“Irma”, la obra neuquina que brilló en Salta

Aplauso sostenido y elogios para la obra de Villa la Angostura. El unipersonal se destacó en la Fiesta Nacional del Teatro. Es interpretada por Mariela Roa, la actriz del Grupo Manzana 44.

TEATRO

Tras el apagón final, lo primero fue un contundente y sostenido aplauso que en el pasillo de salida del Centro Cultural Martínez Borelli de la Universidad Nacional de Salta, se transformó de inmediato en elogios apasionados de directores, actores y periodistas acreditados. Acababa de concluir la primera de las dos funciones de “Irma (cierro los ojos y veo)” en la Fiesta Nacional . Y en medio del grupo que ganaba lentamente la calle, se escuchaban expresiones como sublime, lo mejor que vimos hasta ahora, sacando a Buenos Aires (“El rastro”, con Analía Couceyro y Rafael Delgado, dirigidos por Alejandro Tantanián), qué hermosa Irma, muy buena, cuánta belleza… Y muchas otras que a este cronista se le perdieron entre el murmullo, los pasos y la llovizna.

“Irma” –de y por Mariela Roa, con asistencia de dirección y producción de Gustavo Romero, dirigida por Marina Carrasco- está atravesada por la espera de su marido para iniciar la muestra de fotos que ella misma tomó en el pequeño paraje del Chaco donde vive. Su mundo. El fuego del sol al atardecer, la laguna, el humo de un incendio, las nubes, la luna, las estrellas y la noche sobre un algodonal, la casita de su amiga que vive del otro lado del agua, los pastizales y el campo. A Irma le gusta fotografiar lo que ve, aprendió en un taller y la invitan a exponer lejos de su pueblito de ciento veintiocho habitantes.

Ya en la cena donde se juntan todos los teatristas y medios, pasada la medianoche del lunes, Ricardo Schneider, crítico del diario El Litoral, se acercó a la mesa que compartían las delegaciones de Río Negro y Villa La Angostura para dialogar con Mariela Roa, la actriz del Grupo Manzana 44 de Villa La Angostura, que se metió en la piel de Irma: “No sé cómo empezar, yo soy de la ciudad de Santa Fe, un viejo hombre de teatro que tengo cuarenta años de ver obras, y me hiciste llorar.” Mientras esto decía, Ricardo lagrimeaba. “Porque tanto vos como el espectáculo tienen tanto magnetismo… Me cuesta verbalizar, pero me dejo llevar por la emoción por lo que hiciste. Hay tanta dureza en lo que se cuenta, tanto dolor y tanta poesía a partir de una actriz como vos que sabe qué está diciendo. Algo que no está pasando hasta ahora, en este festival…”

La propuesta del grupo neuquino es todo eso por muchas razones, todas naturales del buen teatro. Está bien dirigida, sensiblemente contada, emociona con hondura, tiene humor, momentos de dolor contenido como tantas cosas de la vida de cualquier persona. Es absolutamente cierta, creíble. Usando un solo reflector, tres linternas, un panel con fotos, algunas ampliaciones enmarcadas envueltas en hule y un banquito, el cuerpo y el talento de Mariela crean el resto. La magia. Esa ave esquiva que se llama fascinación, seducción con recursos sencillos, tan bellos como llenos de sentimientos y sutileza, que muy pocos actores y actrices logran generar en el espectador. Magnífica tarea de esta joven mujer que sabe cómo transportarlo al profundo paisaje interior humano en el que las emociones afloran genuinas, puras, inevitables.

La dramaturgia fue construida por Roa y la directora a partir de una serie de imágenes del chaqueño Mau Ramírez.

“Irma (cierro los ojos y veo)” se estrenó en enero de este año, ya pasó por ciudades de distintas provincias a través del Circuito Nacional que organiza el Instituto Nacional de Teatro, llegó a Chile gracias al Festival Mujeres a las Tablas y ha recorrido toda la zona. Le espera un largo camino de bien merecidos aplausos, a Mariela, también…

Eduardo Rouillet

eduardorouillet@gmail.com


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