«Estamos a tiempo de no ser la única especie que no se suicidó antes que eliminar el bolsillo de su ropa»

Patricia Aguirre es doctora en antropología, docente, investigadora, escritora en temas vinculados al universo de los alimentos. Realizó en una entrevista de "Río Negro" un exquisito análisis cronológico, desde una perspectiva alimentaria para comprender la actual pandemia y prever el tiempo post Covid-19.

Por Victoria Rodríguez Rey
@victoriarodriguezrey

«Debemos modificar nuestra manera de pensar: somos parte de un sistema y hoy tenemos (creo que todavía tenemos) la oportunidad de cambiar este mundo buscando como los médicos griegos: “no dañar”.

Quien así habla es Patricia Aguirre, doctora en antropología, docente, investigadora, escritora en temas vinculados al universo de los alimentos.

A continuación realiza un exquisito análisis cronológico, desde una perspectiva alimentaria, para comprender la actual pandemia como el resultado de sucesos. Desde la domesticación prehistórica de animales y vegetales a las pandemias actuales de mundos industriales.

Patricia Aguirre, doctora en antropología, docente, investigadora, escritora en temas vinculados al universo de los alimentos.


En tus artículos ya anticipabas el vínculo entre el origen de la agricultura, la ganadería y las epidemias. ¿Podrías ampliar sobre esta convivencia?

Más que con la agricultura yo diría que con la domesticación, con el proceso de intervención humana en la reproducción de vegetales (agricultura) y animales (ganadería).

Antes de la domesticación los humanos vivíamos en bandas formadas por 20, 30 personas, aisladas entre sí en amplios territorios. Alimentados con multitud de vegetales y carne magra de caza gozaban de una envidiable salud. Hasta el contacto con poblaciones urbanas no conocían difteria, gripe, sarampión, paperas, tos ferina, rubeola, viruela o fiebre tifoidea. Sufrían, claro, de fiebres transmitidas por insectos, parásitos, diarreas, enfermedades gastrointestinales, respiratorias, infecciones de la piel y accidentes que terminaban en infecciones generalizadas y muerte.

Pero las epidemias, como las conocemos, aparecen en poblaciones mayores, asentadas y hacinadas en aldeas o pueblos que usan indistintamente sus fuentes de agua para higienizarse, para cocinar y beber y también para producir, es decir que sus reservas de agua se constituyen en un vehículo importante de transmisión de patógenos. Pero sobre todo son poblaciones alimentadas mayormente con granos o tubérculos ricos en almidón y con poca diversidad.

En estos ambientes donde las poblaciones humanas y animales estaban en contacto muy estrecho por el proceso de domesticación, algunas enfermedades de los animales (zoonosis) pasaron la barrera de las especies y permitieron que estos microbios se adaptaran a los humanos y evolucionaran hasta volverse patógenos. Algunos de ellos no son particularmente nocivos en los animales que han convivido con ellos desde hace milenios y por eso han logrado desarrollar cierta resistencia. Pero se hacen mortales cuando les damos oportunidad de colonizar nuestros cuerpos, evolucionar y adaptarse.

«Una adaptación de la bacteria escherichia coli que apareció en los feed-lots de USA en los 90 hoy infecta los rodeos de todo el mundo, con la característica que para las vacas no es letal como ocurre en cambio con nuestros niños (síndrome urémico hemolítico)», afirma Aguire.


En el pasado, además de su carne y su leche, las vacas nos pasaron el sarampión y la tuberculosis, los cerdos la tos ferina y los patos la gripe. Pero esta es solo la historia del agente. Los humanos como huéspedes inesperados para esta vida microscópica solo fuimos tales cuando empezamos a crear pequeños ecosistemas (parcelas) para controlar la producción de alimentos y superar la escasez estacional y de mediano plazo. Claro que para esto hubo que destruir el hábitat salvaje para extender los cultivos.

La intensificación de la producción que trajo la agricultura y la acumulación de excedentes (ya sea en cuatro patas como los pastores o en granos como los agricultores) permitió que la población se agregara en aldeas y pueblos y que sobrevivieran más niños alimentados con papillas de cereal, y que las mujeres pudieran sostener embarazos sucesivos y sobrevivir (tanto la madre como el niño). Mayor cantidad de población, alimentación poco densa, agua contaminada y animales domesticados fue el combo explosivo que convirtió a las enfermedades en epidemias, estas asolaban las poblaciones regularmente (cuando crecía el número de susceptibles y/o cuando un nuevo agente arribaba al poblado).

Aunque fue el hambre la principal epidemia que asoló a la humanidad desde entonces, tanto por causas naturales (inundaciones, sequías, insectos) como políticas (monarquías y aristocracias que se apropiaban de la mayor parte de los alimentos, guerras, tecnologías erradas) la capacidad de comer en el futuro siempre estaba en entredicho de manera que sin exagerar se puede decir que desde la “invención” de la agricultura la humanidad vivió en sociedades de escasez. Y como una población desnutrida es una población inmuno-deprimida (el sistema inmunológico humano ésta formado de proteínas, justamente los alimentos más caros, ya sea por la energía en alimentos y cuidados que se necesita para producirlos /criarlos o por el tiempo que se tarda en hacerlo, tanto ahora como en el pasado, la posibilidad de resistir las enfermedades estuvo muy limitada.

Con el transporte de especies posterior a la expansión colonial europea las epidemias arrasan continentes enteros, la guerra bacteriológica que se libró en América para desgracia de los pueblos originarios (todos susceptibles no expuestos a las enfermedades) eliminó el 90% de la población en los primeros 100 años de contacto y permitió la destrucción y el sometimiento de multitud de culturas. En África, además del desangramiento que representaron 300 años de esclavitud, la destrucción del hábitat y el contacto con la fauna salvaje permitió que un lentivirus alojado en los macacos del Congo perfeccionara durante 300 años su adaptación al cuerpo humano convirtiéndose en el HIV. En Asia la extensión de los campos de arroz de inundación explotados por las compañías británicas hizo que evolucionara un pequeño habitante de esas aguas salobres transformándose en el cólera que por lo menos ha sido responsable de 7 epidemias, llevado a todo el mundo por los barcos de su graciosa majestad.

Entonces para responder a tu pregunta en forma sucinta las epidemias aparecen con la domesticación ya que la agricultura porque favoreció las condiciones del medio (hacinamiento, contaminación y alimentación pobre) y la ganadería proporcionó el agente, al poner en contacto estrecho a los humanos con los patógenos que vivían en los animales que ahora se criaban y se usaban para alimento y tiro.

¿Cuál es la relación entre la actual producción industrial de alimentos y la pandemia que nos atraviesa?

Hoy día, cuando los consumos conspicuos de los habitantes de las megaciudades braman por cada vez más mercancías, sean alimentos o computadoras, la mercantilización de la naturaleza ha permitido que más y más hábitat sean destruidos y su regalo envenenado (ese que el mercado no quiere ver porque no piensa en términos de sistema sino de ganancias) es que estamos -más que nunca- en contacto con animales (domesticados y salvajes) y sus enfermedades. Solo que la velocidad de la comunicación, de mercancías y personas es tal que aquello que en otro tiempo podía ser un fenómeno local ….hoy tiene chances de difundirse en poco tiempo y hasta los confines del planeta convirtiéndose en pandemia.

La destrucción de todos los ecosistemas naturales por la extensión de los cultivos, acerca los animales salvajes a los humanos, ya sea porque ambas poblaciones compiten por el mismo espacio, ya sea que los animales salvajes invadan otras áreas por su desplazamiento forzoso (los mapaches y los murciélagos se han adaptado bastante bien a las ciudades ante la destrucción de sus forestas). Si bien los animales de caza siempre fueron comida para los pueblos con que compartían su hábitat, hoy -además- hay un sofisticado mercado de carne de caza para paladares gourmet que los lleva, con sus microbios, a miles de km de su origen, aumentando el riesgo de propagación de un patógeno.

Pero quizás la mayor fuente de enfermedades es el sistema de crianza “industrial” de los animales destinados a nuestra comida. Miles de animales ya sean pollos, cerdos, vacas, son hacinados, alimentados permanentemente, mantenidos en condiciones antihigiénicas y para evitar la dispersión de las lógicas enfermedades que se esperan de estas condiciones de vida, deben ser medicados “preventivamente” con las mismas medicinas diseñadas para los humanos.

El resultado ha sido provocar una evolución artificial de las bacterias hasta hacerlas resistentes a los fármacos con que se las medican. Gripe aviaria y gripe porcina que aparecieron en este tipo de establecimientos y tienen su origen en este tipo de procesos de hacinamiento, medicalización, contaminación y mutación de patógenos. Las montañas de caca del ganado estabulado contaminan aguas y tierra y brindan a los microbios animales ocasiones inmejorables de pasar a la población humana.

Una adaptación de la bacteria escherichia coli que apareció en los feed-lots de USA en los 90 hoy infecta los rodeos de todo el mundo, con la característica que para las vacas no es letal como ocurre en cambio con nuestros niños (síndrome urémico hemolítico) al comer su carne mal cocida (a menos de 70 grados, rosada, jugosa como es la costumbre en las cocinas de múltiples países).

– ¿Cuáles crees que son las posibles salidas de esta situación en vista a un futuro post Covid-19? ¿Se encuentran al alcance de todos?

Necesitamos otra lógica para parar la epidemia…..y para que no vengan otras. La primera epidemia que debemos frenar es la epidemia de destrucción de la biodiversidad (que acerca especies antes profundamente distanciadas de los humanos en sus ambientes naturales hoy colonizados por la industria). Debemos cambiar los patrones de consumo conspicuo, que estimulan la producción de mercaderías innecesarias vendidas como necesidades imprescindibles.

Esta economía nos condena al convertir el planeta en un gran shopping, primero al verlo solo como proveedor de materia prima, y no es solo eso, no necesariamente debemos verlo así: es nuestra casa, la única que tenemos. Debemos modificar nuestra manera de pensar: somos parte de un sistema y hoy tenemos (creo que todavía tenemos) la oportunidad de cambiar este mundo, buscando como los médicos griegos: “no dañar”. Hoy la agroecología, el consumo responsable, el comercio justo son algunas de las innumerables alternativas a la lógica mercantil que solo prioriza los pesos y centavos y en función de esta jerarquía está destruyendo la vida. Esta epidemia, como las anteriores, fueron repetidamente anunciadas (desde científicos a directores de Hollywood), pero la inercia de la concentración del capital sobre la dinámica de la vida nos está sometiendo no solo a tasas altísimas de sufrimiento innecesario, ahora está en peligro la vida misma. Creo que podemos aprender de esto para la reconstrucción, ¿la vamos a hacer sobre los mismos cimientos de desprecio por el medio ambiente y mercantilización de la vida?

Si fuera así seríamos la única especie que eligió suicidarse antes que eliminar el bolsillo de su ropa.


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