Ñirihuau: Donde lo simple, con aroma a casero, se convierte en extraordinario

Zulema Rodríguez y su familia no solo comparten su hogar; también abren una ventana a un estilo de vida donde las cosas son simples.

En el paraje Ñirihuau, a orillas del río que le da su nombre y a 20 kilómetros de Bariloche, la vida transcurre con la calma y la fuerza que da la tierra. Zulema Rodríguez, quinta generación de una familia que llegó a esta región en 1914, abre las puertas de su campo Las 4F, bautizado así en honor a sus cuatro hijos: Facundo, Federico, Fernando y Francisco.


Aquí, donde la estepa se encuentra con la cordillera, las tradiciones permanecen vivas. Zulema y su familia han aprendido a combinar la crianza de animales con un turismo rural que conecta a los visitantes con lo esencial y auténtico.


“Siempre fuimos ganaderos”, cuenta Zulema. Durante generaciones, su familia crió vacas, ovejas y, en el caso de sus suegros, cabras. Pero con los años, las circunstancias los llevaron a reinventarse. En 2009 comenzaron a recibir turistas, enfrentando el desafío de aprender una actividad completamente nueva.

Al principio, no sabíamos nada. Nos daba miedo cómo tratar al turista, pero con el tiempo aprendimos y hoy es algo que disfrutamos muchísimo. Seguimos ordeñando a mano, cocinando a leña y esquilando nuestras ovejas. Lo que hacemos es compartir nuestra forma de vida, sin modificarla, solo mejorando lo necesario para quienes nos visitan».

Zulema Rodríguez, responsable del campo Las 4F.

Muchos de los visitantes que llegan a este rincón de la Patagonia provienen de Europa, especialmente de Francia. “Ellos vienen a buscar lo que nosotros damos por sentado: la simplicidad, la conexión con lo esencial. Cocinar a leña, ordeñar una vaca, hacer un queso… esas cosas los emocionan porque les recuerdan a sus abuelos”, relata Zulema.


El paraje ofrece algo más que un paisaje majestuoso. Es un lugar para reencontrarse con la tranquilidad, la inmensidad y un ritmo de vida que parece perdido en la modernidad. “Ellos valoran cosas que para nosotros son cotidianas: el fuego, la comida casera y la soledad de un lugar sin casas alrededor”.


El azafrán patagónico: innovación desde las raíces


Hace cinco años, Zulema inició un proyecto innovador: la plantación de azafrán. Este cultivo, tradicional de zonas áridas y calurosas, encontró en la Patagonia un terreno inesperado. Con el apoyo del INTA, Zulema comenzó con 400 bulbos, probando cómo resistían las condiciones climáticas extremas de la región. “El bulbo resistió bajo la nieve, algo que no sabíamos si iba a ser posible. Este proyecto es una prueba de cómo combinar nuestras tradiciones con nuevas ideas para seguir creciendo”.


Un destino que se vive y se siente


Ñirihuau ofrece actividades que permiten a los visitantes sumergirse en la vida rural: cabalgatas, caminatas, clases de cocina y convivencias familiares. “Hay una cabalgata de todo un día que comienza en la estepa y termina en un bosque de lengas. Es un recorrido único, donde se aprecia la transición entre paisajes”, detalla Zulema.


El turismo aquí es pequeño, personal y sustentable. “No buscamos masividad. Queremos que los visitantes vivan nuestra forma de vida, que experimenten la calma y la belleza de lo simple”. En el paraje Ñirihuau, la naturaleza y las tradiciones se combinan para ofrecer una experiencia inolvidable. Zulema Rodríguez y su familia no solo comparten su hogar; abren una ventana a un estilo de vida donde las cosas simples —el fuego, la comida, la conexión con la tierra— se convierten en extraordinarias.


La magia de la cocina de Zulema



Además de su conexión con la tierra, Zulema deleita a quienes la visitan con una cocina tan auténtica como el entorno que la rodea. Sus platos, preparados únicamente a pedido previo, se destacan por ser completamente caseros y naturales, desde el pan amasado hasta las carnes y verduras que provienen de su campo.


La comida, la cocina, los aromas y los sabores que ofrece Zulema evocan esas memorias de infancia en las que el alimento no solo era sustento, sino también un momento de unión familiar. Cada comida es un viaje al corazón de la tradición patagónica, donde los ingredientes frescos se combinan con recetas transmitidas por generaciones.


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