Fernández busca la salida del laberinto


El Gobierno deja el discurso sanitarista para pasar a una narrativa sobre la expectativa de la recuperación, cifrada en el país librado del confinamiento.


El lugar sin límites, donde permaneceremos siempre, dice Christopher Marlowe sobre el infierno del Dr. Fausto. Lo conocemos mejor por la novela del chileno José Donoso. El presidente Alberto Fernández busca la salida de este laberinto con algo de infernal en el que se encuentra (y nos encontramos) y que contiene el tipo de horror de aquello que nunca cambia. Fernández lucha por salir de allí, pero enfrenta un nuevo dilema: la cuota de espanto puede ser aún mayor en el mundo al que se dirige.

El presidente avanza con bastante resolución en la construcción de una nueva agenda pública. Ha reconocido la demanda. Esta semana cambió cuanto pudo de las presentaciones en Olivos sobre el estado de la pandemia, incluido el día del anuncio. Extendió la nueva etapa una semana más; serán tres en lugar de dos, por motivos que nadie acierta a explicar. No hubo nuevas comparaciones con Suecia. No más médicos detrás como custodios de las palabras. No más gobierno de infectólogos. Un escenario de salida.

El Gobierno va abandonando también el discurso sanitarista para ir a una narrativa sobre la recuperación, cifrada en el país librado del confinamiento. Parece sin embargo algo precipitada. El video que se presentó el jueves (otra novedad) va más allá y sostiene que “la reactivación de la actividad comercial, social y productiva se da en todas las regiones”. Según ese informe oficial, el 79% de las industrias ya no tiene restricciones para su funcionamiento, igual que el 81% del comercio y toda la actividad agropecuaria. Fernández llegó incluso a asegurar el viernes en Santa Rosa que “si se resuelve el problema de la deuda, el despegue de la economía argentina va a ser magnífico”.


Pero por el momento el presidente se mueve de una crisis, la sanitaria, a otra, la económica. La Argentina carga con una recesión de dos largos años que la pandemia agudizó.


Pero por el momento el presidente se mueve de una crisis, sanitaria, a otra, económica. La Argentina carga con una recesión de dos largos años que la pandemia agudizó. La actividad cayó en marzo un 11,5%, el retroceso más fuerte en más de una década. En el primer trimestre se hundió más de 5 puntos. Se sabe además que la industria y la construcción se derrumbaron en abril en registros históricos. Para algunas consultoras, a fin de año la economía podría haberse desplomado hasta 11%, una caída mayor que la de la crisis de comienzo de siglo.

Los números iluminan también un escenario social cada vez más inquietante. Se perdieron unos 91.000 empleos en abril, según datos del Ministerio de Trabajo. Pero el titular del Observatorio Social de la UCA, Agustín Salvia le dijo al diario La Nación que la cuarentena ya destruyó unos 900.000 puestos de trabajo en todo el país. Una versión abreviada de la medición de Desarrollo Humano del mismo observatorio indica que en el Área Metropolitana de Buenos Aires un 8,2% de los trabajadores ocupados perdió su empleo, 39,3% está suspendido y solo el 26,4% trabaja normalmente. Si se considera sólo el empleo formal, esto se dio a pesar de la doble indemnización, la prohibición de despidos y el plan de salvataje para empresas mediante el pago de parte de los salarios. Además, cerca del 10% de los ocupados no tuvo ingresos durante la cuarentena en esa misma región. La UCA desistió de medir el índice de pobreza (según el Indec, de 35,5% a finales de 2019) porque, dijo, no sería fiable en las condiciones actuales. Pero el estudio Ferreres prevé que rondará el 50%, cerca de los registros de 2002.

Fernández destacó el jueves que el Gobierno ya destinó más de 2 puntos del PBI para sostener la economía, el empleo y asistir a los más desfavorecidos. Pero el Gobierno no ha dado señales acerca de si seguirán en junio el pago del ingreso de emergencia de $10.000 (mañana se empieza a cobrar mayo) y el programa de asistencia a empresas. Y el presidente admitió que no está contemplado el pago del medio aguinaldo de junio; desde la UIA se anticipó que las pymes “no tienen ninguna posibilidad de afrontarlo”.

Las crónicas coinciden en que en la reunión del miércoles entre el presidente y un grupo de los principales empresarios del país en Olivos no hubo definiciones económicas. ¿Cuál será la plataforma del despegue?


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