«Duro de matar», la película que cambió el cine de acción y reinventó a Bruce Willis

El filme de 1988 marcó un cambió de rumbo para el género, a partir de la inclusión de un actor sin antecedentes en ese tipo de cine y con un guion rico en matices y variantes.

Arnold Schwarzenegger, Sylvester Stallone, Harrison Ford, Richard Gere, Clint Eastwood, Burt Reynolds, Nick Nolte, Robert De Niro y Don Johnson, todos ellos tienen en común haber rechazado ser John McClane. Sin embargo, el primero en negarse fue Frank Sinatra. Sí, el viejo Frank debía ser el policía de Nueva York que viajaba a Los Ángeles para intentar reconciliarse con su esposa, pero que, inesperadamente, se topa con un grupo de delincuentes dispuestos a volar un edificio, el célebre Nakatomi Plaza, con todos sus habitantes adentro, entre ellos McClane y su esposa. Hablamos, por supuesto, de “Duro de Matar” (Die Hard, 1988).


Para cuando los productores de la 20th Century Fox comenzaron a trabajar en el filme, a mediados de los 80, Sinatra ya era un hombre que superaba los 70 años y no se veía protagonizando un filme como este. Pero, ¿por qué Sinatra? Porque había sido el protagonista, en 1966, de “El detective” basada en la novela homónima y, por contrato, debía protagonizar el filme basada en su secuela “Nothing Lasts Forever”, publicada en 1979. Y ese filme era “Duro de matar”.
Sin actor protagónico a la vista tras la sucesión de rechazos al papel de McClane, los productores, corridos por el tiempo, se tiraron a la pileta con un nombre que nadie había siquiera considerado hasta entonces: Bruce Willis.


Decidido a ser actor, actividad que, en un principio, desarrolló para superar su tartamudez, Willis tomó papeles menores durante la primera mitad de los ‘80 hasta que, en 1985, obtuvo el rol de David Addison, el detective canchero y seductor de “Luz de Luna”, la exitosísima serie de tevé que coprotagonizó con Cybill Shepherd. Desbordante de carisma y una gestualidad amigable, Bruce Willis se encaminaba a ser un galán de comedias románticas hasta que le tiraron sobre la mesa el guion de “Duro de Matar”.


Sin antecedente alguno en películas de acción y muy lejos del estereotipo de los actores de acción de su época, Willis ni siquiera era un tipo musculoso. Su cuerpo nada tenía que ver con los hiperanabolizados físicos que portaban actores como Schwarzenegger, Stallone, Jean Claude Van Damme o Chuck Norris, acaso el más duro entre los duros. Willis, en cambio, era todo sonrisa relajada y mirada seductora.


¿Por qué funcionó Bruce Willis, entonces? Porque, así como él era un actor diferente para el canon del cine de acción de los ‘80 también la película lo era. Su guion, escrito por Jeb Stuart y reescrito por Steve de Souza, es una joya y la clave del éxito del filme. Dirigida por John McTiernan, que venía de pegarla con “Depredador” (1985), fue, en parte, su decisión hacer de “Duro de Matar”, un filme de acción diferente. Se tomó todas las libertades necesarias, menos una: la acción debía suceder en Los Ángeles en vísperas de Navidad.
Fue la novia de McTiernan, quien, ante la negativa del elenco estable de la época comenzó a pensar variantes por fuera del canon y fue que sugirió la posibilidad de ofrecerle el personaje a Bruce Willis, un tipo de la tevé sin experiencia en el género… ¿qué podía salir mal? Muchas cosas, pero, fue solo a partir de que “Luz de Luna” se interrumpió por el embarazo de Cybill Shepherd que Willis aceptó. Porque sí, también él había rechazado ser John McClane.


“Duro de matar” es hasta bien avanzado el filme, una película romántica: un tipo que cruza el país de costa a costa sólo para salvar su matrimonio y recuperar su lugar en su familia que se había mudado de Nueva York a Los Ángeles porque ella, Holly Gennero (Bonnie Bedelia), había conseguido un importante cargo ejecutivo en Nakatomi Corporations. Casi veinte minutos tuvieron que pasar hasta que la película comience a violentarse y el personaje de Willis se vea enfrentado a un grupo de delincuentes bien organizados por su líder Hans Gruber (Alan Rickman).


Apenas unos minutos de diálogo con su esposa, a quien va a ver en la fiesta corporativa del Nakatomi Plaza, fueron suficientes para McClane sobre que aquello no iba a funcionar. Y mientras evaluaba seriamente irse de allí, es cuando comienza la acción. Y lo primero que hace es esconderse. A diferencia de los héroes de acción de la época, McClane no está preparado para nada de lo que le sucederá. Es un simple policía hecho en las calles neoyorquinas que se enfrenta al peligro sólo porque su esposa está allí.
Bruce Willis dio forma en “Duro de matar” a un nuevo (estereo)tipo de héroe de acción, uno falible en el que podían convivir tiros, sangre y explosiones con salidas ingeniosas, sonrisas y reacciones cargadas de ironía. Incluso se permite momentos de reflexión acerca de su propia vida.


“Duro de matar” fue el comienzo no solo de Bruce Willis como uno de los actores más taquilleros del cine de acción, sino también el de un nuevo modo de pensar a sus protagonistas, incluidos los villanos. Porque Hans Gruber también es un villano distinto: un tipo formado intelectualmente y capaz de improvisar con lucidez cuando los hechos le van mostrando nuevas opciones.
Hace unos días, Bruce Willis, a los 67 años, anunció, a través de un comunicado firmado por su familia, que se retira de la actuación por padecer afasia, un trastorno cognitivo que impide comprender correctamente el lenguaje. Curiosamente, había sido a través de la actuación, siendo un adolescente, en los ‘70, que encontró la forma de superar la tartamudez que lo afectaba.


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