Juicio «La Escuelita»: Declararon las universitarias secuestradas

Nueve de los 15 acusados, siguieron la audiencia por zoom, pese a que están autorizados a no hacerlo a pedido de sus defensas.

La primera vez que Nora Rivera pensó que la iban a matar, fue cuando la subieron vendada y esposada a un avión en el aeropuerto de Neuquén y le dijeron que la llevaban “al monte tucumano”.


El vuelo clandestino finalizó en el V Cuerpo del Ejército, y la llevaban a “La Escuelita”.

Allí escuchó las voces de Jorge Asenjo (periodista de Cinco Saltos, desaparecido) Susana Mujica y Mirta Tronelli, docente y estudiante de la carrera de Trabajo Social, ambas desaparecidas.

Los testimonios de abril en el juicio por delitos de Lesa Humanidad comenzaron con las universitarias sobrevivientes del centro clandestino del V Cuerpo, de donde no regresaron siete estudiantes y docentes de la Universidad Nacional del Comahue.

Ayer, el rector, Gustavo Crisafulli, estuvo dentro del público autorizado a presenciar el debate en la sala, con ingreso restringido por pandemia.

“A Cecilia (Vecchi) se la llevaron el9 (de junio de 1976), a Mirta el 11; luego me llevaron a mí y a Arlene (Seguel), Élida (Cifuentes) y Gladis (Sepúlveda)”; dijo Nora.

Todas eran de la carrera de Trabajo Social, pero no supieron que habían terminado en el centro clandestino bahiense hasta después de muchos años.

La hermana de Mirta, Silvia Tronelli, describió el derrotero de búsqueda de su padre Orlando durante muchos años, incluso hasta más allá del término de la dictadura.

Describió que el día del secuestro allanaron su casa paterna en Barda del Medio, la escuela de Villa Manzano donde su hermana daba clases de música, y luego “se habrían enterado que trabajaba en Bienestar Social”, porque ingresaron a las oficinas de gobierno en Neuquén capital, donde se produjo el secuestro.

El rector de la Universidad Nacional del Comahue, Gutavo Crisafulli, en la audiencia presencial. (Yamil Regules)


Describió que conoció a Asenjo en Barda, porque había tenido un noviazgo con su hermana cuando era trabajador de Vialidad Nacional. “Después fue fotógrafo y hacía algo de periodismo; no lo vi nunca más, y luego me enteré de su secuestro”, en Cinco Saltos.

Orlando Tronelli viajó por el país en busca de su hija, o de datos sobre su paradero. “Cada vez que llegaba de viaje, había la expectativa de que podría haber alguna novedad, o que la traía. Y luego la tristeza y la depresión. Después de muchos años recibió un llamado de que la habían matado, que la habían tirado al mar en Bahía Blanca, no supimos quién llamó”, dijo Silvia.


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