Gustavo no se rindió y volvió al aula

Luego de más de seis meses de recuperación, Gusty pudo comenzar a cursar la secundaria. Los padres debieron recurrir a la Justicia para lograr el tratamiento adecuado.

Durante diez días Gustavo durmió. Sólo algún esporádico movimiento involuntario de su mano mantuvo encendida la llama de la esperanza. Sus padres estaban firmes junto a la cama donde el chico permanecía internado en coma, en la terapia intensiva pediátrica del hospital Ramón Carrillo de Bariloche. Transcurría diciembre y miles de familias se preparaban para recibir las fiestas de fin de año. “Le poníamos música. Le contábamos lo que estaba pasando todo el tiempo. Sus compañeros le hicieron banderas con mensajes de apoyo”, recordó Ruth Rivera, madre de Gustavo. “¿Ustedes son conscientes de la gravedad de la situación?, nos preguntaban los médicos todo el tiempo”, rememoró el padre, Gustavo Alvarado.

Gustavo había sido atropellado por una mujer al volante de un Citroën C3 y había sufrido un grave traumatismo de cráneo que lo había dejado al borde de la muerte. Fue operado de urgencia y nadie sabía cuánto tiempo podía estar en coma. Pero a los diez días Gustavo volvió. Despertó.

Sólo movía sus extremidades del lado izquierdo porque había sufrido una parálisis que afectaba todo el lado derecho. No podía hablar. Durante varias semanas estuvo postrado. Pero nunca se dio por vencido. Tampoco sus padres. Casi ocho meses después, y con 13 años, Gustavo volvió al colegio como alumno integrado de primer año de la secundaria 99. Es otro paso como parte de su recuperación. “Me recibieron con un aplauso y me dijeron: acá te dejamos un lugar”, relató, contento, Gustavo.

En esta primera instancia asistirá dos horas por día. Necesitará del acompañamiento de una docente integradora, que se está gestionando.

Gustavo no pudo despedirse de sus excompañeros de séptimo grado. Fue atropellado el 13 de diciembre cuando caminaba junto con su hermana por Rolando entre 25 de Mayo y Fagnano, rumbo a la escuela porque los alumnos de sexto les habían preparado un agasajo a los que egresaban.

Hasta la semana pasada, continuaba sus estudios con una maestra domiciliaria. Pero extrañaba ir al colegio. Por eso, cuando le dijeron que empezaba el lunes, se puso muy contento.

El chico superó en este tiempo numerosos obstáculos. Volvió a hablar y pudo caminar y dejar la silla de ruedas, que utilizó para movilizarse durante un mes.

Nada fue fácil. Sus padres tuvieron que pelear contra la burocracia de la obra social Ospat y lograron, mediante un fallo judicial que hizo lugar a un amparo, trasladar a su hijo hasta el Instituto Fleni, aunque menos tiempo de lo que indicaron los médicos.

Ruth contó que retornaron con la promesa de que continuaba el tratamiento. Sólo fueron palabras. Hubo que volver a pelear “y empezar de cero”.

“Verlo ahora es impresionante”, afirman sus padres. “De a poco está empezando a volver a andar en bicicleta y eso lo pone contento”, explicó el padre. Ruth y su esposo explicaron que no lo pueden dejar solo, porque las graves lesiones provocaron un retraso en su desarrollo madurativo. “No se sabe cuánto puede recuperarse, sólo Dios sabe adonde va a llegar”, afirmó la madre.

“Gustavo estaba muy deseoso de volver a la escuela, de encontrarse con compañeros y de hacer nuevos amigos”.

Gustavo Alvarado, el papá de Gustavito.

Una causa penal que avanza a paso lento

La mujer imputada por las lesiones graves que sufrió Gustavo fue indagada en febrero pasado por el juez de instrucción Bernardo Campana, pero se abstuvo de declarar.

Ayer desde del Ministerio Público Fiscal informaron que falta producir una prueba más para pedir la audiencia de formulación de cargos contra la imputada, porque la causa tramitará según el nuevo Código Procesal Penal.

Señalaron que la investigación está a cargo de las fiscales Silvia Paolini y Alejandra Bartolomé. La primera etapa de la causa estuvo a cargo del fiscal Martín Govetto.

Datos

“Gustavo estaba muy deseoso de volver a la escuela, de encontrarse con compañeros y de hacer nuevos amigos”.

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