La barilochense intersex que lleva su mensaje de integración

Valeria quiere concientizar sobre una condición corporal que muchos ignoran y evitarle a mucha gente el padecimiento que ella sufrió hasta sus 20 años.

Cuando Valeria nació en Bariloche, 35 años atrás, el médico les sugirió a sus padres someterla a una operación “lo antes posible” ya que, según se consideraba en ese entonces, era “hermafrodita”. Sus padres no dudaron de la palabra del médico pero como no tenían posibilidades económicas, no lograron trasladarse a Buenos Aires y decidieron esperar. A los pocos años, se dieron cuenta de que no había problema alguno y que Valeria podía transitar su vida en un cuerpo libre.

Hoy, Valeria Silva se define como “mujer mapuche intersex”. Esta operadora sociocomunitaria del Senaf lleva su experiencia a escuelas, programas de radio e incluso al último Encuentro Nacional de Mujeres. Su lucha tomó un camino: concientizar sobre una condición corporal que muchos ignoran y evitarle a mucha gente el padecimiento que ella vivió hasta sus 20 años.

Mostramos que hay otras corporalidades además de las disidencias sexuales. Esto no es una elección de género, es una condición natural que nos toca y nos atraviesa”, definió Valeria.

“Las personas intersex somos una diversidad corporal. En mi caso siempre me autopercibí como mujer. La autopercepción y la identidad de género en cualquier persona –no solo en las intersex– es una construcción personal”, agregó.

La principal lucha del activismo intersex es terminar con “las mutilaciones” de los bebés. Por eso, concentran esfuerzos en un proyecto de ley, argumentando que las intervenciones no deben producirse sin autonomía de la persona. “Hoy son los médicos quienes deciden. No hay autodeterminación”, explican.

Los médicos les dijeron a mis padres que la operación tenía que hacerse en los primeros años de vida porque si no quedaban recuerdos en la mente. Este es el nivel de tortura con el que opera el sistema médico”.

Valeria Silva

Entrar en conflicto

Valeria contó que entrar en conflicto con su cuerpo, especialmente en la adolescencia, fue inevitable. “Por más que no hayamos sido intervenidos y que nuestros cuerpos estén libres, la sociedad te marca que no puede haber otra cosa. Te sentís algo distinto y mal. Pero en 2015, la ONU reconoció que somos el 1,7% de la población mundial, el equivalente de la gente pelirroja en el mundo”, recalcó.

“¿Y cuál fue el momento en que reconociste que tu cuerpo era distinto?”, preguntó «Río Negro». “Toda la vida –respondió–, pero el ponerlo en palabras y romper ese silencio llevó años”.

Si bien durante su infancia se sintió libre, la adolescencia se tornó un tanto más difícil. “La sociedad te marca los roles de género: cómo ser mujer o varón. Yo estaba disociada de mi cuerpo, no me aceptaba y no quería ni mirarme al espejo. Iba preguntándome quién soy, también en el sentido de la identidad mapuche. Fue como una construcción conjunta”.

A los 20, cuando conoció la palabra “intersex”, Valeria logró reconciliarse con su cuerpo. Y con ella misma. En ese momento, comenzó la búsqueda de información y se topó con otras historias y relatos de luchas. “Recién ahí me di cuenta que el problema no era yo, ni estaba en mi cuerpo. No hay una enfermedad. Lo que está mal es la sociedad con este binarismo impuesto”, resumió la mujer, con un llanto contenido.

Recuperar la identidad

En el caso de Valeria, su reconocimiento como persona intersex estuvo acompañado por la recuperación de sus raíces mapuche. “Se nos ha silenciado y llenado de vergüenza. En la primaria, nos decían que todo había quedado en el pasado, se había perdido y mimetizado con la cultura criolla. Sin embargo, en nuestras casas veíamos con nuestros padres o abuelos que esos conocimientos no estaban perdidos”, relató la mujer de ocho hermanos.

Puso como ejemplo los camarucos que sobrevivieron más de 100 años “a pesar del colonialismo de los estados, de las fronteras y la lengua impuestas”.

En los espacios de politización mapuche a los que fue sumándose ya de grande, Valeria no solo encontró apoyo sino que la incitaron a hablar de lo algo que prácticamente se desconoce. “Desde la cosmovisión mapuche entendemos que la intersexualidad puede ser algo hasta positivo”, señaló.

«Hay que entender que se puede vivir en un cuerpo libre y que no son necesarias las mutilaciones. Yo me sentí muy acompañada y desde 2016 empecé a activar más políticamente la cuestión intersex. Hoy trabajo la temática de intersexualidad en los talleres ESI de las escuelas secundarias”.

Reconoció también que cuesta encontrar otras personas intersex ya que muchos han sido intervenidos y contar estas experiencias implica “exponer el dolor, el sometimiento, la tristeza, todo lo malo que han pasado” aunque advirtió que “ponerlo en palabras es muy liberador”.


Qué significa ser una persona intersex


Las personas intersex nacen con caracteres sexuales (genitales, gónadas, patrones cromosómicos) que no se corresponden con las típicas nociones binarias de cuerpos masculinos o femeninos.

En algunos casos, estas variaciones naturales –que pueden ser muy amplias– son visibles al nacer. En otros , se manifiestan en la pubertad.

Esa es una de las razones por las que muchas personas intersex sufren no sólo discriminación y maltrato sino muchas veces cirugías de definición de sexo decididas en base a estudios cromosómicos.


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