«Hay muchos dinosaurios por descubrir»,

La opinión de un paleontólogo de la UNC e investigador del Conicet.

NEUQUEN (AN).- Leonardo Salgado cuenta que en el mundo científico nada superó la emoción que sentía cuando niño, cada vez que espiaba las aves a través un par de prismáticos de mediano alcance, allá lejos en las lagunas de la provincia de Buenos Aires.

El dato resulta por lo menos curioso para un tipo que ha desenterrado fantásticos mundos fosilizados, verdaderos reinos con criaturas imposibles hechas piedra en procesos que llevaron decenas de millones de años.

«Me quedaba embobado, podía estar horas y horas mirando las aves. Con la paleontología es como que estoy preparado para encontrar algo, estoy programado para localizar piezas; qué se yo… me ponen contento otras cosas, como terminar un estudio o hacer una campaña con buena onda y trabajar con profesionales de otras especialidades», admite el paleontólogo de 41 años, uno de los máximos especialistas mundiales en dinosaurios saurópodos, y en huevos y nidos de estos bichos, de los más difundidos durante el período Cretácico.

Salgado nació en Adrogué (Buenos Aires), estudió y se graduó en La Plata en 1987 y vive en la región desde 1.988. Es investigador de la Universidad Nacional del Comahue y del Conicet. Su nombre está integrado a una selecta galería de investigadores de dinosaurios. Pertenece a una camada de brillante, surgidos bajo la tutela de José Bonaparte quienes trabajan aquí, en Estados Unidos y Europa, en los más importantes centros de investigación paleontológica.

«No tengo ninguna justificación concreta, pero cuando iba al jardín de infantes ya sabía que iba a ser paleontólogo, quizá no conocía los términos de lo que era la profesión ni cuál la función específica, pero lo sabía. Por eso, todo se dio de manera muy natural. Me gusta mucho mi trabajo pero si tuviera diez vidas sólo sería paleontólogo en una», afirma el científico. Sospecha que el interés por la investigación, por el querer saber, le puede haber venido en la sangre, por su padre (que también se llama Leonardo) un reconocido médico especialista en genética, ahora jubilado.

A la par que su estilo rompe el estereotipo del científico, Salgado tiene claro que «jamás» se irá de la Argentina, más allá de los portazos que suelen recibir los investigadores.

«No podría irme, no me bancaría el desarraigo», asegura, y es muy convincente.

Es más, dentro de la ciclotimia que marcan los vaivenes de nuestro país, el paleontólogo siente que ejerce la profesión correcta en el momento correcto: estudia dinosaurios en la Patagonia.

«Yo noto que muchos colegas de otros países tienen algo así como una sana envidia. Es más, hace unas semanas, un colega norteamericano me decía, con muy buena onda, que era fácil ser paleontólogo aquí, donde hay de todo al alcance de la mano. Todavía queda muchísimo por estudiar y descubrir. La Patagonia es un enorme reservorio de fósiles», sostiene.

Salgado huye de cualquier autoreconocimiento: es uno de los máximos especialistas en dinosaurios saurópodos de todo el mundo pero esquiva al halago.

«Decirlo así suena a que es mucho, a que hay millones de personas estudiando saurópodos; en realidad somos muy pocos y dentro de esos muy pocos, puedo decir que estoy entre los cuatro o cinco que más se han dedicado», responde a la consulta del periodista.

Puede contar pero no lo hace que debutó estudiando los huesos del Amargasaurus (una fabuloso dino que tenía espinas en el lomo), que participó del rescate del Argentinosaurus Huinculensis, del Giganotosaurus Carolinii, que extrajo, estudió y bautizó al Neuquénsaurus, que tuvo bajo la lupa al Rebachisaurus, al Andessarus y varios otros bichos cretácicos, sin olvidar a los reptiles marinos, otra de sus especia

lidades. Salgado, por otra parte, participó o lideró los principales estudios en huevos de dinosaurios en la región (en Auca Mahuida y en el Bajo de Santa Rosa de Río Negro), en investigaciones que integran a grupos multidisciplinarios de paleontólogos.

El científico cuenta que cuando empezó a estudiar paleontología en la Universidad de La Plata «éramos dos» y que la gente en general no sabía en qué consistía la paleontología. Hoy todo el mundo sabe de dinosaurios y hay un descomunal consumo de todo lo que tenga que ver con los mundos perdidos.

 

El papel de Spielberg

Creo que el primer manijazo se dio a partir de la reformulación de los estudios de archaeopteryx en la década del 80 y con la película de Spielberg (Jurassic Park) en el 93; creo que los científicos hemos aprendido que es buena la divulgación de la información científica. De alguna manera, los paleontólogos que nos dedicamos a dinosaurios tenemos más posibilidades que los que trabajan con mamíferos».

Salgado recuerda que cuando terminó el secundario fue a verlo a Bonaparte al museo Bernardino Rivadavia a preguntarle donde le convenía estudiar y que el investigador le recomendó La Plata. «Me dijo que cuando me reciba lo vaya a ver y antes recibirme estuve trabajando con él», explica.

En los últimos años fueron muchos los chicos que se le han acercado porque quieren ser paleontólogos. Dos de esos muchos chicos «Nacho» (de Cinco Saltos) y «Rodo» de Cipolletti está en las puertas de la graduación. Los dos encaran sus tesis y el segundo estudiará los embriones de los dinosaurios saurópodos. «Lo único que me encargo de explicarles es que más allá del trabajo en el campo está en el de laboratorio, el de estudio y de sentarse a escribir, algo que incumbe directamente al profesional y que está un poco lejos de todo lo que significa la aventura», cerró.

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