“La incertidumbre genera una voluntad de inversión privada cercana a cero”

Entrevista a Esteban Domecq, economista

Cuando ya transcurrió una cuarta parte de 2021, el interrogante empieza a ser cuál será el resultado económico del segundo año de pandemia. En diálogo con PULSO, el economista Esteban Domecq señaló cuales son los principales desafíos para la gestión económica.

PREGUNTA: ¿Cuál es su balance tras un año de pandemia?
RESPUESTA: El balance gira en torno a una situación sanitaria muy compleja, y a una economía que ya arrastraba una serie de desequilibrios. La economía argentina no crece desde 2011. Luego hay que ponderar la gestión durante 2020. Claramente hay un evento exógeno que afectó a todo el mundo. La caída del producto global el año pasado es de las más altas de la historia. Pero uno mira la región y encuentra que Colombia cayó 6,8%, Chile cayó 6%, Brasil 4%, Paraguay 1%, y Uruguay 5%. Argentina cayó 10%. Ahí es donde pesa la gestión realizada el año pasado, donde no hubo una estrategia sanitaria eficiente en términos de proteger la economía, lo que se sumó a los desequilibrios de arrastre. El resultado es magro en términos de caída del producto, pérdida de puestos de trabajo, profundización de los desequilibrios

P: ¿Cuál debiera ser hoy la principal variable objetivo?
R: La cuestión sanitaria es la que menos me preocupa. Tal vez eso signifique un “ruido”, pero yo lo pondría en segundo plano, porque lo cierto es que ese es un condicionante que ya está sobre la mesa. Habrá que administrar las restricciones de la mejor manera posible a fin de minimizar el daño sanitario y el daño económico. Pero hay un tema financiero que el gobierno decidió directamente patear para después de octubre, y es que Argentina está sin crédito, con un riesgo país en 1.600. Se reestructuró la deuda con los bonistas, pero eso no le permitió volver a los mercados, y tenemos un acuerdo caído con el FMI, cuya negociación se postergó para después de las elecciones. Es decir que vamos a tener que convivir con un frente financiero irresuelto. Y luego hay dos condicionantes más. El primero es el desequilibrio fiscal y monetario, y como eso impacta en el proceso inflacionario. Hoy lo que veo más comprometido es el frente monetario cambiario. Y por último juega el factor político en medio de un año electoral. Tenemos un serio problema en términos de confianza y expectativas, que hace todo mucho más cuesta arriba.

P: ¿Por qué no mejoraron las expectativas luego de la reestructuración?
R: Un elemento clave son los problemas reales que aún tiene la economía. Habitualmente cuando hay una reestructuración, primero se acuerda con el Fondo, porque es con el Fondo que se pauta el programa económico. En este caso se negoció primero con los bonistas, se negocia con el Fondo, y el programa económico aún no se conoce. Luego hay un problema de orientación y de señales, que se han profundizado en estos meses. Vicentín, intervención en la justicia, controles de precios, tarifas congeladas. Las señales que deja esa orientación económica juegan en contra para el tomador de decisiones. La voluntad de invertir es casi nula, debido al alto grado de incertidumbre que existe.

El FMI está muy permeable para atender la necesidad de los países afectados, eso es una oportunidad.

P: Esa orientación es propia de la idea del espacio político oficialista ¿No estaba incorporada en las expectativas desde el momento en que el gobierno llegó al poder?
R: En gran parte del electorado que votó al Frente de Todos, había una expectativa de que la presidencia de Alberto Fernández significara un justicialismo moderado que empezara a resolver los desequilibrios. Y eso es lo que se vio en los primeros meses de gestión previos a la pandemia. Incluso en el tercer trimestre de 2020 cuando se dio un episodio de crisis cambiario, hubo cierto giro a la racionalidad económica. Luego el frente financiero comenzó a cambiar, con la soja que pasó de u$s 300 a u$s 500 la tonelada, y desde allí el oficialismo cajoneó el programa de corrección económica previo al acuerdo con el Fondo, y se comenzaron a jugar las elecciones.

P: ¿Hay chaces de una negociación “flexible” con el Fondo?
R: En medio de una negociación es lógico que las partes traten de forzar las posturas para luego encontrar un punto intermedio. Creo que hay dos factores que juegan muy a favor de Argentina en ese caso. El primero es el escenario de pandemia global. El FMI está muy permeable para atender la necesidad de los países afectados, eso es una oportunidad. Lo segundo es que en 2018 cuando se solicitó asistencia al Fondo, el programa económico fue establecido por el fondo tanto en mayo como en septiembre de ese año, y es un programa que fracasó dos veces. Eso abre una puerta en cuanto al programa que se establecerá esta vez.

P: ¿Es sostenible la tranquilidad cambiaria?
R: Estamos en medio de un veranito cambiario transitorio, estabilizado por una soja a u$s 500. Eso solo le deja a la Argentina unos u$s 8.000 millones extra, y una gran parte de eso se está liquidandon en esta primera parte del año. Eso está siendo aprovechado por el BCRA que compra divisas, con los cuales puede pagar intereses a los organismos internacionales e intervenir en el mercado cambiario, bajando la brecha. El problema es que estamos parados sobre un desequilibrio monetario muy grande. Cuando en octubre del año pasado se desarmaron el 5% de los plazos fijos, el paralelo saltó hasta $195. Hoy los plazos fijos crecen al 100% interanual. La masa de pasivos remunerados del BCRA crece al 140% interanual. Y no se ve que ese desequilibrio esté en vías de corrección.Hasta octubre probablemente el oficial esté tranquilo. Pero estos desequilibrios aseguran que tarde o temprano habrá turbulencias cambiarias.

PERFIL
Esteban Domecq es Licenciado en Economía (Universidad de Buenos Aires) y máster en Finanzas (Universidad del CEMA).
Fundador y director de Invecq Consulting SA, con amplia experiencia en asesoramiento económico y financiero en empresas.
Es director general de la Expo EFI y del Congreso Económico Argentino que se realiza anualmente en Buenos Aires.


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