Hace 30 años terminaba la guerra de Vietnam

Por Frank Brandmaier y Sam Taylor

Los apostadores del hipódromo de Ho Chi Minh necesitaron un tiempo para acostumbrarse a los imponentes ejemplares de pura sangre. Después de todo, durante años las carreras habían tenido como protagonistas a ponis. «Ahora vendrá más gente a ver esto», dice entusiasmado Nguyen Ngoc Phat, de 51 años, fanático local del hipismo. Un inversor vietnamita residente en el extranjero desembolsó hace poco varios millones de dólares para la modernización del hipódromo en la antigua Saigón, incluyendo la importación de auténticos caballos de carrera.

Es una de las muchas nuevas caras de este país del sudeste asiático, que mañana celebrará el 30 aniversario de su victoria militar sobre Estados Unidos. La economía del Vietnam comunista marcha viento en popa y no parece vislumbrarse el final de su auge. El silencio era fantasmal en la mañana del 30 de abril de 1975, cuando los tanques de fabricación rusa avanzaron sobre Saigón sin encontrar resistencia.

Las fotografías de los últimos estadounidenses huyendo en medio del pánico desde el techo de su embajada ya habían dado la vuelta al mundo. Para el devastado país asiático acababan así tres décadas ininterrumpidas de guerra, primero contra la potencia imperial francesa y luego contra Estados Unidos. Entre dos y cuatro millones de personas -las estimaciones son variadas- murieron en el conflicto.

«En la ciudad no había casi nada más que mendigos, ruinas, calles estrechas y un par de coches», recuerda Dinh Van Tuan, quien con 21 años entró en Saigón junto con sus camaradas. Tres décadas más tarde, las calles de la ciudad, rebautizada en honor al líder partisano y revolucionario Ho Chi Minh, se asemejan más bien a las de una metrópolis internacional como Singapur. Las banderas rojas con la estrella amarilla no se encuentran con demasiada facilidad. Incluso en la capital Hanoi, en el corazón político del país, los visitantes son bienvenidos por un espeso bosque de anuncios publicitarios. Sin embargo, los expertos advierten que la fachada de mármol no debe engañarnos. Fuera de las grandes ciudades, el panorama es muy diferente, tal como siempre ha sido bajo el régimen del Partido Comunista.

Aunque el gobierno consiguió reducir «drásticamente» la pobreza, según un experto del Programa de Desarrollo de la ONU en Hanoi, cerca de un cuarto de los 80 millones de vietnamitas sobrevive con menos de un dólar diario. Y muchos de los que mejoraron su situación gracias al «boom» económico de los últimos años no se encuentran aún a una distancia segura de la indigencia.

El Banco Asiático de Desarrollo estima que la economía de Vietnam crecerá un envidiable 7,5% durante los próximos tres años, impulsada por las exportaciones y la demanda interna.

En Hanoi y Ciudad Ho Chi Minh se escucha el estruendo de las motocicletas. Los jóvenes visten vaqueros y el que puede permitírselo, lleva un teléfono móvil. Desde el 2000, a los vietnamitas les es posible llegar a tener su propia empresa. Según los datos oficiales, existen ya 120.000 firmas privadas con un capital registrado de 9.000 millones de dólares. Pero en el terreno político, el Partido Comunista sigue ejerciendo un férreo control que combate la disidencia con duros castigos. Para muchos vietnamitas, la sangrienta guerra que sacudió su país, inmortalizada en incontables libros y películas, no es ya objeto de interés. Cerca de un tercio de la población tiene menos de 15 años, y muchos de los que vivieron el conflicto en carne propia prefieren cambiar de tema. «La guerra terminó, deberíamos olvidarla», dice el general Pham Xuan An, de 77 años, quien hasta la reunificación de Vietnam del Norte y del Sur en 1975 trabajaba para medios de prensa occidentales y como espía para los comunistas. «Hay que mirar al futuro, la historia no puede cambiarse. Lo importante ahora es esforzarse por un futuro mejor y no dejarse envenenar por el pasado».

(DPA)


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