Lucas Asenjo recuperó el legado de su padre desaparecido en Cinco Saltos durante la dictadura

La sentencia que determinó que Lucas Asenjo es hijo de Jorge Alberto Asenjo, desaparecido, se conoció la semana pasada

No conocía la letra de mi viejo y hoy tengo papeles de su puño y letra, poesías y algunas crónicas del ambiente de trabajo que se vivía en Neuquén en aquel momento”, dijo Lucas Asenjo, que este fin de semana firmó su nombre de pila con su apellido paterno “porque se me canta” -puso en sus redes- ya que logró parte del legado que el abuelo periodista le deja a sus hijas: el de su apellido y la certeza de quien es hijo, tras años de porfía por recuperar esa identidad arrebatada durante la noche de la dictadura.

Asenjo era corresponsal de El Mundo, en Cinco Saltos. Llegó desde Buenos Aires con Vialidad Nacional y trabajó como administrativo de un empaque de frutas en Cordero, que tenía unos 800 obreros, entre 1973 y 1976.

Militaba en el PRT y el 12 de junio por la madrugada el grupo de tareas de inteligencia del Comando lo arrancó de la casa que habitaba en la calle Rivadavia y sólo se supo de él cuando lo trasladaron de la vieja cárcel Federal (ex U9) rumbo al aeropuerto de Neuquén.

Días después fue reconocido en el centro clandestino La Escuelita, de Bahía Blanca, y sigue desaparecido.

Lucas regresó esta vez al Valle sin pendientes: en 2008 vino en búsqueda de su historia y para colectar retazos de vida de su padre biológico.

Después regresó a declarar en la fiscalía sobre lo que logró conocer de su desaparición, y el año pasado estuvo ante los jueces para declarar y escuchar la sentencia condenatoria de los responsables por el secuestro, torturas y la desaparición forzada.

Fue el juicio en el que declararon la mayor cantidad de los hijos e hijas de desaparecidos de la región, sobre lo que supieron e investigaron a fuerza de insistir en la familia y entre los militantes que conocían a sus padres o madres, o entre los sobrevivientes con las y los que compartieron cautiverio hasta la desaparición forzada.

A Lucas le estaba por cumplir con sus hijas y el tramo final de su búsqueda, en la trabajosa tarea de recuperar el apellido del abuelo Asenjo y reconstruir esa parte trunca de la identidad familiar.

“Además conseguí cosas escritas de mi viejo, algunos textos a máquina con su firma y otras cartas de puño y letra”, destacó ni bien llegó a Neuquén por un viaje laboral.

Esto no es referencial, hablo para que otros hijos e hijas  se animen a preguntar y cuestionar su propia historia, alentar a que sigan en la búsqueda o alimentar esta duda sobre la identidad”, dijo Lucas.

Luego de 13 años, con muchos escollos que fueron superados ante la falta de un ADN paterno o el de los abuelos paternos, con el aporte sanguíneo de un tío Asenjo que superó el 96 % de compatibilidad y tras un año de trámite judicial en Río Negro que se completó con testimoniales de juicios, la justicia rionegrina dictaminó que era hijo de Jorge Asenjo, desaparecido.

El único otro antecedente en la región está en Neuquén, cuando la justicia determinó que Carina era la hija de Felipe Lara, desaparecido de Chos Malal.

No se trata de un cambio de apellido en un juicio de filiación, con Mariana González que seguimos ambas causas, las planteamos como derecho a la identidad: impugnar que esa persona no es hija o hijo de quien figura inscripto en el registro (acción judicial que en el caso de Lucas, se hizo en Buenos Aires) y el final del trámite que fue el resultado en Cipolletti, para el caso de Lucas y en Neuquén, para Carina”; explicó Marcelo Medrano, uno de los representantes en el juicio por filiación.

El derecho a la identidad tuvo en ambos casos en común que “hubo desaparición y privación de la identidad.

Si uno no lo enmarca en derechos humanos, en derecho a la identidad y en lesa humanidad, sólo se trataría de una filiación”, sostuvo.

Agregó saber de hijos e hijas de desparecidos que no hacen el trámite por temor o desconocimiento sobre éste trámite.

“Celebro la decisión, como dijo una amiga, es una batalla ganada al horror; es reconvertir el dolor y la tristeza en un derecho, en un reconocimiento”, sostuvo.


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