Patoruzú, historia del superhéroe originario que buscaba convertir a los malos en buenos

Este viernes inaugura en Neuquén "A todo Patoruzú", este monumental trabajo del Centro de Historieta y Humor Gráfico Argentinos de la Biblioteca Nacional dedicado a la figura del popular personaje y su creador Dante Quinterno.

La historia de Patoruzú, uno de los personajes más queridos y representativos de la cultura popular argentina, es contada de manera original y, en parte, inédita, a través de la muestra “A todo Patoruzú”, un monumental trabajo producido por el Centro de Historieta y Humor Gráfico Argentinos de la Biblioteca Nacional, y que, desde el próximo viernes, podrá visitarse en el Museo Gregorio Álvarez (San Martín 280, Neuquén). 

“A todo Patoruzú” fue montada  por la Biblioteca Nacional con motivo del 90° aniversario de la creación de este entrañable personaje y ahora, cuatro años después llega a la ciudad de Neuquén con su montaje original compuesto por cerca de cien originales de Dante Quinterno, entre ellos su poderosa producción personal de historietas e ilustraciones de los inicios de la serie, junto a varios manuscritos y bocetos inéditos, a fotografías y material fílmico original restaurado para la ocasión, a periódicos antiguos y a objetos de colección. Las imágenes que ilustran esta nota son parte de la muestra.

Portada de la primera edición de la revista Patoruzú, publicada en 1936.

La inauguración tendrá lugar el próximo viernes, a partir de las 19:30, con entrada libre y gratuita. De la misma participarán el artista Martín Motta con una intervención de pintura en vivo, la Escuela Municipal de Folclore con pasadas de baile y contará con la musicalización de Javier Roga, conocido como DJ Negro. También estará presente José María Gutiérrez, director del Centro de Historieta y Humor Gráfico de la Biblioteca Nacional Mariano Moreno y curador de la muestra “A Todo Patoruzú”. 

En una entrevista telefónica con RÍO NEGRO, Gutiérrez contó de qué está hecha la muestra y dialogó acerca de la génesis de los personajes de la tira, del momento histórico en que ganó popularidad y de las características que su creador le dio para convertirlo en un personaje único, incluso a nivel internacional. 

“La muestra expone los inicios de su creador, Dante Quinterno, de cuando empezó a dibujar, y cómo fue su llegada a la creación de este personaje, de qué está hecho Patoruzú.  Pueden verse una cantidad de documentos que informan cosas que no habían sido dichas sobre el personaje y su creador, una persona muy especial que dio solamente dos entrevistas en su vida porque una tercera, que dio 50 años después de la segunda, el reportero ni siquiera pudo verlo: dejó unas preguntas anotadas en la editorial, Quinterno respondió las que se le dio la gana, el periodista las paso a buscar y con eso armó la nota. Los tres están exhibidos en la muestra”, adelantó Gutiérrez, quien destaca el hecho que todos los materiales exhibidos son originales.  

Don Gil Contento y Julián de Monte Pío, los dos personajes que antecedieron a Isidoro Cañones. quienes estaban a acompañados por un Patoruzú que luego cambiaría su fisonomía y caracterización.

“Lo interesante de la exposición es que exhibe los originales del propio Quinterno, que son muy raros de ver. Hay que tener en cuenta que dejó de firmar en 1940, porque luego dio indicaciones y era bastante severo con sus dibujantes”, sostiene.  

El hecho de que Quinterno haya dejado de dibujar la tira tan pronto no implicó que el trabajo de ilustración haya perdido calidad ya que mantuvo una minuciosa supervisión sobre su equipo: “Es posible ver la mano de él”, aclara Gutiérrez respecto del montaje de la muestra. “Y una vez que incluso hasta deja de firmar también es posible ver dónde están las intervenciones de él, dónde él mete alguna corrección. Tiene un estilo tan notable, fue un dibujante tan grande, al punto que Guillermo Roux, quien en sus inicios fue parte del equipo de Quinterno, lo llamaba el maestro”. 

Dante Quinterno, rodeado de su creación más pópular.

El Patoruzú central de esta exposición no es el Patoruzú “industrial”, que es el Patoruzú de las revistas que aún se siguen vendiendo, cuya última historieta original se produjo en 1977, sino que “es la producción artesanal, artística de Quinterno y de los notables artistas que trabajaron junto a él como fueron Rodolfo Claro, Guillermo Roux, tipos que luego fueron importantísimos en el campo de las artes plásticas”. 

Para Gutiérrez, Quinterno es “la correa de transmisión entre la antigua escuela de la historieta argentina que representó Arturo Lanteri y ‘Las aventuras del negro Raúl’, y lo que se hizo a partir de Patoruzú. Quinterno estuvo unos meses apenas al lado de Lanterni y aprendió todo lo que pudo de él”.  

José María Gutiérrez, director del Centro de Historieta y Humor Gráfico de la Biblioteca Nacional Mariano Moreno y curador de la muestra “A Todo Patoruzú”. 

Quinterno, que era hijo de piamonteses y había nacido en Buenos Aires,  en 1909, se propuso crear un personaje diferente a todos los de su tiempo, el famoso chanta porteño, el pícaro que no quería trabajar,  que aparentaba ser lo que no era y que buscaba ascender con apariencias y ese personaje diferente, bueno, fue Don Gil Contento, al que siempre le iba mal pero que en el último cuadrito siempre hacía una lectura candoroso de lo que le había sucedió con reflexiones del tipo ‘pobre gente, me robaron el reloj y mi reloj atrasa’.  

Don Gil Contento estaba acompañado por un personaje secundario que no era otro que el cacique Patoruzú, el último de los tehuelches.  “Las aventuras de don Gil Contento” se publicó por primera vez en 1928 en el diario Crítica, pero sólo duró dos días. Tiempo después, Quinterno retomó la serie, pero con algunos cambios sustanciales. 

Patoruzú no derrota a los malvados, sino que trata de convertirlos en buenos».

José María Gutiérrez.

Cuenta Gutiérrez: “Para sostener una tira diaria tenés que tener un esquema y un conflicto muy fuerte porque al poco tiempo se te acaban los chistes. Entonces, Quinterno convierte a su personaje bueno en otra chanta más que es, primero Julián de Montepío y luego Isidoro Cañones, pero, a diferencia de los demás dibujantes, introduce un segundo personaje que es este ahijado que le cae de la Patagonia. Una herencia muy particular, por cierto, ya que creía que le iban a dejar un tesoro y lo que le dejan es a Patoruzú (risas). El dúo le permitió a Quinterno sostener una serie en el tiempo. Así, el personaje bueno, inocente si que quiere, lo trasladó a Patoruzú”. 

La publicación que alojó a Patoruzú en Nueva York.

El personaje de Patoruzú empezó a crecer, a tener éxito entre los lectores y se convierte lentamente en el protagonista. Quinterno prueba que sí es posible crear un personaje bueno y que funcione. Aquí, Gutiérrez desarrolla una interesante hipótesis: “Estamos en la tristemente célebre Década Infame, un momento de profunda depresión económica y política, pero también moral de los argentinos. Patoruzú se vuelve muy popular porque viene a decirnos que los argentinos no somos así, no somos infames. Y algo que se ve muy bien en la muestra que Patoruzú no derrota a los malvados, sino que trata de convertirlos en buenos. En eso se diferencia de otros (super)héroes del cómic: el poder de Patoruzú proviene de su moral, es poderoso porque es bueno, es ético. Eso fue muy poderoso para la Argentina de su tiempo”.  

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Quinterno era profundamente cristiano y el cristianismo atraviesa toda la serie de Patoruzú, sostiene Gutiérrez. “Patoruzú busca convertir en buenos a los malos, hay una cosa muy cristiana ahí. Y busca redimir a Isidoro, lo va a perdonar una y otra vez sea la macana que sea que Isidoro le haya hecho”, apunta.  

Lo interesante y a la vez misterioso, destaca el curador de la muestra, es que Quinterno recurre a un pueblo originario como es el tehuelche; y menciona un comentario del célebre historietista sueco Art Spiegelman, creador de Mauss, quien, además de conocer a Patoruzú, sostiene que debe ser el primer superhéroe aborigen en la historia del cómic. La elección de Quinterno es muy curiosa porque, reflexiona Gutiérrez, podría haber elegido un gaucho, por ejemplo. Pero, por qué un tehuelche es un misterio.  


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