Javier Correa, ayer el mayor campeón, hoy el carpintero

Puso el canotaje argentino en el mapa mundial hace 20 años. Ahora tiene un taller en su casa, en la Costanera maragata, y dicta clases de horticultura. Se retiró en el 2005 de las competencias oficiales.

A la vera del río Negro, en la misma casa donde dio sus primeros pasos maragatos y soñó con aquellos logros deportivos que después hizo realidad, Javier Correa hoy vuelca su pasión por la carpintería, transformada en su labor diaria.

Con 45 años, padre de Morena y Agustín; está en pareja con Daniela, madre de Ignacio e Isabel.

El recuerdo especial fue por la doble consagración en el Mundial de Poznan, Polonia, en 2001.

Pero en sus grandes logros incluyen múltiples medallas en campeonatos argentinos, sudamericanos y panamericanos, en Juegos Panamericanos, y en distintas copas del Mundos, además de la semifinal en los Juegos Olímpicos de Atlanta (1996), el quinto puesto en Sidney (2000) y el octavo en los Juegos de Atenas (2004).

A pesar de una vida deportiva metódica, con horarios, demasiado estructurada y muchos viajes pudo desarrollar dos pasiones: sus estudios de Biología y el pasatiempo de construir miniaturas con escarbadientes durante las largas concentraciones en#Europa. Hoy son su sustento.

La carrera quedó inconclusa pero cambió por la de Administración de Empresas Agropecuarias en la Universidad Nacional del Comahue y le abrió la puerta a la docencia, mientras que aquel hobby se transformó en su oficio de carpintero.

Durante la mañana dicta clases de horticultura en la Escuela Secundaria de Formación#Agraria de El Juncal para alumnos de tercer año, con mucha práctica en la producción de frutas y verduras.

El resto del tiempo lo reparte entre la carpintería y su familia.

“Siempre me gustó el trabajo manual, hacía cosas para mí en madera, sobre todo cuando estaba en#República Checa, porque se cenaba muy temprano y después me quedaba mucho tiempo. Hacía muebles y kayaks en miniaturra, que era lo que podía hacer en esos viajes. Algunos los tengo y otros se los fuí regalando a otros deportistas”. contó.

Cuando llegó el punto final de su carrera deportiva “me armé de algunas herramientas, hice las aberturas de mi casa, algunos muebles y algunos años atrás compartí el espacio con un muchacho que vino de Buenos Aires y tenía la experiencia de haber trabajado en una fábrica de muebles”.

Recordó que “cuando él regreso a Capital quedé instalado en el taller y estoy tomando trabajos que se que puedo responder y que puedo alternar con mi actividad en la escuela y las actividades con mis hijos. Es algo que disfruto mucho” remarcó durante una pausa en su taller ubicado junto a la casa de la costanera maragata.

Desde su última actuación internacional en los Juegos de Atenas, 2004, varios deportistas siguieron su camino pero sin los mismos resultados.

Para Correa el futuro es posible porque “material humano hay, hay buenos deportistas, buenos entrenadores” pero “falta integrar un poco los esfuerzos, hay recursos, siempre falta algún detalle; pero en general hay todo como para mejorar”.

Explicó que “creo que un factor que implica una desventaja es que no hay integración entre el trabajo que se hace en los clubes y la Federación.#Hoy en los clubes hay botes de carbono, hay entrenadores que cobran, hay estructuras donde se considera el sueldo del entrenador; esos son avances importantes”.

Otra deuda histórica es la falta infraestructura, “que sería muy importante” pero “la pista no pasa solo por el canotaje, es algo más integral”.

Por ahora el resultado#“sigue estando de la mano de algún talento individual y es para preguntarse qué estamos haciendo con el canotaje, por eso hay que apostar al desarrollo de las bases”.

Contó su expericiencia de cuando estuvo en la Federación#Argentina y “hubo algo que no pudimos desarrollar, que fue lograr la integración entre la selección y los clubes, que el camino a la selección sea mas visible” y que las experiencias sean más compartidas “porque a la Argentina participar de un mundial le cuesta diez veces más que a un equipo europeo, nosotros llevamos diez deportistas y con la misma plata los europeos van con cuarenta.#A esa participación hay que sacarle más el jugo, cuando el equipo nacional vuelve que los entrenadores cuente qué pasó, que se compartan las viviencias. Hay que abonar, desparramar ese conocimiento”.

Docente y dirigente tras el retiro en 2005

En la Regata del#Río#Negro de 2005 terminó segundo junto a Juan#Pablo#Bergero y esa fue su última competencia oficial.

Tras el retiro comenzó con un negocio dedicado a la náutica y luego pasó a la docencia una vez que terminó sus estudios de Administración de Empresas#Agropecuarias en la Univesidad del Comahue.#Primero en el secundario 80 y hoy en la ESFA, con una cátedra de horticultura.

No se alejó del canotaje y junto otros expalistas comenzó a trabajar como dirigente y cumplió dos mandatos como presidente de la Federación Argentina de Canoas y otro como tesorero, “una experiencia muy interesante, aprendí mucho del manejo administrativo, encontré explicaciones a cosas que antes no entendía”.

Valoró que en esa etapa pudimos “abrir el juego a los clubes del interior” y mantiene el vínculo ya que es vocal en representación del club náutico Comandante Luis Piedra Buena.

2001: el año de su despegue y el reconocimiento mundial

El despegue deportivo de Correa fue en los Juegos Panamericanos de Mar del Plata, en 1995, donde logró sus primeras medallas en K-2 junto a Abelardo Sztrum con solo 19 años y al año siguiente tuvo su primera cita olímpica en Atlanta. Después fueron tiempos de subirse al bote single.

Sumó experiencia y resultados en pruebas internacionales hasta que se metió en la primera final de un Mundial en Milán, en 1998, y fue tercero; se consagró en los Panamericanos de Winnipeg, en 1999; y arrañó una medalla olímpica en Sydney 2000, donde fue quinto.

La revancha llegó en 2001. Arrancó con su triunfo en la Regata del Río Negro junto a Sztrum y después brilló en Europa en las tres fechas de la Copa del Mundo disputadas en Sevilla, Copenhague y Zagreb. En esas ciudades ganó las tres regatas individuales sobre 500 metros y fue una vez primero y dos veces segundo en 1.000 metros.

Así llegó a la ciudad polaca de Poznan para el Campeonato Mundial y ratificó sus pergaminos.

Le dio a la Argentina la primera medalla de plata de la historia al quedar segundo en 1.000 detrás del francés Babak Tahmasseb y superar a dos históricos como el alemán Lutz Liwowsky y al húngaro Akos Vereckei. Un día más tarde cerró su actuación con la medalla de bronce en 500 metros superado por Vereckei y el uzbeko Anton Riahov. Fue el único deportista que logró subirse al podio en las dos pruebas principales del Mundial, algo que ratifica aquella proeza.

A veinte años, Correa recuerda que “fue un Mundial muy interesante, porque pude dominar la preparación que venía haciendo en los años anteriores incluso mejor que en los Juegos Olímpicos de Sidney”.

Señaló que “se dieron varia cosas” porque la Federación#Internacional “liberó las medidas de los botes y pude tener una embarcación más a mi medida, que en principio se había hecho para las mujeres” y, también, “me animé a competir de manera más estratégica”.

El palista agregó que “sentí cosas que no pasaban antes porque llegué al Mundial y para todos era uno de los candidatos, antes era llegar y mirar a los otros y esa vez todos me tenían como el rival a vencer”.

Ese año “fue el mejor por los resultados deportivos” pero también “por mi sensibilidad porque me lo tomé más relajado, disfruté del deporte, me permití probar cosas nuevas, siempre buscando el mejor resultado”


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