La producción de los alimentos desde una perspectiva de género

Científicas del Conicet y la Universidad Nacional de Rosario vienen investigando sobre la producción de alimentos, en el sur santafesino, poniendo el foco sobre el rol que tiene la mujer en la actividad productiva y sobre el necesario análisis interdisciplinario de dicha actividad.


Por Victoria Rodriguez Rey (@victoriarodriguezrey)

La Dra. Laura Pasquali, historiadora, investigadora del ISHIR y docente de la Facultad de Humanidades y Artes de la Universidad Nacional de Rosario, la Dra. Patricia Propersi, ingeniera agrónoma, directora del Grupo de Estudios Agrarios y la Dra. Evangelina Tifni, cientista política, docente e investigadora de la Facultad de Ciencias Agrarias de la Universidad Nacional de Rosario, investigan sobre una preocupación común: la calidad de los alimentos y el uso de agrotóxicos en las producciones. Así encuentran que, ante esa situación, la producción agroecológica aparece como una opción y también como una estrategia para la comercialización y el asociativismo. Dicha investigación la realizan desde la perspectiva de género con un abordaje interdisciplinario que incorpora los saberes femeninos. Mediante los estudios ponen en valor el trabajo de las mujeres productoras rurales del sur santafesino dedicadas a la elaboración de alimentos agroecológicos.

¿Cómo es una producción de alimentos con perspectiva de género?

Evangelina Tifni: “Pensar una producción de alimentos con perspectiva de género, implica pensar no solamente en las mujeres que están incluidas en esa producción sino, cuales son los supuestos y condicionantes subyacentes. Es decir, nuestra investigación se asienta en un territorio (el sur de la provincia de Santa Fe), en el que históricamente familias asentadas en el espacio rural produjeron alimentos tanto para su consumo como para ser vendidos en el mercado, especialmente en el mercado internacional. Estas familias se organizaban bajo una lógica patriarcal que determinaba (y aún determina) roles y jerarquías al interior de la familia, pero también condiciona las posibilidades y oportunidades por fuera de esta. Es decir, tradicionalmente las mujeres vimos dificultado el acceso a los medios de producción (la tierra, la tecnología) y la participación en la toma de decisión y en los espacios de representación gremial».

“En este sentido, nos interesa poner luz sobre esas producciones que históricamente vienen realizando las mujeres en este territorio y que ahora emergen bajo el paraguas de la agroecología. Creemos que una producción de alimentos con perspectiva de género es pensar en quién produce, a dónde, qué, con qué medios, cómo accedió a ellos, para quién o quiénes los consume y también dónde son intercambiados”.

¿Por qué los saberes de las mujeres, vinculados a la producción y elaboración de alimentos, han tardado en ser abordados desde la ciencia?

Evangelina Tifni: “Hay muchas colegas que dedicaron y dedican su vida a trabajar estos temas y específicamente sobre mujeres rurales y productoras de alimentos, hay muchos trabajos”.

“La originalidad de nuestro enfoque está en un abordaje interdisciplinario y en (re)pensar la historia del sur de Santa Fe, la historia de las localidades agrarias, desde la perspectiva de género. Cuando se narra la historia de este territorio se pone el eje en el ‘chacarero’, el productor familiar: un varón (que podía o no ser propietario de la tierra), pero que su principal sostén y quién posibilitaba la producción, era pertenecer a una familia. Es decir, el principal aporte de mano de obra lo hacía la familia. Sin embargo, era (y es) el varón a quien se considera productor. A nosotras nos interesa repensar estas relaciones, visibilizar el lugar y el aporte de trabajo que las mujeres venimos realizando. Agregando también la particularidad que la agroecología adopta en este territorio (tan lejano a una memoria ancestral, aborigen, propia de este modelo). Es decir, nos interesa ponerle cuerpo a la Agroecología en el sur santafesino”.


La agroindustria es sinónimo de sistema patriarcal, ¿en la agroecología se visibiliza a la mujer?

Laura Pasquali: “En realidad podríamos decir que la agroindustria tal como se encuentra en su desarrollo actual, es sinónimo de la apropiación (y en ese camino) de la destrucción técnica de la naturaleza, ocurrida bajo el paraguas del capitalismo que articula perfectamente con el patriarcado. La agroecología se opone a ello, sus fundamentos son las antípodas de aquello, pero las mujeres no son las únicas protagonistas. La agroecología es una perspectiva que surgió en Latinoamérica como resultado de la crisis ecológica”.

Evangelina Tifni: “Además, es necesario tener en cuenta cuáles son las concepciones de naturaleza y sociedad que operan en ambos modelos: agronegocios y agroecología. El primero se fundamenta en la noción moderna occidental de naturaleza. La entiende como externa a las personas es decir, hay una división intrínseca entre “naturaleza y sociedad, donde la primera quedaría mediada y representada por la autoridad científica”. Esto se traduce en la subordinación de la naturaleza a la sociedad que también se refleja en la subordinación mujer/varón; en el predominio de la ciencia y la técnica por sobre los saberes tradicionales; en la subordinación y el despojo de las comunidades locales. En la búsqueda constante del aumento de la productividad y la ganancia económica basado en la intensificación del capital sobre la naturaleza. Esta noción moderna occidental implica considerarla un stock, un producto útil para el capital, un recurso inagotable del que las sociedades pueden disponer”.

“En contraposición, la agroecología es una corriente crítica a la revolución verde, lo que implica una concepción diferente de la naturaleza y la relación sociedad/naturaleza. Supone reconocer que la naturaleza es una construcción discursiva y de significado. Las personas, en los lugares que habitan, no están separadas de la naturaleza, somos una población más que coexiste en el ecosistema. Conlleva a la (re)construcción de la biodiversidad ya no entendida solo como el incremento de la diversidad biológica sino, como una construcción discursiva política y cultural. La actual crisis socio-ambiental, nos enseña que no podemos pensar a la biodiversidad como ajena y separada de los seres vivientes en un mismo espacio”.

Laura Pasquali: “También los conflictos que origina la expansión del modelo del monocultivo explican el surgimiento de nuevos productores familiares y se hace más visible el trabajo de las mujeres, como protagonistas de la opción por la agroecología. En ese sentido, se posibilita que las mujeres resignifiquen su rol como productoras de alimentos saludables y en ese camino, se logra una articulación con otros actores participantes de las redes de producción, elaboración, distribución y consumo”.

¿Por qué la alimentación requiere un análisis interdisciplinario?

Patricia Propersi: “Para la elaboración de un alimento hace falta la participación de diferentes actores sociales. Pero también hace falta que participe la naturaleza, a través de la generación de aquellos elementos que directa o indirectamente o transformados, van a formar parte de esa canasta de recursos para los seres humanos y su vida. Entonces, si pensamos en la sociedad, pensamos en relaciones sociales de actores. ¿Para qué se relacionan? ¿Por qué se relacionan? ¿Con qué características? Ahí es donde comenzamos a pensar en la cultura, en las condiciones materiales para vivir, en la forma de participación para la obtención de esas condiciones materiales, en la ocupación de los diferentes espacios geográficos y las relaciones que tienen esos espacios geográficos con el resto del mundo. Es decir que, desde la geografía, la antropología, la historia o la producción de cultivos, tenemos un conjunto de disciplinas que empiezan a explicar como es esta relación de la sociedad con la naturaleza para producir alimentos».

«Luego están todas las ciencias que explican el modo en que la vida se expresa en la naturaleza: por qué germina una semilla, por qué puede aparecer una plaga o cuáles son las condiciones de luz, de temperatura, de calidad del suelo necesarias para tener un producto que sea con la mayor calidad para la asimilación humana. Entonces ahí estamos pensando en la física, en la biología, en la climatología, una cantidad de disciplinas involucradas. Lo más interesante, es que cuando hablamos de interdisciplina no hablamos de una sumatoria o rejunte de disciplinas, sino desde la integración. Es la posibilidad de explicar cómo es la vida que permite que, quienes somos humanos, podamos ponernos en contacto con otros bienes de la humanidad y de la naturaleza, para poder acceder a un producto que tiene que ver con la perpetuación de las especies. Ahí estamos tratando de entender la vida, de múltiples organismos, incluidos los seres humanos. Eso es un gran desafío para las disciplinas en su forma de articularse para dar una explicación que sea creíble”.

¿Los feminismos se deben una redefinición sobre la actividad de producir y cocinar alimentos?

Laura Pasquali: “No lo creo; desde los feminismos se viene argumentando, debatiendo e investigando sobre la base de la economía feminista y parte de esos debates es ‘la sostenibilidad de la vida’ que se opone claramente a la producción para el mercado. En ese camino se ha insistido sobre la soberanía alimentaria, pues hablar de sostenibilidad es también centrarse en quién hace la comida, con que productos, en base a qué relaciones sociales de producción. En suma: quién cocina, qué se come y con quién se sienta en la mesa a comer. Algunos feminismos también se han ocupado de potenciar el rol activo que vienen sosteniendo las mujeres en el ámbito de la producción y distribución de alimentos”.

“En el contexto actual de conflictividad (consecuencia del patriarcado sobre la vida de las mujeres y el impacto de las formas predominantes de producción sobre los bienes comunes) nuestros proyectos se posicionan como una contribución a una esfera poco atendida y adquiere centralidad respecto a las discusiones y cambios emergentes en lo político y social. Nosotras vemos una potencialidad de la agroecología ligada a la perspectiva de género, como herramienta para fortalecer las experiencias agroecológicas traccionadas por mujeres y como insumo para desarrollar tecnologías locales adecuadas a las demandas específicas de la región, siempre partiendo de los saberes y percepciones que las mujeres tienen sobre su propia experiencia”.


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