Caso Facundo Astudillo: condenaron a 7 años de prisión al perito de Viedma que falsificó pruebas
El adiestrador canino Marcos Herrero fue condenado a 7 años de prisión por plantar pruebas en el caso Facundo Astudillo Castro. También fue inhabilitado 14 años.
«Siempre traté de hacer mi labor, con errores y aciertos”. Con esas palabras, el instructor canino Marcos Herrero intentó defenderse antes de conocer su condena. Pero ya era tarde. Este martes, la Justicia Federal de Bahía Blanca sentenció al adiestrador de Río Negro a siete años de prisión efectiva por adulterar pruebas en una de las causas más sensibles del país: la desaparición y muerte de Facundo Astudillo Castro, ocurrida durante la pandemia, en plena cuarentena estricta.
El veredicto incluyó otra pena más severa: la inhabilitación para ejercer su profesión durante 14 años. Herrero, oriundo de Viedma, había sido convocado como perito para participar en los rastrillajes que buscaban esclarecer qué le pasó a Facundo, el joven que fue visto por última vez en abril de 2020 luego de un control policial y que apareció esqueletizado tres meses y medio después en una zona de cangrejales en Bahía Blanca.
Un juicio seguido con atención nacional
El fallo fue dictado por el Tribunal Oral Criminal Federal de Bahía Blanca, presidido por el juez Ernesto Sebastián. La audiencia se desarrolló por videoconferencia, pero generó una fuerte repercusión pública por el peso simbólico del caso Astudillo: un expediente marcado por las sospechas de violencia institucional, encubrimientos y silencios del poder.
Herrero, de 49 años, llegó al juicio acusado de “falso testimonio reiterado agravado” en siete hechos diferentes. Según el fiscal Santiago Ulpiano Martínez, el instructor “plantó pruebas” con la intención de direccionar la causa hacia la responsabilidad de la Policía Bonaerense, en particular de los efectivos que interceptaron a Facundo antes de su desaparición.
Perros inducidos y pruebas contaminadas
La maniobra fue grave. Según la acusación, Herrero manipuló a sus perros para que reaccionaran frente a ciertos estímulos, y luego comunicó hallazgos falsos: decía que los canes habían detectado rastros de Facundo donde, en realidad, no existía ningún vínculo comprobable. Además, agregó objetos personales sin justificación y adulteró escenarios.
Para el fiscal, se trató de un claro intento de incriminar a miembros de la fuerza. “Inducía a los perros a que adoptaran determinados comportamientos para luego interpretar que se trataba de rastros de Facundo”, sostuvo en la audiencia. Esta conducta, explicó, no solo falseó pruebas sino que entorpeció seriamente la investigación de un crimen.
Una condena que se suma a otra
La sentencia de este miércoles también dispuso la unificación con una condena anterior dictada por el Tribunal Penal 2 de Mendoza en marzo de 2023. En aquella ocasión, Herrero había sido hallado culpable de “encubrimiento simple”, y el juez decidió fusionar ambas penas en una única condena de siete años y ocho meses de prisión.
Por ahora, Herrero permanece bajo arresto domiciliario, pero deberá acatar condiciones estrictas: no podrá salir del país, tendrá que fijar domicilio estable y entregar su pasaporte en un plazo de cinco días. La lectura de los fundamentos del fallo se realizará el 29 de abril a las 13.30.
El recuerdo de Facundo
Facundo Astudillo Castro tenía 23 años. Había salido desde Pedro Luro hacia Bahía Blanca en medio de la pandemia, desafiando la cuarentena obligatoria. Fue demorado por la policía en el ingreso a Mayor Buratovich. Desde entonces, no se supo más nada de él hasta que su cuerpo fue hallado el 15 de agosto, esqueletizado, en el estuario de Bahía Blanca.
La autopsia, realizada por el Equipo Argentino de Antropología Forense, concluyó que la causa de muerte fue “asfixia por sumersión”. Pero aún hoy, la responsabilidad directa de su muerte no fue esclarecida. El caso simboliza la lucha de muchas familias contra la impunidad estatal.
Un fallo con impacto en la opinión pública
La figura de Marcos Herrero había ganado relevancia en la Patagonia por su colaboración en distintas causas criminales junto a la Policía de Río Negro. Por eso, su condena sacudió no solo a quienes siguen el caso Astudillo, sino también a la comunidad profesional vinculada a las pericias con canes.
Su participación, lejos de haber esclarecido el hecho, sembró más dudas y desvió la mirada judicial. El fallo de Bahía Blanca deja un precedente: la falsificación de pruebas no solo es un delito, sino una traición a la búsqueda de verdad y justicia. Y, como tal, tiene consecuencias penales.
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