La comunidad mapuche que revive un bosque incendiado

“Caminar acá, con todo este verde es una alegría muy grande”, dice el lonko de la comunidad Aigo, Ricardo Peña, y recorre con la mirada el arroyo que se abre camino entre las piedras y el bosque quieto de Ruca Choroy. El suelo ya recobró su color tierra y entre el gris de las lengas cenicientas emergen pequeños brotes verdes que ilusionan.

En este paraje en el oeste neuquino la tierra y sus hombres saben de historias, necesidades y tragedias.

El voraz incendio que los tuvo en vilo durante 20 días y arrasó con 1350 hectáreas de bosque nativo en el 2014, será una página más del anecdotario que transmitirán a los hijos de sus hijos.

“No fue solamente la pérdida de los árboles, hubo animales que no pudieron salir y murieron carbonizados. Muchos puesteros perdieron todo. En aquel momento fue mucho dolor y tristeza, mucha impotencia”, agrega el lonko.

La Comunidad Aigo está integrada por unas 300 familias mapuches, un total de 1200 personas que viven en todo el paraje.

Araucaria dañada. Un árbol milenario herido de muerte.

El verde predomina en el paisaje, plantas arbustivas, pequeños bosquecillos que contrastan con araucarias antiquísimas, el río que serpentea a lo largo del valle, el lago al fondo y el infaltable viento que nos recuerda que estamos en la Patagonia más agreste.

Casitas de material y piedra, prolijamente sencillas, la escuela primaria y un anexo secundario, el centro de primeros auxilios, y unas cinco iglesias protestantes terminan de dibujar el pequeño universo de este rincón del mundo.

A la derecha, el bosque incendiado les recuerda el infierno que vivieron hace tres años. El manto gris es interminable y se extiende a lo lejos hasta perderse detrás de una montaña.

Al pie del cerro, un grupo de araucarias centenarias bendecidas por el azar custodia el bosque casi muerto que intenta volver a la vida

Milagro. Las araucarias que sobrevivieron a las llamas

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Para la comunidad el bosque no es sólo paisaje, sino una forma de vida. Llevan allí los animales para la veranada, sacan leña y recogen piñones.

En ese contexto, acelerar los procesos de restauración del bosque nativo es imperioso. Después del incendio desde la Dirección Provincial de Bosque Nativo idearon un ambicioso proyecto para reestablecer el bosque.

100 años o más demora el proceso natural de recuperación. El proyecto busca acelerar esos tiempos.

Desastre. Asi quedaron las lengas tras el paso de las llamas.

Asi quedó en bosque

Trabajo titánico

Desafiando pendientes pronunciadas, con sol, nieve y temperaturas bajo cero, un promedio de 50 hombres de la Comunidad Aigo ya plantaron 55 mil plantas que producen en los viveros que tiene la provincia en Ruca Choroy y Villa Pehuenia.

Se trata del plan de restauración más grande de la Argentina, y una experiencia modelo, en virtud de que no sólo apunta a la recuperación de bosque nativo, sino que integra el proyecto con la comunidad.

Las tareas requieren de un gran esfuerzo tanto para el traslado cómo para la plantación, puesto que los accesos son mediante huellas o senderos de a pie, y la mayoría en laderas con fuerte desnivel.

Se trata de una restauración ecológica. Es acelerar los procesos naturales del bosque con intervención humana, a través de clausuras para evitar que ingrese el ganado, cierre de islas sin intervención de ganado con plantación y ejecución de terrazas para evitar la erosión y pérdida del suelo”, detalla el director provincial de Gestión de Bosque Nativo, Mauricio Mazzuchelli, a cargo de la iniciativa.

Un promedio de 50 personas trabajan para volver a darle vida a este bosque

Protección. Palos y alambres para porteger el bosque que viene.

Manos a la obra.

El proyecto arrancó en el 2015 con la instalación de 400 terrazas hechas con palos en sectores de montaña que por la pérdida de la masa boscosa corrían riesgo de erosión del suelo.

Instalaron 12 kilómetros de alambrado para evitar que el ganado de los pobladores destruyera los renovales y la vegetación que va asomando.

También colocaron 44 “clausuras” o islas de plantación de unos 2.000 m2 donde plantaron renovales de lengas, ñires, notro y araucarias. Se trata de “jaulas” con alambre para que no entren los animales. Se seleccionan lugares protegidos, buscando simular la situación que se presenta en la naturaleza.

“Hay distintas formaciones de bosque, la restauración apunta a aquellas que son más difíciles, las que tienen mayor pendiente y los que tienen bosque de lenga y araucaria”, agrega el funcionario. Algunas especies, como la lenga, no tienen capacidad de rebrote y en muchos casos -explica- por efecto de la intensidad del fuego se perdió totalmente el banco de semillas existente en el suelo, por lo tanto la plantación es la única opción de reintroducción a corto y mediano plazo.

Complicaciones

La plantación empezó en marzo de 2016. “Las plantas pasaron el primer verano que fue difícil, y hay un alto grado de supervivencia, por lo tanto es bastante prometedor el resultado”, apuntó Mazzuchelli. Ahora buscan que Nación apruebe la extensión del proyecto otros cinco años más para restaurar un total de 597 hectáreas y llegar a plantar 300 mil renovales.

“Desde el inicio la gente estuvo involucrada, primero para apagar el fuego, luego para la restauración”, cuenta Margarita Ávila, de la Agencia de Producción de Aluminé que trabaja de manera directa en el proyecto.

La comunidad tuvo una apropiación muy grande de lo que se está haciendo. Si bien siempre tuvieron conciencia sobre la necesidad de preservar el bosque, ahora están más preocupados sobre cómo impactan los animales, no estaba tan arraigado. Se potenció el deseo de cuidarlo”, cuenta. Ciertos días especiales, antes de plantar, los trabajadores de la comunidad hacen ceremonias. “En la cosmovisión mapuche, se hace para que cuando se plante ese ser vivo tenga mayor energía, por ejemplo”, agrega.

La comunidad tuvo una apropiación muy grande de lo que se está haciendo

Para llegar al bosque hay que cruzar el río Ruca Choroy.

Monitoreo del crecimiento de una lenga.

Zona afectada

El área del incendio afectó la jurisdicción de la Administración de Parques Nacionales (Parque Nacional Lanín, 50 hectáreas) y de la Provincia de Neuquén (Corporación Interestadual Pulmari), donde se asienta la Comunidad Aigo (1300 hectáreas).

¿Cinco años más?

“La idea es extenderlo cinco años más. Se está hablando con Nación que tiene un plan nacional de restauración, y la experiencia local es un plan modelo, así que seguramente tendremos el apoyo”, señaló el Director General de Recursos Forestales de la provincia, Uriel Mele.

Moquehue: resiembra desde helicópteros

El año pasado se realizó una experiencia piloto de resiembra de araucarias en la zona de Moquehue con helicópteros. Se tiraron semillas en 200 hectáreas, a razón de 600 por hectárea. Se espera llegar a una distribución de 300 plantas por hectárea. En febrero se realizará el relevamiento de los resultados.

El otro lado de la ley

La Ley 26.331 de Presupuestos Mínimos de Protección Ambiental de los Bosques Nativos, que cumplió 10 años, no solo protege los bosques existentes, ya que también prevé fondos para proyectos de restauración y preservación.

Justamente el proyecto de Ruca Choroy es financiado en un 70% con fondos provenientes de esa ley que le corresponden a la provincia de Neuquén.


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