Fruticultura: el cierre de Brasil es sólo un síntoma más de la crisis que vive el sector

Un hecho similar ocurrió en los primeros días de mayo de la temporada 2002. Es decir, volvemos a tropezar con la misma piedra.

A través de una resolución publicada en el Boletín Oficial de Brasil, desde el 26 de febrero de este año dejaron de ingresar pomáceas argentinas al vecino país como medida preventiva ante la gran cantidad de camiones con fruta rechazados en la frontera con presencia de larvas vivas de carpocapsa. Un hecho similar ocurrió en los primeros días de mayo de la temporada 2002. Es decir, volvemos a tropezar con la misma piedra.

La reciente medida sacudió a todo el Valle de Río Negro y Neuquén. Brasil es el principal destino de la oferta exportable de nuestra región. Cerca del 30% del total de las peras y manzanas que se orientan al exterior terminan todas las temporadas en distintas ciudades del vecino país. Hablamos de una facturación anual superior a los 150 millones de dólares.

El ajuste que se viene sobre la fruticultura del Valle, tras el cierre de la frontera brasileña, va a ser muy duro.

Pero ni siquiera con toda la estadística mencionada, la actividad tomo medidas como para prevenir lo que finalmente paso. Brasil es un mercado que hay que cuidar. Muchas son las causas para defender este concepto: absorbe un importante volumen de fruta; es un destino cercano y clave para las pymes regionales ya que pueden comercializar en baja escala su fruta, a diferencia de lo que ocurre con ultramar; y las ventas allí realizadas son de cobro relativamente corto, lo que permite a la actividad disminuir sus costos de financiamiento. Como estos, podemos enumerar una decena de ejemplos más que defienden la tesis del cuidado que hay que tener con nuestro principal socio del Mercosur.

Hoy, con este mercado cerrado, en el Valle comienzan las acusaciones cruzadas. La política culpa a las exportadoras, los empresarios señalan a los organismos sanitarios por la falta de controles y todos miran a la Nación exigiendo fondos para reencauzar el tema sanitario en la región.

Pero el tema es mucho más profundo. El sistema frutícola está agonizando y la presencia de carpocapsa es sólo un síntoma más de la crisis en la que está sumergida la actividad.

En un escenario con cientos de hectáreas abandonadas a merced de las plagas, productores quebrados, empresarios que tratan de sortear los acuerdos sanitarios para salvar sus balances y una política que no tiene en su agenda a los problemas de la fruticultura, es difícil que Brasil autorice el ingreso de pomáceas a su territorio, por lo menos en lo que al corto plazo se refiere. Y más aún cuando quien firma le cierre de la frontera para la fruta argentina es Carlos Goulart, un técnico que recorrió en varias oportunidades la zona productiva del Valle de Río Negro y Neuquén, hoy director de Sanidad Vegetal de Brasil, que sabe a ciencia cierta del deterioro productivo-sanitario del que hablamos.

Puede ser que, en unos meses más, Brasil permita el ingreso de manzanas y peras a su territorio, respaldado con un sistema cuarentenario. Pero esta salida transitoria no solucionará los problemas de fondo que arrastra el sistema. La incapacidad de sobreponernos al fracaso propio sumados a las condiciones burocráticas laberínticas del Estado, sólo tienen un resultado posible. Y este resultado es el que hoy está sufriendo todo el sistema frutícola en su conjunto.


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