Muerte del soldado en Zapala: cómo será la reconstrucción del hecho

El juzgado autorizó medidas preliminares que son indispensables para realizar la nueva reconstrucción. Es un reclamo que la familia de la víctima sostiene desde hace meses.

Dónde se ubicaban cada uno de los soldados y el personal militar el 1 de junio pasado a las 6 de la mañana. Qué desplazamientos realizaron. Con cuánta capacidad lumínica contaron. ¿Se escuchan dos disparos desde el lugar en el que cada uno dijo que estaba? Son algunas de las preguntas que debe responder la investigación del homicidio del soldado Pablo Gabriel Jesús Córdoba, ocurrida en esa fecha en el Grupo de Artillería de Zapala. Para eso, se avanza en la organización de la reconstrucción del hecho.

La reconstrucción fue solicitada hace meses por el abogado Maximiliano Orpianessi, que representa a Natalia Uribe y Juan José Córdoba, padres del soldado. Es una medida básica en un caso con tantas contradicciones y puntos sin esclarecer, pero recién ahora el juez federal subrogante Hugo Greca permitió algunas diligencias previas que son fundamentales. La fecha aún no está confirmada.

El juez Greca, que tiene asiento de funciones en Roca, se presentó en el cuartel de Zapala recién 37 días después de la muerte de Córdoba (21 años). Para entonces ya era largamente sabido que el joven había recibido dos disparos en la cabeza, por lo que la hipótesis del suicidio era al menos cuestionable.

Fue el 7 de julio a la mañana. El magistrado informó que haría una inspección ocular, que se convirtió en una reconstrucción del hecho. La familia de Pablo lo cuestionó por la demora en presentarse en el cuartel, pero además porque la reconstrucción se realizó a plena luz del día (el soldado recibió los disparo en la madrugada, aun noche cerrada), sin corroborar la sonoridad de los disparos, y el grado de improvisación fue tal que en vez de un fusil FAL como el que cargaba la víctima, utilizaron una rama.

Las contradicciones expuestas


Incluso con tantas deficiencias, la reconstrucción dejó un saldo positivo: demostró que había muchas contradicciones entre los testigos -soldados y militares- respecto de lo que sucedió esa madrugada.

Quizá el símbolo de las versiones contrapuestas sea el soldado Brian Jara, quien filmó con su celular a Córdoba en su agonía y lo admitió mucho después. El juez Greca no le secuestró el teléfono de inmediato, y para cuando se decidió a hacerlo, el video había sido eliminado.

Según la familia de Pablo, las pericias indican que el celular fue reiniciado de fábrica al día siguiente de su última declaración. Jara fue indagado como presunto autor del delito de encubrimiento.

La nueva reconstrucción


Que se realizará una reconstrucción no es secreto para nadie. Incluso el juez Greca se lo adelantó al imputado Jara cuando era todavía un testigo.

Para dejar blanco sobre negro las declaraciones de los testigos, la nueva reconstrucción se hará de noche, en condiciones de luminosidad similares a las que imperaban el 1 de junio a las 6 de la mañana. El personal deberá ubicarse en los sitios que ocupó en ese momento, y repetir los desplazamientos.

Además se harán dos detonaciones. Si bien no se sabe de qué calibre fue el arma que mató a Córdoba, se utilizará un FAL. Hay testigos que escucharon dos disparos, otros uno, y otros ninguno. También hay discrepancias respecto del tiempo que transcurrió entre el primero y el segundo.

Un fusil sin huellas


Otro punto en el que los testigos no se pusieron de acuerdo se refiere a la ubicación del fusil. Algunos señalaron que estaba sobre el cuerpo del soldado, y otros mencionan que apareció a un costado, con el cargador fuera de lugar.

Por lo menos dos personas se atribuyen haber tomado el arma, y una de ellas dijo que lo hizo con las manos ensangrentadas. Sin embargo, las pericias determinaron que ni el fusil, ni el cargador ni las vainas tienen huellas dactilares. Y en las manos de Córdoba no hay rastros de pólvora.

El video que Jara suprimió porque el juez no le secuestró el celular en cuanto reveló que lo había filmado, ayudaría a despejar estas dudas. Y otra muy relevante: ¿tenía puesto el chaleco? El soldado imputado por encubrimiento asegura que no; sin embargo otros testigos dicen que sí, y esa prenda está manchada con sangre de Córdoba.


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