La cordillera tiene la mitad de la nieve que había en 2020

Los registros de acumulación de la Autoridad de Cuencas muestran que en las montañas de la región no sólo se registraron precipitaciones que no fueron constantes sino además temperaturas muy altas que impidieron que se consolidaran.

A mediados del año pasado, cuando la pandemia mantenía confinada a la humanidad a la espera de una vacuna, casi el 60% de la cuenca del río Collón Cura, que se nutre del Aluminé y muere al unirse con el Limay, estaba cubierta de nieve. A finales de la semana pasada, sólo el 26% de esa superficie registraba algún tipo de acumulación. El dato es el más elocuente para demostrar lo que ocurre ahora con las altas temperaturas que se registran en la cordillera y su correlato en la primavera próxima, cuando falte agua en los ríos y lagos.

Los datos corresponden a los registros de la Autoridad Interjurisdiccional de Cuencas (AIC), que hace dos semanas emitió una alerta por los efectos de la sequía y las medidas necesarias para atravesar los próximos meses sin que falte agua. El secretario de Operaciones del organismo, Julio Porrino, le dijo ayer a RÍO NEGRO que, aun en el peor de los escenarios previstos, no faltará agua en la zona de los valles porque se realizarán las maniobras necesarias para que en los ríos Limay y Neuquén los embalses sirvan de reservorio.

Hace casi medio siglo que las presas doman los caudales de los ríos de la cuenca. El Limay tiene cinco y el Neuquén un complejo con dos embalses.

Ni la regla con el nivel llega a medir la bajante.

Los cuestionamientos al uso de los caudales con criterios solamente energéticos deberían dar paso ahora a un profundo reconocimiento: gracias a esta ingeniería los ríos llegan a Neuquén y el Alto Valle con caudales suficientes para que no falte agua para el riego ni para el uso humano.

Los sistemas de riego de las tierras irrigadas aguas abajo de las presas se llevan todos los ciclos productivos un promedio diario de 90 metros cúbicos por segundo; la inmensa mayoría, 70 metros, la utiliza el canal que nace en el dique Ballester y que diseñó el ingeniero César Cipolletti hace dos siglos. Si el río llegara a Portezuelo Grande, la presa que desvía el agua hacia Los Barreales, con menos de 90 metros cúbicos por segundo (en 1999 llegó a ser de 36), la irrigación se sostendrá con lo que guarde ese embalse y Mari Menuco.

A diferencia de otras cuencas, la del río Negro tiene ciclos hidrológicos anuales. Porrino dijo que en ese momento advirtieron que, tras un verano seco, el otoño no traería cambios. Y lograron que la secretaría de Energía de la Nación se pusiera a estudiar un cambio en el manejo del agua de modo de guardar para los meses siguientes, pero en el interín se produjo una crecida aislada y, en vez de acumular el recurso en Los Barreales, la concesionaria privada la transformó en energía a través de las turbinas de Planicie Banderita.

La acumulación de nieve es una de las variables que toma la AIC para medir y realizar pronósticos de deshielo, aunque es un dato que debe combinarse con otros porque no mide profundidad.

Lo cierto es que en la subcuenca del río Neuquén, que tiene 39.045 kilómetros cuadrado de superficie, el año pasado había un 31,5% de ese territorio con nieve y el 27 de julio, sólo el 17,2%.

En la subcuenca del Limay (45.165 kilómetros cuadrados) la relación es del 37,8% en 2020 y 6% este año.

Y en la del Collón Curá (16.167 kilómetros cuadrados) se llegó a un registro del 58,4% de su superficie cubierta de nieve, contra 26,4% de este año.


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