La «muerte del sol»: el eclipse desde la cosmovisión mapuche

Para los pueblos originarios del sur de Argentina y Chile, a partir de este gran evento astronómico la vida, la Tierra y los seres humanos asumen un nuevo momento y un nuevo caminar, hay un elemento de permanencia y de cambio.

Las comunidades mapuches del sur de Chile y Argentina se prepararon para el eclipse de sol que, durante poco más de dos minutos, oscureció el cielo de sus territorios por primera vez en más de un siglo este lunes poco después del mediodía y que en su cosmovisión implica la “muerte del Sol” y el inicio de una nueva etapa.


Para los mapuches, el eclipse -o Lai Antü en mapundungun- significa literalmente la muerte del sol (aunque sea momentánea) y presagia movimientos negativos (aunque no necesariamente malos) para los que las comunidades han de prepararse con respeto y mucha cautela.

El eclipse fue visible de forma total a partir de las 13:03 locales en el sur de Chile en las regiones de la Araucanía, Los Ríos y en zonas del Bíobio. También en todo el norte de la Patagonia argentina.

En toda la región existen numerosas comunidades mapuches asentadas en las zonas donde en las que se vio en forma privilegiada el fenómeno astronómico, como el centro y la cordillera de la provincia de Neuquén y en toda la Línea Sur y costa Atlántica de la provincia de Río Negro.

En la visión cosmológica mapuche los astros padres como el Sol «refleja una energía que rige la vida». Cuando se tapa «hay una muerte del sol», lo que no es algo bueno aunque sea efímero, explica a The Associated Press Diego Ancalao, weichafe (guerrero) de la comunidad mapuche Lonko Manuel Ancalao y presidente de la Fundación Instituto Liderazgo y Desarrollo Indígena. Según explica, en su comunidad los eclipses son interpretados como una lucha entre el Sol (antü) y la Luna (küyen).

«Antü y Küyen son opuestos, pero complementarios. Ambos necesarios para mantener el equilibrio. El origen del pueblo mapuche reconoce como primera familia espiritual a una pareja de ancianos y una pareja joven que viven en el cielo y que crearon la humanidad», indicó.

Según los mapuches, durante el eclipse el Sol es atacado y de cubrirse por completo podrían pasar cosas negativas porque la falta de luz en la Tierra puede interpretarse como un cambio espiritual.


Natalia Caniguan, directora del Instituto de Estudios Indígenas e Interculturales (IEII) de la Universidad de La Frontera, en Temuco, capital de la Araucanía, coincide y agrega que «es una forma en que la naturaleza se expresa para enviar un mensaje» que en general es algo negativo o al menos perturbador para lo que hay que estar preparado. Ancalao pide recordar que tras el eclipse que se vivió en el norte de Chile en julio de 2019 llegó el estallido social de octubre y la pandemia del covid-19.


El eclipse transmite el mensaje de que «algo no estamos haciendo bien como sociedad y que los equilibrios que tienen que existir en la relación entre hombre y naturaleza no están siendo los adecuados», señala Caniguan.


La experta asegura que para los mapuches el hombre y el medio ambiente es uno mismo, es decir, deben estar en una relación de equilibrio, y cuando esto no ocurre, la naturaleza se manifiesta. «Está muy vinculado a este conocimiento de los pueblos indígenas y mapuche de leer las señales de la naturaleza», agrega.


Esas señales, dice, pueden obedecer al daño que se le ha hecho al planeta. «Le han secado los ríos, le han destruido los bosques nativos, la gente ya no hace ceremonias, ha habido un extractivismo tan brutal que ha destruido la madre tierra».

Sin embargo, el líder mapuche agrega que estas señales de la naturaleza también revelan algo positivo. En la cosmovisión de su comunidad, «lo negativo no es malo. Simplemente es parte del equilibrio de lo positivo. La negatividad es un componente fundamental sin la que no hay un equilibrio». Y, nuevamente, el equilibro interior e individual en este caso es clave.


Lo que podría seguir al eclipse es una serie de cambios cosmológicos. «Hay un ciclo de la vida y del cosmos que fenece, pero también es una muerte transitoria a partir de la cual viene nueva vida, nuevos bríos, brotes, nuevas energías», afirma de a su vez Pedro Canales, historiador especializado en comunidades indígenas de América Latina y el Caribe de la Universidad de Santiago (USACH), citando a la educadora mapuche Elisa Loncon.


Hoy en día los pueblos indígenas saben que «a partir de este gran eclipse la vida, la Tierra, los seres humanos asumen un nuevo momento y un nuevo caminar, hay un elemento de permanencia y de cambio», afirma el historiador.


Por todo esto, las comunidades mapuches se preparan para el evento.
«Es un día que se vive muy reflexivamente y quizá algunos territorios o familias puedan hacer una oración especial», afirma Natalia Caniguan
A diferencia de lo que el eclipse sería para un turista o para miembros de otras comunidades, para los mapuches la preparación está relacionada con guardarse y no ver el eclipse porque «la tiniebla o la oscuridad implica la pérdida de las certezas, por lo que hay que estar en la ruca (vivienda)», agrega Canales.

También pueden realizarse algunos rituales. Uno de ellos se conoce como llellipun, una rogativa para que a la gente no le ocurra nada malo. De este modo, agrega Ancalao, se permite «el nacimiento de un nuevo tipo de persona que tenga la capacidad de cambiar los hechos negativos que han subyugado a toda una sociedad, no solo mapuche sino también la chilena».


Para Ancalao este nuevo ciclo podría marcar «el final de una forma de explotar la naturaleza por la supremacía de la utilidad y al hombre por el capital, que ha destruido a esta sociedad».


«La gran diferencia es que los Mapuche, y los indígenas en general, ubicamos la vida en el centro del desarrollo. Esta es la única forma de perpetuar la especie humana», concluye.


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