Inmigrantes celebraron en la región

Distinguieron a 21 extranjeros en Bariloche.

SAN CARLOS DE BARILOCHE (AB).- En la tradicional celebración del Día del Inmigrante que organiza la delegación de Migraciones, ayer por la mañana se entregaron diplomas de reconocimiento y gratitud a 21 extranjeros residentes que superaron los 50 años de aportes al país. En esta ocasión fueron mayoría los chilenos e italianos, por primera vez no recibió su distinción ningún inmigrante español, y sólo hubo dos eslovenos y un alemán entre los homenajeados.

Es probable que en el futuro próximo sigan siendo los inmigrantes chilenos los que sobresalgan por cantidad en estas celebraciones, porque a partir de 1950 la inmigración europea comenzó a decrecer en forma paulatina, hasta convertirse en excepcional desde 1960 en adelante.

Hubo banderas y delegaciones de todas las colectividades y más de 200 asistentes entre homenajeados, familiares y autoridades. La banda de la Escuela Militar de Montaña le otorgó brillo y emoción al acto con sus inter

pretaciones, y la fiesta terminó con tres danzas, a cargo del ballet municipal Tolkeyén.

Durante el acto se leyeron los discursos del director Nacional y el delegado local de Migraciones, Ricardo Rodríguez y Diego Puente, y hubo emocionados recuerdos sobre los hechos que motivaron la emigración en la voz del vicecónsul honorario de Hungría, Francisco Halbritter, quien también evocó el antiguo hotel de Inmigrantes del Puerto de Buenos Aires.

La celebración encuentra antecedentes en la evocación del primer decreto del gobierno argentino sobre el fomento de la inmigración, publicado el 4 de setiembre de 1812. Ese documento, que suscribieron Feliciano Chiclana, Juan Martín de Pueyrredón y Bernardino Rivadavia, definía a la población como «el principio de la industria y el fundamento de la felicidad de los estados», y convenía en proponerla «por todos los medios posibles». A los inmigrantes que se dedicaran a cultivar los campos les prometían «terreno suficiente» y auxilio para sus establecimientos rurales, y a quienes quisieran aplicarse a la minería, facilidades para introducir los elementos necesarios para la extracción de los productos.

La Argentina siempre fue receptora de inmigrantes. En la Constitución de 1853 y en las sucesivas se mantuvieron las garantías para que pudieran ejercer su industria, comercio y profesión todos los extranjeros, poseer bienes raíces, navegar los ríos y ejercer su culto.

La ley 817, de Inmigración y Colonización, también llamada ley Avellaneda, disponía que el inmigrante tenía derecho a ser alojado durante cinco días, hasta que las oficinas de empleo le buscaran trabajo si fuera necesario. Para esos efectos, en 1877 comenzó a funcionar el edificio circular de Retiro, y en 1911 se inauguró el legendario Hotel de Inmigrantes, con 100 camas, hospital y salas de lectura con grandes mapas de las provincias, descripciones detalladas de la riqueza de la tierra, infraestructura y disposición de máquinas agrícolas.

En este famoso hotel, es donde Halbritter recordó haber estado tres días, hasta que su padre consiguió trabajo. Hoy funciona allí la dirección Nacional de Migraciones, el museo, archivo y biblioteca de la inmigración, creados en 1985.


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