serie de Netflix, «El fin del amor», basada en su ensayo y con Lali Espósito en el papel de Tamara, tendrá una segunda parte.

El sábado, hubo presentaciones (como la de Dolores Reyes que habló de «Miseria», su nueva novela luego de «Cometierra»); firmas de ejemplares; charlas magistrales (como la de Alberto Fuguet hablando de santiago de Chile, ciudad invitada a esta Feria); convocatorias masivas, como la de Arturo Pérez Reverte, que logró una cola que empezaba al filo de la puerta de ingreso a la sala J. Hernández y terminaba afuera, bajo la lluvia; como la de Fernando Aramburu. Afuera de noche y seguía lloviendo, finito, persistente. Adentro, un hormiguero de lectores, distribuidos entre stands, charlas, y también en las cafeterías distribuidas generosamente a lo largo y ancho de toda la Rural.

Un día, un día de cinco o seis horas, no alcanza para recorrer toda la feria. Para detenerse, mirar, preguntar precios, buscar ofertas (hay stands que ofrecen 3 libros por dos mil pesos), escuchar charlas, ir a presentaciones. Hay momentos de agobio, por la cantidad de gente, por la cantidad de libros, por los precios (4.600 puede ser el precio promedio, pero hay de más, y de un poco menos). Pero por sobre todo, se respira la sensación de habitar ese otro planeta, el de los libros, que sigue ahí, inmutable, eterno, heroico, necesario.


La entrada general a la Feria del Libro cuesta 1.200 pesos los viernes, sábados y domingos. De lunes a jueves cuesta 800 pesos. El ingreso es gratuito todos los días para menores de hasta 12 años inclusive, docentes, visitas escolares y personas con discapacidad. De lunes a jueves es gratuito para estduiantes, jubilados y pensionados.


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