El árbol que da sombra, resiste la sequía y no levanta la vereda: una joya para el verano
Sus flores anuncian la primavera y sus frutos se disfrutan en los días más calurosos. El ciruelo es una de las especies más elegidas por quienes buscan belleza, frescura y bajo mantenimiento en el jardín.
En muchos patios y veredas del país, hay un árbol que sorprende por su equilibrio entre resistencia y elegancia. El ciruelo, además de ofrecer frutas sabrosas durante el verano, tiene una ventaja que lo distingue de otras especies: sus raíces no invaden el suelo ni dañan las construcciones cercanas. Por eso se lo considera ideal para jardines pequeños o espacios urbanos donde no sobra lugar.
A diferencia de árboles con raíces agresivas, como el fresno o el sauce, el ciruelo mantiene un sistema radicular firme pero controlado, que permite plantarlo cerca de pisos, veredas o muros sin riesgo de levantarlos. Al mismo tiempo, su copa frondosa brinda una sombra densa y agradable durante los meses más cálidos.
Un frutal adaptable y de bajo mantenimiento

El ciruelo se adapta sin problemas a suelos arcillosos, arenosos o incluso algo secos, siempre que cuenten con buen drenaje. No necesita grandes cantidades de agua ni cuidados excesivos: con un poco de abono orgánico anual y riego moderado durante la floración o el desarrollo de los frutos, crece vigoroso y estable por años.
Durante la primavera, el árbol se cubre de flores blancas o rosadas que luego dan lugar a las ciruelas, maduras entre diciembre y marzo, según la variedad. Es una especie que tolera bien la sequía y que mantiene su follaje verde incluso en condiciones adversas, lo que la convierte en una aliada perfecta para los jardines de la Patagonia o el Alto Valle.
Belleza natural y equilibrio ecológico
Además de su valor ornamental y productivo, el ciruelo cumple un rol importante en el equilibrio ambiental. Sus flores atraen abejas, mariposas y otros polinizadores, fundamentales para la biodiversidad. Y sus frutos, ricos en vitamina C, potasio y antioxidantes, son una fuente de alimento para aves y pequeños mamíferos.
Las ciruelas, además, son reconocidas por sus propiedades digestivas y energéticas, lo que refuerza el valor integral de este árbol: no solo embellece, sino que también alimenta y contribuye a la salud.
Ideal para patios y veredas
Por su porte mediano, su madera firme y su copa siempre verde, el ciruelo se ha convertido en una de las especies preferidas por quienes buscan sombra, color y frutos sin complicaciones. No requiere podas frecuentes, soporta altas temperaturas y, a diferencia de muchos frutales, no daña los pisos ni las raíces de otras plantas cercanas.
Su equilibrio entre estética y funcionalidad lo posiciona como una opción confiable para quienes desean un árbol que acompañe todo el año: desde la floración primaveral hasta las frutas del verano y la sombra protectora en los días de calor.
En muchos patios y veredas del país, hay un árbol que sorprende por su equilibrio entre resistencia y elegancia. El ciruelo, además de ofrecer frutas sabrosas durante el verano, tiene una ventaja que lo distingue de otras especies: sus raíces no invaden el suelo ni dañan las construcciones cercanas. Por eso se lo considera ideal para jardines pequeños o espacios urbanos donde no sobra lugar.
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