Es Físico y hace whisky escocés en Dina Huapi junto a su familia
Un hobby, una pasión, una necesidad para compartir con familia y amigos se transformó en un producto galardonado a nivel mundial. Quién es Pablo Tognetti, conocé su historia.
Ubicada en un lugar de lagos y codillera existe un emprendimiento familiar dedicado a la elaboración de whisky escocés. La localidad de Dina Huapi es el epicentro de una destilería que se dedica a la elaboración de espirituosas, en ese espacio, desde 2014.
Pablo Tognetti es Físico egresado del Instituto Balseiro y jubilado en la actualidad e impulsor de este hobby que se transformó en emprendimiento familiar. Su historia no solo es un testimonio de perseverancia, sino también una muestra de cómo la Patagonia se ha transformado en un territorio apto para la producción de whisky single malt de alta calidad.

Su incursión en el mundo de la destilación comenzó hace muchos años con la fabricación de cerveza artesanal, una afición que compartía con su familia y amigos. Sin embargo, a medida que las cervecerías proliferaban en el país y la zona, decidió buscar un camino diferente. “Me di cuenta de que el whisky, en esencia, es una cerveza sin lúpulo destilada”, explicó Tognetti, quien gracias a su formación en física experimental ya tenía conocimientos en este campo.
En 2011, logró registrar la primera destilería de whisky de Argentina, ubicada inicialmente al sur de El Bolsón. Sin embargo, después de algunos años, tuvo que empezar de cero, instalando finalmente su emprendimiento en Dina Huapi. En 2016, con nuevos equipos de cobre fabricados localmente, realizó su primer destilado, dando inicio a un nuevo ciclo que lo llevaría a un reconocimiento inesperado.

Bajo la marca “Madoc”, bautizada en honor a una leyenda galesa sobre un príncipe que cruzó el Atlántico en busca de una tierra de paz, Tognetti logró en 2019 posicionar su whisky en la prestigiosa San Francisco World Spirits Competition, donde obtuvo una medalla de doble oro. “El doble oro se otorga cuando todos los jueces coinciden en el veredicto. Fue una validación de que en Argentina se puede hacer whisky de calidad”, comentó orgulloso.
El proceso de maduración es clave en la calidad del producto. Mientras que el código alimentario argentino establece un mínimo de dos años en madera, el estándar mundial es de tres. Sin embargo, para Tognetti, la madurez del whisky no se mide solo en tiempo, sino en el tipo de barril utilizado.

El roble es fundamental, porque su porosidad permite la oxigenación y aporta color y complejidad de sabores. El paso del tiempo en el barril es donde ocurre la magia, donde los aromas se integran y los sabores se redondean”.
Pablo Tognetti, emprendedor.
Paciencia, clave del proceso
El proceso de elaboración de esta bebida es meticuloso y requiere paciencia. Todo comienza con la selección de cebada malteada, la cual se fermenta en agua para luego destilarse en alambiques de cobre. Ese líquido es depositado en barricas de roble para que comience el lento camino de maduración.

“La madera es un componente esencial porque define el carácter del whisky. Los barriles pueden haber sido utilizados previamente para añejar vino, jerez o bourbon, lo que aporta matices únicos a la bebida. Mientras madura hay que verificar si va todo bien así que el grupo de cata es conducido por mi amigo Roger Whewell”, agregó Tognetti.
En Argentina, la producción de whisky artesanal aún está en crecimiento, pero cada vez más productores se suman a esta industria. “Hace unos años, la idea de hacer whisky en el país era vista con escepticismo. Hoy, hay más destilerías apostando a productos de calidad y con identidad propia”, expresó el emprendedor. “Nuestro objetivo es consolidar a la Patagonia como una región reconocida internacionalmente en la elaboración de whisky”.

El éxito en San Francisco impulsó la marca Madoc a nuevos mercados. Actualmente, su whisky se comercializa en diversas regiones del país y ha despertado el interés de importadores en el extranjero.
“Es un proceso de expansión gradual, pero estamos convencidos de que la calidad del producto habla por sí misma. Queremos que cuando alguien pruebe un whisky argentino, sienta que está degustando un producto de nivel mundial”, sentenció convencido Tognetti.
Nuevas variedades y procesos de maduración
A futuro, la idea de este emprendedor y su equipo que no son nada más y nada menos que sus hijos Celia y Conrado, es experimentar con nuevas variedades y procesos de maduración. “Queremos explorar distintos tipos de madera y tiempos de añejamiento para ofrecer ediciones limitadas con perfiles únicos”, comentó.

Mientras tanto, su dedicación y pasión por el whisky siguen intactas. “Hacer whisky es un arte que requiere tiempo, paciencia y dedicación. Pero cuando ves el resultado final y la aceptación del público, todo el esfuerzo vale la pena”.

Hoy, la industria del whisky artesanal crece en Argentina, y Pablo Tognetti es un firme defensor de la calidad por sobre la cantidad. “Si queremos posicionarnos a nivel mundial, tenemos que hacer whisky de excelencia”, concluyó. Su historia es un recordatorio de que, con pasión y paciencia, hasta el sueño más complejo puede destilarse en una realidad.
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