Un experto del Conicet y del Balseiro investigará el crimen de Robinson en La Angostura

Lo propuso la querella como perito de parte. La fiscalía en tanto ya pidió informes por la irregular investigación paralela que hizo la policía de Neuquén, que está apartada del caso.

El experto en Criminalística Rodolfo Guillermo Pregliasco se sumó a la investigación del asesinato de Robinson «Robin» Gatica, ocurrido en Villa La Angostura y por el cual hay cinco policías de Neuquén imputados y con prisión domiciliaria.

Pregliasco fue ofrecido por la querella que representa a la familia de Gatica, Luis Virgilio Sánchez y Lorena Miani. Es un especialista del Conicet, integrante de la Dirección Nacional de Investigación Criminal dependiente de la subsecretaría de Investigación Criminal y Cooperación Judicial.

Trabaja en el Departamento de Física Forense del Centro Atómico de Bariloche, Instituto Balseiro. Ha intervenido en innumerables investigaciones, en el país y en el extranjero, entre ellas en un juicio en Estados Unidos por la Masacre de Trelew ocurrida en 1972.


Escena del crimen alterada


Pregliasco, el experto en Criminalística que trabajará para la querella. (Foto: Archivo)

La participación del especialista puede ser decisiva en la investigación de un crimen cuya escena no fue preservada por la Policía de La Angostura, y hay fuertes sospechas de que se alteraron pruebas para obstaculizar el descubrimiento de la verdad.

Además, en una audiencia realizada el jueves, se descubrió que un comisario llamado Luis Ferragut realizó una investigación paralela y le entregó sus conclusiones al defensor de uno de los policías imputados pero se las ocultó al fiscal del caso, Adrián De Lillo.

En cumplimiento de protocolos internacionales y nacionales, la Policía de Neuquén está apartada de la investigación desde el minuto cero. La fiscalía designó como fuerza auxiliar a Gendarmería. El incumplimiento acarrea consecuencias para el Estado nacional.


Ya no era una amenaza


Robin, de 32 años, fue atacado por cinco policías el 20 de julio pasado en su vivienda de Moquehue 237, casa 3. Los efectivos llegaron allí a pedido de la familia porque el hombre tenía una especie de ataque presuntamente por consumo de estupefacientes y se había puesto violento con las cosas, no con las personas.

Aunque se trataba de un tema de salud pública, y a pesar de que Robin estaba solo, desarmado, y no era un peligro para nadie, los policías le dispararon al menos una bala de plomo que no dio en el blanco y al menos cinco escopetazos de perdigones de goma que le impactaron de la cintura para abajo. Los cartuchos fueron movidos de lugar, por lo que resulta complejo reconstruir la posición del tirador.

Luego lo redujeron, no se sabe con qué método porque no hay testigos presenciales, y lo esposaron a la espalda. En minutos, murió.


El cuerpo, sin preservar


Pese a lo que exigen los protocolos sobre los cuales la Policía está instruida, y aunque había jefes presentes, no se conformó el doble anillo de seguridad para preservar la escena.

Al médico de guardia y a los camilleros del hospital los intimaron a que cargaran el cadáver y lo trasladaran sin esperar la llegada del Cuerpo Médico Forense, que está a pocas horas de distancia, en San Martín de los Andes. Una regla sagrada es que el cadáver no se toca hasta que no llegan peritos y forenses.

Los defensores dicen que Robin estaba con vida, y que lo llevaron al hospital para intentar reanimarlo. Pero el médico de guardia refuta esta fábula: los policías le pidieron que lo trasladara a la morgue, porque ya había corroborado el fallecimiento.

El cuerpo de Robin, sin preservación de ninguna naturaleza, fue trasladado a Neuquén. Llegó en pésimas condiciones de conservación, y esa es una de las razones por las cuales no se puede reconstruir la dinámica de la agresión ni la causa de la muerte.

La ubicación de los fluidos en los órganos puede deberse al movimiento del cadáver durante el viaje. Por eso el Cuerpo Médico Forense de Neuquén determinó que fue una muerte violenta pero no estableció las causas.

El entorpecimiento de la Policía con la tarea judicial llega a niveles insólitos. El 3 de agosto, el fiscal De Lillo pidió a la Jefatura algo tan sencillo como los legajos de los policías imputados. Todavía no se los enviaron.


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