¿Hacia dónde va la crisis con el Brasil de Bolsonaro?

“Río Negro” consultó a tres expertos sobre las implicancias y peligros de una relación difícil entre los principales socios históricos de América del Sur.

La tensión entre Jair Bolsonaro y Alberto Fernández volvió a creer, en palabras y gestos. Como última novedad, el gobierno de Brasil dio de baja la posibilidad de que su vicepresidente asista a la ceremonia de asunción de Fernández como jefe de Estado de Argentina, y dejó trascender que sólo enviará a un ministro. Pero cada semana, un capítulo nuevo suma incógnitas en una relación vital para ambos países y más para Argentina y para el futuro del Mercosur.

“Río Negro” consultó a tres expertos sobre las implicancias y peligros de una relación difícil entre los principales socios históricos de América del Sur.

Mercosur

“Que el presidente del principal aliado de la Argentina en el mundo, que es Brasil, no venga a la asunción de un presidente argentino es un hecho extremadamente negativo desde el punto de vista político. Lo que se ha quebrado acá es el vínculo político, estratégico, entre los dos países. Necesariamente esto afecta la relación en el Mercosur”, sostiene el analista internacional Jorge Castro.

En menos de un mes hay una fecha clave. En ejercicio de la presidencia rotativa del Mercosur, Bolsonaro convocó a una Cumbre de Jefes de Estado para el 5 de diciembre. Los países miembros analizarán la propuesta brasileña de reducción del Arancel Externo Común (para países fuera del bloque), que ronda en la actualidad entre 13 y 14% y que el gobierno de Bolsonaro pretende reducir a un nivel de 6% en cuatro años. Es decir, la reunión fue convocada para cinco días antes de que en Argentina cambie el gobierno.

Según Castro, en caso de que la Argentina no acompañe, Brasil procedería a “denunciar” al Mercosur como unión aduanera con arancel externo común hacia terceros, lo que significaría que para Brasil el Mercosur sería sólo una zona de libre comercio en la que podría actuar con independencia de los otros tres protagonistas.

Para el ex embajador en Brasil entre 2003 y 2011, Juan Pablo Lohlé, no es imposible que eso suceda, pero sí sería un proceso complejo, largo y muy poco práctico, por lo que lo considera poco probable. Lohlé es optimista: “Creo que habrá madurez suficiente para separar la política de la economía. Es posible que se mantenga el diálogo a nivel ministerial entre ambos países. Soy optimista porque hay mucha actividad de los sectores empresarios de un lado y del otro para que esto no escale”, dice.

Los cruces

El enfrentamiento entre Bolsonaro y Fernández fue fuerte durante las elecciones argentinas, recrudeció tras la victoria de Fernández en las PASO y se agravó con su victoria en octubre. Bolsonaro había expresado su apoyo a la reelección de Mauricio Macri y luego llegó a declarar que “la Argentina eligió mal”, a lo que le siguieron más críticas al “populismo” kirchnerista y luego los mensajes homofóbicos de su hijo en redes sociales contra el hijo de Fernández.

Fernández durante la campaña visitó al detenido ex presidente brasileño, Lula da Silva, en prisión y pidió por su libertad, algo que repitió en gran cantidad de apariciones públicas, incluso ya electo presidente. Tras las PASO calificó a Bolsonaro de “misógino y violento”. El mismo día de la elección del 27 de octubre le envío un mensaje por Twitter saludando a Lula por su cumpleaños, reiterando el pedido de libertad, algo que Bolsonaro encontró intolerable. Con la reciente libertad de Lula y posibles encuentros con Fernández la tensión con Bolsonaro, en ese sentido, podría aumentar. De hecho, Fernández podría invitar al ex mandatario brasileño a su asunción.

El mandatario argentino electo busca además un nuevo equilibrio político regional progresista y su primer viaje al exterior fue a México donde se vio con el mandatario local de izquierda, Andrés Manuel López Obrador.

Pero, según la doctora en Ciencia Política Constanza Mazzina, “el acercamiento por conveniencia ideológica de los mandatarios de turno no resuelve la inserción internacional de la región, siempre dependiente del precio de sus commodities”.

En las últimas semanas, Bolsonaro no sólo advirtió que no iría a la asunción del nuevo presidente, sino que tras algunos rumores dejó trascender que no enviaría ni a su vice y que a lo sumo iría el ministro de Ciudadanía de Brasil, Osmar Terra. Quienes conocen al mandatario brasileño creen que puede llegar a dar marcha atrás.

Pero en los últimos días volvió a dar señales negativas contra Argentina: el mandatario autorizó la compra sin aranceles de 750 mil toneladas de trigo fuera del Mercosur, lo que beneficiaría a Estados Unidos, Rusia y Canadá, en contra de la Argentina. Hasta el momento las compras extrabloque tenían un arancel del 10%. La decisión había sido planteada a inicios del 2019, pero según informaron funcionarios del gobierno de Macri se había acordado con el gobierno brasileño suspender la aplicación.

Los expertos coinciden: Fernández aún no asumió, la verdadera relación y las posibilidades de negociar dependen también de quién se nombre como canciller y como embajador.

Vínculos

Para Mazzina, “la pregunta no es si Brasil y Argentina pueden vivir sin el otro, sino qué pierden y cuánto pierden”. La especialista en procesos de integración latinoamericana da algunos datos: “En cuanto al intercambio comercial brasileño se destaca que, para el año 2015, la República Argentina se ubica en el cuarto lugar como origen de las importaciones, mientras que se ubica en 3er lugar como destino de las exportaciones brasileñas. En cambio para la República Argentina, de acuerdo a datos del INDEC (2015) Brasil se posiciona como primer destino de las exportaciones argentinas y principal origen de las importaciones”.

En esa línea, Lohlé advierte: “Nos afecta a ambos, en proporciones desiguales. Argentina sufriría más, por supuesto, porque estamos en un proceso mucho más complejo que el de Brasil. Ellos tienen inflación de 5%, tienen 350 mil millones de dólares de reservas y nosotros tenemos 50% de inflación y reservas apenas para durar un mes”.

Mazzina destaca que “históricamente, Brasil y Argentina han sido rivales en la región. Competían por el liderazgo subregional. Esto cambia con la vuelta a la democracia y el reemplazo de las hipótesis de conflicto por la construcción de confianza”.

¿Hay chances de una nueva competencia regional? Brasil viene promoviendo reformas estructurales: Michel Temer logró una reforma laboral y Bolsonaro una previsional, y avanza en la reforma tributaria y un “achique del Estado”. Según Lohlé “Brasil ya está absorbiendo inversiones que no van a llegar a Argentina. Tiene una previsión de inversiones de 80 mil millones de dólares para este año. El mundo inversor está viendo a Brasil, netamente. Brasil ha crecido mucho también, hay señales muy marcadas de que se está dando esto”.

¿EE. UU. ordenador?

Donald Trump es aliado indiscutible de Bolsonaro. Hace una semana, el presidente de EE.UU. llamó a Fernández para felicitarlo por el triunfo. Según voceros del presidente electo, Trump le dijo que instruyó al FMI a trabajar con Argentina. El miércoles, Fernández almorzó en México con Mauricio Claver-Carone, el principal asesor de Donald Trump para América Latina.

“La prioridad absoluta para el gobierno de Fernández es renegociar la deuda pública con el FMI, y para ello es imprescindible a su vez el respaldo y aprobación del presidente Trump. El principal aliado estratégico de Estados Unidos en América del Sur es Brasil, el gobierno de Bolsonaro. Como parte de este vínculo fundamental que el gobierno de Fernández tendrá que establecer con Trump está implícito que también tiene que estar resuelto el conflicto con Brasil”, concluye Jorge Castro.


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