Esta es la cadena vital que se activó en el accidente de Río Colorado

Foto: Archivo.

El caso de Camilo Martín Jara (45) cruzó las vidas, circunstancias y oficios de una numerosa familia, con gente que no conocían, del otro lado de la provincia. Vecinos de Allen, una estudiante de Cipolletti, personal de emergencias de Roca y Río Colorado coincidieron en torno a la salud de él y su hermana Lucila (53). Ambos se recuperan hoy, afortunadamente, sin riesgo de vida.

Una hora antes de que se estrellaran contra una Volkswagen Surán, Martín le había mandado mensajes a su esposa Romina, desde la Ruta 22. Era cerca del mediodía. Eso la dejó tranquila: el viaje de su compañero para ver a sus hijos en Bahía Blanca, después del día del Padre, iba bien. Pero de pronto, un llamado la descolocó. Era su cuñada, llorando. El mundo se le vino abajo.

A partir de allí, la desesperación, el miedo, todo multiplicado por cada uno de los parientes de este hombre, que en total, tiene 10 hermanos, varios residentes en el barrio Costa Oeste de Allen. Con los primeros diagnósticos rondando, tres de ellos (Cristian, Brenda y Mariela), acompañaron a la esposa hacia el otro extremo de Río Negro.

Foto: Archivo.

En ese momento, a 300 kilómetros de allí, las zapatillas blancas de Aylen Caballero avanzaban apuradas entre los coches que se agolparon al escuchar una frenada y el estruendo del impacto. Sus últimas materias de kinesiología le dieron el coraje para acercarse y ofrecer ayuda. No es la primera vez que lo hacía. Ahí conoció a Martín, que le manifestó el dolor insoportable de su pierna dañada, molida. Y la preocupación por Lucila, que los escuchaba hablar desde el asiento trasero, hasta donde la empujó el choque.

“Él quería estar con su familia, no quería morir”

Aylen Caballero
Estudiante de kinesiología, 22 años

Mientras, a ocho kilómetros de Río Colorado y sin señal, el destino quiso que Ana, una médica, estuviera en esa misma ruta, a esa hora, a bordo de una ambulancia y junto a dos enfermeros. A las manos de ellos tres se sumó Aylen y juntos dieron la primera asistencia, hasta que llegaran los Bomberos para rescatar a Martín del retorcido Gol Trend. Las hermanas que iban en la Surán, golpeadas y con fracturas, lograron bajar por sus propios medios.

Ese mismo fluir hizo que Aylén coincidiera con los hermanos de Martín horas después, en la estación de servicios de Chichinales, cuando la estudiante siguió viaje hacia Cipolletti. “Estaba cargando agua caliente y escucho a unos chicos que hablaban de un accidente”, contó Brenda. ‘Voy a ver a mi hermano que chocó hoy al mediodía en Río Colorado’, le dijo, y Aylén preguntó: ¿Martín y Lucila?”. La emoción la invadió y el abrazo entre estas dos desconocidas fue inevitable.

“Con la prudencia que eso necesita, le conté que él había estado consciente”, reconoció Aylén. Antes de irse, les dejó su número para saber cómo seguía todo. “Por ella nos tranquilizamos un poco, ahora sabíamos que él estaba bien”, valoraron los hermanos.

La odisea de esta familia siguió rumbo a Río Colorado, cuando una ambulancia que cruzaron en Chelforó, los dejó pensando: “¡Iba para el Valle! ¿Será Martín?”. Los problemas para comunicarse con el hospital, las dudas que tenían y lo que leían por internet, les impidieron quedarse tranquilos. Pararon y al fin, con señal, confirmaron lo que sospechaban: Martín iba rumbo a la terapia intensiva del hospital de Roca. Lo habían estabilizado en el quirófano de Río Colorado. Lograron salvar su pierna izquierda, pero con la derecha nada se pudo hacer y quedó amputada, a la altura de la rodilla.

Los nervios invadieron a todos, y uno de los hermanos se descompensó. Dos policías los asistieron a la vera del camino, junto a una doctora que vivía cerca.

De regreso a Roca, reclamaron que nadie les informó del traslado y hubo versiones cruzadas con el centro de salud riocoloradense. Allí la directora Evelyn Schiebelbein afirmó a “Río Negro” que la derivación se estableció desde el primer momento, porque no tienen la complejidad suficiente para una terapia intensiva. “Antes de que entren a operarlo, el traumatólogo estaba consiguiendo cama en Roca”, sostuvo. El accionar correcto sobre el caso fue confirmado allí por Julio Fernández, jefe de guardia del “Francisco López Lima”.

Para llegar al Valle, a Martín lo acompañó un cardiólogo y una enfermera experimentados, que lo asistieron por la baja presión que lo aquejaba, producto de tanta pérdida de sangre. “Venía pálido”, describió Romina, tras una transfusión en el nosocomio de Río Colorado. En ese centro de salud, hasta el miércoles, fue asistida Lucila, de un politraumatismo de tórax. Ese día, ella recibió el alta.

Después de tanta angustia, el martes al mediodía, los hermanos, la mamá y la mujer de Martín sonrieron al hablar de su buen estado de ánimo. Así los recibió en la sala donde sigue recuperándose.

“Íbamos con otra expectativa a verlo, íbamos a alentarlo nosotros, y resulta que terminó animándonos él”

Hermanos de Martín Jara

“Estoy vivo”, celebró el hombre, expectante de ver a sus hijos. Uno de ellos logró viajar, para cumplir con el abrazo que les dejó pendiente la Ruta 22, el lunes, allá en el kilómetro 864.


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